Capitulo 11

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Madara se quedó con una amarga sensación en la boca del estómago. En los meses que llevaba de conocer a Hinata, ella nunca lo había mirado así, no había pena, tampoco ingenuidad, esta vez quería haberse equivocado, pero estaba seguro, que lo único que miró en esos ojos, similares a la luna, era rencor.

Izuna, no quiso decir nada, en su lugar prefirió regresar a su habitación, al igual que lo hizo Ima. El semblante de Madara no era uno que admitiera sugerencias y la reciente actitud de la Hyuga, tampoco estaba para ser quebrantada, sino todo lo contrario, esa mujer estaba completamente llena de determinados y su carácter combinado, con el de su hermano, no resultaría en nada bueno.

También el azabache mayor, regreso a su habitación sin saber que más decir, ni que hacer, de nuevo se quedó perdido respecto a su esposa, como le venía sucediendo últimamente con ella. Lo peor de todo fue que no logró decirle nada de lo que debía, pensó que ella iba a ceder en cuanto la abrazara, estaba seguro que no tendrían relaciones sexuales, pero pensó que dormirían abrazados, como lo hacían antes del embarazo. Llevaban ya muchas noches sin ella y su cuerpo la extrañaba demasiado, aunque se negara admitirlo frente a alguien mas.

Cansado de dar vueltas en la cama, salió de su habitación, con rumbo al cementerio de Konoha, tenía la necesidad de estar cerca de la tumba de la niña. Apenas la encontró y su asombro por las acciones de Hinata, de nuevo lo dejo sin palabras. Le quito el su nombre, ahora solo aparecía como Hyuga y con solo ella como madre. Al padre no lo mencionaba, como si no hubiera sido suya también. Sabía que no tenía derecho a molestarse, dado que ese era uno de los muchos frutos amargos que estaba cosechando debido a la forma en que se portó durante su matrimonio.

...

Hinata por su parte, entró en su habitación, con la respiración acelerada. Estaba furiosa por el atrevimiento que tuvo el Uchiha ¿Quien se creía que era, para solo querer tomarla cuando se le antojara? Aún le dolía recordar, que solo se aprovechó de ella, para que no interfiriera en las decisiones del clan, pero lo que jamas en toda su vida perdonaría, fueron las frases dirigidas a su propia hija. Si bien, ella era consciente, del nulo amor que su esposo tenía hacía ella, todavía, tenía una muy pequeña esperanza, de algún día poder llegar a enamorarlo. Lo admiraba como líder como guerrero, como hermano, pero toda su admiración se esfumó, tal como si nunca hubiera existido, al escucharlo expresarse de esa manera, Madara se cayó del lugar donde su imaginación lo había colocado, haciéndose añicos, los cuales nunca se podrían unir para quedar igual que antes. Ningún hombre, que presuma de serlo, sería capaz de renegar así, de su propia descendencia, solo por estar mezclada con la débil sangre Hyuga, ademas de pasársela mostrándose por todos lados con su concubina, como si de su esposa legítima se tratará.

Lo mas desconcertante para Hinata, fue la sensación que la inundó al ser tocada, era como si su propio cuerpo, que antes lo anhelaba, ahora lo rechazará, no fue un toque como antes, esta vez las mariposas parecieron dragones lanzando llamaradas dentro de su vientre y definitivamente, no fue agradable. No se trataba de ya no amarlo, ojalá pudiera arrojarlo lejos de su corazón, como lo hizo momentos atrás, al quitárselo de encima, pero de una cosa estaba completamente segura, ese era el siguiente paso.

Las acciones de ese hombre se ganaron su rechazo y ahora pensar en compartir la cama de nuevo con el, le producía náuseas. Las barreras que formaron sus frases, dirigidas hacia ella, parecían inquebrantables y ella, no tenía la mas mínima intención, de derribarlas. Después de todo, con un poco de suerte, no tendrían que verse constantemente y ya faltaba muy poco para el divorcio. Era muy irónico, antes eso le causaba una enorme tristeza y ahora estaba resignada y en parte hasta satisfecha, para que ese día llegará.

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