Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro. La foto no me pertenece, los créditos se ban a su talentoso creador.
Hashirama arribó al lugar escondido donde mes tras mes, visitaba a Shiyo. Llegó cargado de provisiones, ya que el mes anterior no había podido verla, por los muchos conflictos en las diferentes aldeas cercanas a Konoha, sin olvidar, la enorme tristeza que le daba saber a Hinata en ese profundo sueño. Ella llevaba cuatro semanas igual y aún no lograba dar señales de recuperar la conciencia. Tsunade le contó lo sucedido el día en que Madara la fue a ver y desde ese día, se encargó de colocar unos Anbus, para que la vigilaran en caso de que el azabache quisiera entrar a perturbarla.
—Que gustó verte—la anciana sonrió al verlo acercarse hasta su cabaña—Me tenías muy preocupada por tu seguridad y la de tu familia—aunque el castaño mandó una ave avisando su ausencia, la fémina no pudo evitar preocuparse por él.
—Lo se y me disculpo, pero como ya te dije, estaba muy ocupado con todos los deberes de la aldea—trataba de sonreír aunque le costaba mucho hacerlo.
—¿Y como te esta yendo con la chica de ojos bonitos?—Chiyo ya sabia acerca de Hinata, ya que el último mes que la fue a ver, sonreía involuntariamente, dándole a la anciana las pistas para preguntar el motivo de su buen humor. El Senju le contó como la conoció y también que era una mujer prohibida, dado que era la esposa de su mejor amigo.
—¡Hinata!—la nombró con melancolía y le contó todo a la mujer acerca de lo sucedido con ella durante las últimas semanas—Me duele verla así... yo solo quiero que ella despierte de una vez—le dijo con pesar.
La anciana se entristeció con la suerte de la pobre chica. De verdad que le había ido muy mal durante los últimos días y aún le faltaba despertar para enfrentar la pérdida de la niña.
—Tranquilo, verás que muy pronto la tendrás de regreso y la suerte estara a tu favor—el Senju sonrio deseando que las palabras de Chiyo, se hicieran realidad.
—Eso esperó, no sabes las ganas que tengo de verla sonreírme de nuevo, tal como solo ella lo sabe hacer—los ojos del Hokage brillaban al hablar de la ojiperla. Chiyo sonrió al verlo así, tan entusiasmando como lo estuvo años atrás. Ese muchacho se merecía tener un poco de felicidad en su vida, después de esforzarse tanto por proteger a todas esas personas, incluyéndola a ella, era justó que obtuviera el amor de esa joven a la que aún sin conocer, ya la quería por darle vida a Hashirama.
Ambos pasaron a la cabaña de Chiyo para guardar las provisiones y la anciana se apresuró a prepararle algo de comer, pues en esa ocasión, le dijo que no podía quedarse hasta el siguiente día debido a las muchas obligaciones, incluyendo el hecho de no querer separarse de Hinata.
—Te agradezco que aún ante tus tantos pendientes, te dieras el tiempo de venir a ver a esta vieja—agradeció Chiyo antes de despedir a Hashirama.
—No hay nada que agradecer, a mí me hace bien salir y hablar contigo, de alguna manera, me olvido de los problemas estando aquí—confesó y después de darle un abrazo, se marchó de la misma manera en que llegó. Le urgía llegar a Konoha para ir a ver a su bella durmiente. De nuevo sonrió al saberse posesivo con alguien que todavía no le pertenecía, pero que muy pronto sería suya y de nadie más.
[...]
Madara realizó uno a uno los acuerdos correspondientes en las diferentes aldeas a las que llegaron. Todo salió como lo habían planeado, sin embargo, la opresión en el pecho no lo abandonó en ningún momento. Como pocas veces en su vida, aceptó que no tenía idea de como hacer para que su mujer despertara y lo mas importante, no sabía que le iba a decir en cuanto la mirara. Ese pensamiento no logró abandonarlo y muy a su pesar, sus acompañantes lo notaron, pero no dijeron nada, especialmente Obito, quien parecía acusarlo cada vez que lo veía.
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Arrepentidos
FanfictionArrepentido, así es como se sintió, después de portarse como lo hizo con ella. Su terquedad y malas decisiones, lo llevaron a herirla de una manera, que quizás no le perdonaría. El tiempo nunca mas regresa y debía aprender a vivir con el arrepentimi...