5. EDERE

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Mi bolso cayó en el suelo, produciendo un ruido suave

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Mi bolso cayó en el suelo, produciendo un ruido suave. Mi cuerpo estaba paralizado al observar alrededor de mi habitación.

<<Esto no puede ser real...>>

Un líquido carmesí cubría mi cama, manchaba mis sábanas y almohadas, goteando a un charco en el suelo que crecía con cada gota. Las paredes también estaban llenas de rojo, los patrones como si alguien lo hubiera arrojado con ira.

¿Sangre?

No necesitaba tocarla o acercarme para saber que era sangre. Ese olor metálico me invadió la nariz y luché para no vomitar. No era buena con la sangre, de hecho, no podía soportarla. Me atraganté una y otra vez, tratando de mantener la cena en mi estómago. Me cubrí la boca con la mano y dejé de respirar un momento. No podía soportar el olor, al detallar mi cama, la sangre lucía pegajosa y seca en algunos puntos.

Me incliné hacia delante y vomité. Me limpié la boca con la parte de atrás de mi mano mientras cerraba la puerta de mi habitación. No podía lidiar con esto, solo me quedé allí parada en el pasillo frente a la puerta cerrada. Me sentí mareada y enferma, comencé a sudar frío; mi corazón latía más rápido de lo normal. Nunca había visto tanta sangre en mi vida. Sentí un vacío en el pecho al preguntarme: ¿De quién es esa sangre? ¿De mi hermana?

<<¿Quién hizo esto? ¿Fue él? ¿Madness me hizo esto para asustarme?>>

Pasó las manos por mi cara; tomando una respiración profunda. No sabía que hacer. Lo único que tenía claro era que, si quería mantener mi cordura, tenía que salir de ahí inmediatamente. Corrí hacia la puerta, tomé la manilla pero no se giró para abrir. ¿Qué está pasando? ¿Cerré la puerta cuando entré? No podía recordar, mi mente estaba nublada con miedo y asco. Mis manos sudorosas buscaron las llaves en los bolsillos de mi pantalón. Tenían que estar ahí, había usado la llave para entrar para por la puerta...

Nada...

<<¿Dónde estaban mis llaves? ¿Qué hice con ellas?>>

Podía sentir el pánico estrechando mi garganta porque era claustrofóbica. Tuve que aprender a vivir con esa fobia, incluso ir a terapia hace tiempo. Podía usar el elevador gracias a mi avance. Y no solo eran los espacios cerrados los que me aterraban, no controlar determinado lugar, no poder controlar si puedo salir me volvía un desastre de miedo.

Esto era un nuevo nivel para mí. Estar encerrada en mi apartamento me aterrorizaba más que toda la sangre que manchaba mi habitación. Gotas frías de sudor se deslizaban por mi cara y cuello... Mi respiración se volvió irregular.

—Solo respira —me recuerdo—. Respira, Ángeles, puedes calmarte, puedes hacerlo —continué animándome.

Quería empezar a gritar y a patear la puerta, pero mi cerebro corroído por el miedo, finalmente cayó en cuenta de que tenía mi teléfono, podía llamar a alguien. Me apresuré a la sala, rápidamente tomé el teléfono, pero no había línea. Mi corazón cayó al suelo cuando noté el cable cortado del teléfono. Alguien lo había cortado intencionalmente. Los niveles de pánico y miedo aumentaron de cinco a diez en un segundo.

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