Dagon se había ido.
Y me había dejado con un Madness que no lucía para nada de buen humor. Estaba empezando a captar sus cambios de humor y la diferencia entre su presencia y la de Dagon. Madness era mucho más imponente y frío, tenía un aura muy poderosa y peligrosa a su alrededor, parecía haber vivido mucho tiempo. Por otro lado, Dagon era más juguetón e inmaduro, bueno cuando estaba de buen humor.
—Ahora... —Madness comenzó—. ¿Qué heridas debería hacerte para cubrir las que él hizo?
Me tensé.
—No— le dije con firmeza. No había forma de que lo obedeciera ahora. Inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Por qué no me dejas en paz? No he hecho nada... yo—
Jadeé al sentir un dolor agudo en mi hombro, sangre caliente me bajó por el brazo y al bajar la mirada, vi en horror como la mano de Madness se había convertido en esa monstruosa garra y una estaba completamente enterrada en mi hombro. Me inmovilizó por completo y ahogué gemidos adoloridos.
—Así. —Él me dio esa sonrisa antinatural donde sus labios se abrían hasta demasiado arriba de sus mejillas—. Soy el dueño absoluto de tu dolor.
Sin poder moverme, comencé a gritar.
—¡Raven! ¡Ayúdame! ¡Por favor! ¡Ayúdame! —Grité con todas las ganas—. ¡Raven!
—Sigue gritando. —Madness sonaba divertido.
—¡Déjame ir! —luché, pero cada vez que me movía su garra se enterraba aún más en mi hombro y lágrimas de dolor rodaban por mis mejillas.
—Tu miedo me incita, Ángeles —susurró. Y acercó su rostro al mío antes de enterrarlo en mi cuello.
—No, para, ¿qué haces?
—Juguetear un poco —Él lamió la piel de mi cuello con lentitud hasta llegar a mi oreja. Me estremecí, tener sus afilados dientes tan cerca de mi cuello me aterrorizaba.
Sin embargo, cuando Madness se enderezó y nuestras miradas se encontraron, su rostro era completamente humano, era Corbin, tenía los labios enrojecidos y la respiración acelerada. La garra enterrada en mi hombro desapareció mientras él recuperaba la forma humana de su mano. Y yo tosí porque el dolor fue insoportable.
—Mierda —masculló Madness dando un paso atrás.
Y luego todo pasó muy rápido. La puerta se abrió bruscamente golpeando la parte posterior de mi cabeza, enviándome hacia adelante y caí sobre mis manos y rodillas.
—¡Demonio! —emitió la voz de un hombre.
Miré hacia arriba para encontrarme con la espalda de una figura camuflada, no podía ver a Madness, el hombre estaba entre él y yo. Este desconocido emitió palabras en un idioma que no entendí en lo absoluto y luego escuché un gruñido inhumano proveniente de Madness.
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Insania
HorrorTodos cargamos con un poco de locura dentro de nosotros. Y es esa irracionalidad la que lo alimenta, la que dibuja una sonrisa que muestra sus dientes afilados y listos para romper piel y destilar sangre. Él puede olfatear la locura en tu alma como...