Capitulo 8

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Madara se paralizó al ver el rostro de Hinata viéndolo directamente a él. Parecía haberse quedado sin aliento, no respondió a los llamados de Izuna y su piel se estaba enrojeciendo, no precisamente por la pena o la vergüenza, esto era algo más serio.

Izuna a su vez, escuchó las llamadas a Ima por parte de la joven y salió para ver de que se trataba. Miró sangre sobre el piso de madera que seguían hasta las escaleras. Fue en ese momento que la vio parada sin moverse, mientras el pantalón de pijama en color lila se manchaba con el líquido carmesí. Percibió el chakra de la chica y se dio cuenta que estaba muy mal. Trató de conseguir su atención, pero la fuerte voz de su hermano lo detuvo y pudo escuchar lo que dijo.

Quiso acercarse para tocarla, pero temió ponerla aún peor y fue en ese momento que optó por llamarla, puesto que comenzó a vomitar y a convulsionar. Apenas lo hizo y como si se tratara de un rayo, Obito llegó hasta ella con el rostro llenó de pánico.

—¡Hinata!—la llamó Obito, pero la precisión en la cabeza de la chica ya no le permitió escuchar con claridad. Lo único que permaneció en su cerebro haciendo eco, fue lo último que declaró su esposo. El corazón le latió de manera muy irregular, tanto que sus oídos parecían querer explotar. Sintió la calidez entre sus piernas y lo supo, supo por ella misma, que su bebé se había ido. No sabía si había gritado, o sólo lo imagino, pero después se estremeció sin voluntad propia, cayendo en lo más oscuro.

—Ella esta muy mal... ¿que le sucede?—preguntó Izuna, cuando su sobrino la tomo en brazos mientras la chica continuó vomitando y convulsionando. Obito no perdió tiempo y se dispuso a bajar la escalera.

Sin responder nada, el mas joven se dirigió a toda prisa hacia la entrada principal. Madara miró como el pequeño cuerpo de su mujer se estremeció en medio de convulsiones involuntarias, al mismo tiempo que la sangre entre la ropa mezclada en los brazos de Obito,  anunciaba algo muy malo. Un escalofrío lo invadió desde los pies a las cabeza. En ese momento se arrepintió de haber dicho todo lo que dijo, pero las palabras de Suki lo habían enfadado tanto, que no midió la magnitud de todo lo que dijo.

Flashback

—Madara-san, que bueno verle—Suki llegó hasta su casa en el momento en que el regreso de hacer el recorrido nocturno, luego de tanto tiempo sin estar en el distrito Uchiha. Podía haberlo hecho al día siguiente, pero no quería estar a tan poca distancia de la ojiperla sin poder entrar a verla.

—Ya te dije que no vengas aquí—le dijo sin voltear a verla, pero ella lo estiró del brazo.

—Lo se, pero ya no tiene que guardar las apariencias con esa mujer—aseguró con fingida melancolía.

—¿Porque lo dices?—pregunto girando a verla, cosa que no había hecho.

—Pues a lo del embarazo—Madara frunció el ceño sin entender—Lo mas seguro, es que el padre de esa criatura sea Hashirama, el Hokage—soltó de golpe y sonrió por dentro al ver la reacción de Madara—Ya todos hablan de como siempre están juntos y de como el Hokage entra hasta la habitación de la Hyuga, con el pretexto de ayudarla—antes de poder continuar, Madara le hizo una seña para que se callara.

—Será mejor que dejes de decir idioteces—la chica se silenció y él entró para encontrarse con Obito. Estaba demasiado molesto por lo que dijo Suki y no pudo evitar hablar sin pensarlo primero.

Flashback off.

La ojiperla tendría una niña. Si bien era cierto que no deseaba tener hijos con ella, el pensar que quizás su deseo se cumpliría, le causó un agudo dolor en el pecho.

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