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Irlanda, 1906.

El llanto resonó en la habitación generando felicidad a los oyentes tanto dentro como fuera de la habitación, la madre con una sonrisa veía el rostro de su pequeña hija quien abrió sus ojos desde el primer momento y ese color miel en ellos maravilló a su madre, casi por inercia comenzó a derramar lágrimas de alegría, pero esta no duró mucho ya que poco a poco fue desapareciendo de su rostro y con ello el brillo de sus ojos.

Londres, 1926...

—¡Despierta Winchester! —gritó el señor Halls cerca de mi oído.

El fastidio en mi rostro fue eminente comencé retirando mi rostro del escritorio y restregando mis ojos —Lo siento señor.

—El ministro pidió verte, así que muévete hombre. —tomó asiento en su escritorio que está al otro extremo de la oficina y comenzó a hojear portafolios.

—Entiendo señor, ahora mismo voy.— Había dormido en la oficina, maldito papeleo. Comencé a hurgar entre la montaña de papeles en mi escritorio buscando mi varita, una hermosa de olmo con fibra de dragón.

—Por si no sabes Winchester, el llamado es para hoy. —dijo el anciano fastidiado, ¡maldición! no se preocupe, el odio es mutuo. Por fin encontré la varita y salí con prisa de la oficina.

Maldita sea, ese viejo es un fastidio, pero voy en camino hacia uno incluso más pesado.

Mientras caminaba, encontraba a muchos que me saludaban y por cortesía regresaba el gesto. Crucé medio ministerio hasta que por fin estaba frente a esa puerta que dirigía hacia la oficina del Ministro.

Toqué la puerta, por consiguiente se abrió —Buenos días señor Ministro —sin embargo no devolvió el saludo, como siempre, típico con su ceño fruncido y el carácter de porquería. Las personas con poca cortesía me ponen de mal humor.

—Tengo algo para ti Alfred Winchester...

—Entiendo señor, dígame.

—Serás uno de los que irá con Theseus Scamander a la reunión de seguidores de Grindelwald...—sus manos estaban entrelazadas y sosteniendo su quijada.

—Señor...

—A pesar de tu corto tiempo aqui ya ejerciendo como auror debo admitir que tu capacidad es excepcional, podría arriesgarme a decir que estás entre los mejores diez autores de este Ministerio. Así que sí, creo que tienes la capacidad.

—Entiendo señor, muchas gracias por la oportunidad, no lo defraudaré.

Salí de esa oficina para dirigirme de nuevo a la mía y arreglar todo para esta noche y explicarle al anciano cascarrabias la situación. Aunque la felicidad nadie me la quita, al fin es hora, todo iba al pie de la letra y por fin vendrá.

...

Thesius como líder nos convocó minutos antes de partir para hacer una aparición.
Ya en el cementerio íbamos de camino hacia la cripta de los Lestrange donde estarían reunidos todos.
Había demasiado silencio para mí gusto entre las tumbas, me siento ansiosa en este ambiente. Pero sé que todo está bien.

Entramos y vimos a muchas personas, en definitiva era una gran reunión y Grindelwald ubicado en el centro.

Comenzó a hablar acerca de las atrocidades de los muggles y lo bárbaros que eran, como no saberlo si fui testigo en primera fila de sus actos monstruosos.

—La magia solo se desarrolla en almas excepcionales, con capacidad de hacer el cambio.

Su labia es espléndida de eso nunca he tenido duda, después de un rato haciendo su discurso anunció la llegada de nosotros, los aurores.

De la nada alguien lanzó un hechizo a una chica de la multitud, fue un auror a un acólito y ésta murió, vi que Grindelwald se acercó a ella y luego despachó a todos.

—Vayan amigos míos, lleven el mensaje con ustedes, ya ven... nosotros aqui no somos los violentos.

Todo el salón comenzó a vaciarse ya que desaparecían hasta que quedamos los aurores, Grindelwald, pude identificar también a Lita Lestrange, a las hermanas Goldstein, al chico Credence, al muggle y a otras dos personas que no anticipé y claro Newton Scamander.

Grindelwald hizo un círculo de fuego azul alrededor suyo...

—Aria.— la voz serena de Grindelwald resonó en el salón enorme, con solo el sonido de las llamas ardiendo a su alrededor.

—Aria—esta vez sonó más severo y fuerte— es hora...

Comencé a bajar las gradas con la vista puesta en Grindelwald mientras que varios de los que fueron mis compañeros en el ministerio tenían la vista puesta en mi con asombro.

—¿Que es esto Alfred?— Thesius me miraba con sorpresa y pesar, fue mi amigo desde que llegué al ministerio.

Voltee a verlo—Se llama cambio de bando, Scamander.— comencé a cruzar  a través de las llamas.

—Gusto en verte de nuevo querida.—junto a él y Vinda Rosier fue donde yo me coloqué.

Comenzaron a acercarse algunos de los pocos que quedaban, como Queene Goldstein y Credence, él estando aqui ya todo estaba hecho.

Lita Lestrange le habló a Grindelwald, se suponía que para unirse a nosotros, aunque fue un tanto patética ya que quiso atacar a Grindelwald por la espalda y este solo la contraatacó.

—Odio París — Dijo Grindelwald seguido de esto hizo un hechizo que extendió las llamas por todos lados, era hora de irse.

Almas Excepcionales  × Newt Scamander ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora