—¡Papá! —grité al salir corriendo de mi habitación.
Tuve una pesadilla horrible, mi corazón palpitaba desesperadamente en mi pecho. Me había despertado empapada en sudor, gritando. Mis pequeños pies descalzos se movieron rápidamente a lo largo del pasillo oscuro. No era fan de la oscuridad, pero tampoco quería estar sola en mi habitación. La casa estaba muy silenciosa.
—¿Papá? —llamé de nuevo cuando llegué a su puerta.
Por alguna razón, mi padre era a quien buscaba cuando tenía miedo o problemas. Estiré mi brazo intentando llegar al pomo de la puerta, era muy pequeña para mi edad. El pediatra había dicho que era porque necesitaba mejorar mis hábitos alimenticios, estaba en una dieta estricta para ayudarme a crecer.
Capté movimiento a mi derecha y giré la cabeza para mirar hacia el final del pasillo. Había una ventana de cristal abierta allí. Las cortinas blancas que colgaban alrededor de ella se movían lentamente con la brisa. No podía ver nada más allá de esa ventana, ninguna luz brillaba fuera, era todo negro.
—¡Papá!
Mantuve mi atención al final del pasillo mientras comenzaba a golpear la puerta.
—Ángeles.
Oí un susurro y me congelé, con la mano pegada a la puerta. El viento sopló más fuerte, haciendo que las cortinas blancas volaran repentinamente y se desprendieran de la ventana abierta. Mi cabello se sacudió alrededor de mi cara, cubriéndola. Grité mientras trataba de sacarme el pelo para poder ver. Tropecé y caí hacia atrás sentada de golpe. El viento era tan fuerte que tuve que luchar por mantener los ojos abiertos.
—¡Papá! —chillé, temblando.
¿Qué estaba pasando? Quería levantarme, pero cada vez que intentaba el viento me empujaba hacia atrás y terminaba cayendo de nuevo. Lágrimas brotaron de mis ojos. Entonces lo vi: Una forma alta y oscura de pie junto a la ventana. El viento no parecía afectarle. Empecé a arrastrarme hacia atrás hasta que mi espalda chocó con la pared detrás de mí. La figura desapareció en el viento, convirtiéndose en humo oscuro. Grité con todas las ganas al ver ese humo oscuro acercándose.
—¡Papá!
Me desperté de golpe. Todo mi cuerpo estaba cubierto de sudor, la bata de hospital se pegaba a mi piel. Estaba temblando incontrolablemente. Me sostuve el pecho y me senté tratando de calmarme.
—Solo fue un sueño, sólo fue un sueño —repetí.
Esa fue una de las pesadillas más horribles más intensas que había tenido y había tenido muchas. Una ola de mareos se apoderó de mí y fue entonces que noté lo débil que estaba. Me lamí los labios y estos ardieron en resequedad.
Madness...
Por eso estaba tan débil, él se alimentaba de mí y luego caía en la oscuridad por un tiempo. Lo que él consumía definitivamente estaba relacionado con mi energía. Dejé salir un largo suspiro al levantarme lentamente. Necesitaba ducharme porque no sabía cuantos días habían pasado, y algo era seguro: Apestaba. Al llegar a la puerta blanca, la toqué. Sabía que estaba abierto, aún así no quería ningún problema. Después de unos segundos, un guardia la abrió:
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Insania
HorrorTodos cargamos con un poco de locura dentro de nosotros. Y es esa irracionalidad la que lo alimenta, la que dibuja una sonrisa que muestra sus dientes afilados y listos para romper piel y destilar sangre. Él puede olfatear la locura en tu alma como...