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Llegamos a un castillo en Austria, hermoso he de decir.

En el salón estábamos Queene Goldstein, el Osbcurial, Rosier, Grindelwald y unos poco más de sus seguidores.

—Rosier —dijo Grindelwald —organiza todo. —caminó hacia el chico y comenzó a hablarle con serenidad—. Credence, quiero hablar contigo luego por ahora solo trata de ponerte cómodo.—le dirigió un asentimiento a Rosier y ella se acercó a Credence para supongo acompañarlo a la que será su habitación.

Yo también me puse cómoda en un sillón de la esquina del salón, luego se dirigió a Goldstein, en realidad ya no prestaba atención a lo que él decía, solo estaba tratando de organizar todo en mi cabeza.

Ya estoy aquí, ya está hecho, adiós a Alfred, ahora tengo que partir desde este punto, ¿que haremos?, ¿como...

—¡Aria!

—¿Qué? —dije con calma saliendo de mis pensamientos de manera un tanto abrupta y Grindelwald ya estaba justo de pie frente a mi, él era el que me había gritado.

—Tu siempre metida en tu cabeza —me extendió su mano para ayudarme a levantarme —vamos, contigo necesito hablar ahora.

Lo seguí hasta lo que me imagino es su oficina, a estas alturas ya había pasado el efecto de la poción multijugos que tanto había usado estos años. Rosé mi varita por mi pantalón, mi camisa y zapatos haciendo un hechizo para que estas se encongieran y quedaran acorde a mi cuerpo, pasar de un cuerpo de metro setenta y ocho a uno de metro sesenta y cuatro es una gran diferencia de tamaño.

—Bien, por fin puedo ver tu rostro de nuevo —Tome asiento frente al escritorio y él pasó de verme a voltearse dándome la espalda viendo la maravillosa vista de las montañas por la enorme pared de cristal —Noto descontento en tu expresión ¿No estás de acuerdo con la acción que tomé?

—Siento que aún no era el momento, es todo.

—¿A que te refieres?

— No lo sé Grindelwald —me recosté en la silla con cansancio —solo siento que podría haber conseguido algo más en el ministerio.—me enderezo con rapidez —. Pero eso ya no importa, comenzaremos desde aquí, hay que planear a la perfección nuestro próximo movimiento, la ventaja que tenemos en este momento es que no saben quién soy, cuando ellos lo sepan sabrán nuestro juego y tratarán de interponerse, será como el ajedrez cada movimiento que hagamos será respondido por ellos...

— Trataremos de mantener tu anonimato lo más que podamos.

No sabía cómo decirle lo siguiente, así que guarde silencio unos instantes hasta tomar el valor, solo alcancé a soltar un pesado suspiro — Hay algo que no te he dicho y... creo que te molestará. Solo... mantén la calma. Y no me matarás ¿entendiste?

—Lo intentare—. dijo prestándome toda su atención.
Me pregunto ¿qué intentará? si mantener la calma o no matarme...

—¿No sientes que algo te falta?— apoyé mis codos en los brazos de la silla y cruce mis dedos para que sostuvieran mi barbilla. Él me miró con confusión.

—Tu juramento... —dije casi en un susurro.

Volteó su rostro hacia donde debería estar colgado el pequeño objeto—¿Tu sabes dónde está?

—Aqui es donde no me matarás, ¿entendiste? —él mantuvo absoluto silencio y su mirada severa no se apartó de mi, pero no mostré temor alguno, jamás le demostraría miedo —deje que un tierno Escarbato se lo llevara.

—¿Porqué dejaste que eso pasara?— preguntó con un tono de voz sereno pero que no era reflejado en su mirada.

—El escarbato es de Newton Scamander, Grindelwald y aunque no estaba en los planes, esto nos beneficiará.

—Explicame en qué...

—Dumbludore tratará de romper ese juramento. Tu sabes que él es nuestro gran obstáculo. Es hora de acabar con esto —yo no me había movido de mi lugar y él comenzó a caminar por la oficina, escuchando —Grindelwald, sabes que esto tiene que pasar en algún momento, nos ahorraríamos el esfuerzo de ser nosotros quienes tengamos que romper el juramento para acabarlo. Sé porque estás tenso por esto. Yo siempre ato cabos cuando me dan indicios, sé que tienes miedo y respeto por él. —se detuvo y giró viéndome con severidad —.No me veas así... Hace unos días vi a Dumbledore, fuimos con el ministro a Hogwarts, fue a pedirle a Dumbledore que se enfrentara a ti, obviamente Dumbledore dijo que no. El ministro se enteró de algún lugar, la relación que tuvieron tu y él cuando eran jóvenes, no mencionó nada del juramento, el ministro tomó eso como que estaba de tu lado por esa amistad de "más unidos que hermanos" como Dumbledore la llamó —se volteó hacia el enorme ventanal de nuevo, dándome la espalda —él te teme también y respeta tu poder Grindelwald. Esperaremos a que Dumbledore consiga deshacer ese juramento, si es que hay forma.
Y si llega el momento de tal enfrentamiento, solo pido que estés preparado.

Mantuvo silencio por un largo rato, y yo me quedé esperando respuesta.

—Puedes retirarte, querida —me puse de pie y salí por la puerta, él estaría aquí mucho rato pensando, cuando algo lo perturba le da vueltas y vueltas y vueltas.

Busque a Rosier y la encontré tomando té.

—Hola Vinda.

—Aria, ¿como estas?, vaya, si que has crecido, la última vez que te vi fue cuando aún estabas en Hogwarts. ¿Quieres té?

—Por favor, y sí ha pasado mucho...

La tetera se acercó a mi después de posicionarse la tasa en mis manos y comenzó a servirme.

—Té negro —Solté en un susurro más para mi.

—Sé que es tu favorito.

Vinda es la más confiable acólito de Grindelwald, es amable conmigo, dice que le recuerdo a su hermana pequeña, que fue asesinada por muggles. Entiendo su odio hacia ellos. No es muy diferente a mi motivo de odio hacia ellos.

—¿Necesitas ropa cariño? —dijo viendo la ropa que llevo puesta.

—¿Tienes algo?

Almas Excepcionales  × Newt Scamander ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora