Capítulo Uno - Recordando el pasado

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―¿Quién es Ambrose? ―preguntó Dante.
Aún continuaba en estado de shock. Seguía sin entender como había salido tan rápido de la cárcel. Solo esperaba que no se hubiera escapado.
―¡Violeta!
Volví en sí y miré a Dante. Que parecía muy preocupado.
No sabía cómo contarle a Dante toda la historia de mi pasado con Román y Ambrose. Pero lo que si sabía, era que no quería recordarlo. Quizás fue por eso por lo que aún tengo remordimientos por aquella muerte.
―Violeta, te escucho.
No sabía si hacerlo. Dante seguía siendo un completo extraño para mí.
―¿Quién es Ambrose? ―pregunto―. Si no me dices quien es, no podre ayudarte.
―Ambrose es el hermano gemelo de Román.
―¡Qué! ¿Qué tiene que ver contigo?
―Es muy largo de contar.
―Tengo todo el día. Te recuerdo que les di dos libres a los empleados para dedicártelo.
Pero aún dudaba. Porque sabía que si tenía que recordar mi pasado, tendría que afrontar recuerdos que seguían siendo dolorosos para mi desde que ocurrió la muerte de una persona que amé tanto. Román fue mi primer amor.
―Violeta, te ordeno que me cuentes que pasado tienes con ese hombre o te lo sacaré a la fuerza ―dijo―. ¿Quién es ese tal Ambrose y que tiene que ver con tu relación con Román?
―Ambrose fue el hombre que acabo de destruirme la vida y terminando con mis sueños.
―¿Cómo?
―Déjame que empiece desde el principio.
Dante asintió.
―Román y yo éramos felices antes de que su hermano entrase en nuestras vidas. Él era un chico dulce y cariñoso. Teníamos una buena amistad durante el instituto y cuándo empezamos la universidad comenzamos nuestra relación. El año que terminaba yo mi carrera, su hermano volvió de Londres. Por lo que Román me contó, Ambrose había estado en problemas y sus padres lo metieron en un internado para controlar su conducta.
Respiré profundamente y continué.
―El día en que Román me lo presentó, ya comenzó a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida. Justamente el día en que él pidió mi mano ante nuestros familiares. Fueron tantas veces por lo que se hizo pasar por su hermano, que Ambrose me metió en la misma cama que él. Hasta que Román nos descubrió.
"Él desapareció durante dos días y cuando entraron a Román, este había muerto. Se había suicidado. Me lamenté por ello. Pero sobre todo porque sabía que era la causante de su muerte. El día en que él nos pilló a Ambrose y a mí juntos, me sentí tan humillada. Más que cuando lo hizo Damián en el restaurante.
"Semanas después, me había enterado de que estaba embarazada de Román. Pero tenía mis dudas. Ya que podía ser también de Ambrose. No quise abortar y se puso muy furioso por ello. Yo no quería hacerlo, porque era lo único que me quedaba de Román tras su muerte. Aunque tuviera mis dudas de quien era el padre de ese bebé que venía de camino.
"Aquella noche después de varias semanas de embarazo más, habíamos quedado para ver una película juntos. Sus padres se habían ido a pasar un fin de semana fuera y pensó que sería la oportunidad de reconciliarnos. Pero en vez de eso, trajo a unos amigos a casa.
"Se emborracharon. Y cuando estos se marcharon, quería sexo. Pero yo no accedí y comenzó a pegarme. Después de eso, me pegó un puñetazo y terminó por tirarme al suelo. Donde comenzó a darme patadas.
"Sus padres llegaron un poco más tarde y me vieron tirada en el suelo. Pero lo más doloroso fue ver a su hijo durmiendo como si nada hubiera pasado.
"Ellos me socorrieron y me llevaron al hospital. Sus padres me dijeron que si tenía que proceder a ponerle una denuncia que lo hiciera. Y así hice cuando la policía entró a interrogarme a la habitación dos horas más tarde. El juicio se celebró y le condenaron a veinte años de cárcel.
Dante me cogió la mano y me preguntó:
―¿Cómo sabías quien era Román y Ambrose?
―Ambrose era el único que tenía tres tatuajes. Uno en el brazo izquierdo y dos en la espalda. Román se identificaba con su forma de vestir y el reloj que le regaló su padre. Él comenzó a estudiar derecho en la misma Universidad que yo. Su gemelo en cambio, se dedicó a tener mala vida. Desde que Román falleció, Ambrose me metió en su cama y me lo pagó con creces.
Dante se sentó a mi lado y me volvió a decir:
―Pues voy a protegerte.
―Dante, no puedes hacerlo.
―Puedo hacerlo, créeme. Soy hay un medio para seguir haciéndolo.
―¿Qué medio?
―Convertirte en mi esposa. Pondré todos los medios cuando tengas mi apellido. Y nos iremos a vivir a Italia.
―¿Piensas que un matrimonio va a frenar a Ambrose?
―No lo hará. A menos que vea que estás bien protegida.
Comencé a pensar en ello. Pero me parecía una absurda idea y las lenguas hablarían demasiado.
―Tus padres pensarán que estoy embarazada.
―Les haremos pensar que eso no es así.
No le dije nada.
―Mira, llamaré a mi hermana. Necesito hablar unas cosas con ella. Piensa mientras tanto en lo de esa boda.
Asentí.
―Vamos a desayunar ―me dijo de nuevo.
Dante caminó hacia la puerta de la habitación en breve y yo me limité a seguirle para ir a la cocina.
Tan solo de pensar en un matrimonio, se me ponía los pelos de punta. La vida había dado muchos giros en mí y lo único que deseaba, era que no se repitiese la misma historia con Dante. Aunque aun estuviese confusa con mis sentimientos hacia a él.

Las horas pasaron.
Laia llegó a mediodía y se encerró junto a Dante en el despacho. Supongo que estarían hablando de lo que estaba pasando. Y me daba vergüenza que le contara todo lo que pasó. Incluso que Dante le estuviera contando lo de mi embarazo y algunas cosas que preferiría que se quedaran en completa intimidad y en secreto con él. Cosa que no se si respetará mis decisiones.
Caminé por el jardín. Pensar en lo que ocurrió hace años, me hacía recordar lo miserable que fui por meterme por equivocación aquel día en la misma cama que Ambrose.
Me senté en el poyete del porche del jardín. Y ahí comencé a ver como la tarde pasaba lentamente.
―¿Piensas en lo que mi hermano te ha propuesto?
Me giré y Laia estaba parada detrás de mí.
―Así es ―le dije.
―¿Y qué has pensado?
―Sigo pensando que es una locura.
―Una locura es meterse a robar a una casa que no era tuya y que podía ocurrir este tipo de cosas que te ha pasado a ti. Si le agradeces a Dante lo que ha hecho por ti, la mejor forma es volver a donde estuviste. Siendo la ladrona de antes y dejarnos en paz.
―Yo también quiero volver a ser la de antes de entrar en vuestra casa.
―¿Y cuál es ese motivo?
―No lo sé.
Volví a mirar hacia adelante.
―Dante sigue empeñado en darme protección.
―Y tú te niegas a ello.
―No lo hago.
Ella se sentó a mi lado y volvió a decir:
―Hace mucho tiempo que no veía a Dante con una mujer. Siempre he sido la única mujer de su vida y ahora estás tú en su vida. Me cuesta asimilar que Dante se ha enamorado de alguien. Reconozco que siento celos de ti.
―Ya veo.
―Piensa por una vez y si aceptas ser su esposa, voy a apoyaros con esta decisión. Aunque se tenga que inventar un embarazo.
―No soy una mujer de mentiras. Pero si tengo que mentir para salvar mi vida, lo haré. Y Ambrose es peligroso.
―No sé qué paso en tu vida en el pasado, Violeta. Pero aquí me tienes para lo que necesites. Aunque opines otra cosa de mí.
―Gracias.
―No hay de...
―Veo que ya hablan y que se llevan bien ―escuchamos.
―Cierto hermanito. Solo le he dado un consejo.
―Va bene.
―Debo de irme. Nos veremos pronto ―dijo ella.
Y Laia se marchó en pocos segundos. Tras un abrazo a su hermano y un beso en mi mejilla.
Pocos segundos después, Dante se sentó a mi lado y le pregunté:
―¿Qué condiciones pones en este matrimonio? ―le pregunté.
―Las mismas condiciones que has tenido hasta ahora ―dijo―. Si desobedeces, te castigaré y si obedeces te compensaré. Seguiremos siendo amo y sumisa. Sumisa y amo. Durante veinticuatro horas y los siete días a la semana.
―Vale. Hagámoslo.
Y en él, hubo un silencio que me dejó que continuara viendo como el sol se ocultaba en la mansión.

Dante y yo nos fuimos a la habitación más tarde. Cuándo cenamos a la luz de la luna en pleno jardín y el aire fresco comenzó a levantarse sobre nosotros. Pero también sobre aquella maravillosa cena.
Él intentó hacerme el amor, pero no me dejé. Le dije que afrontaría cualquier castigo que me impusiera. Pero que no tenía la cabeza para mantener relaciones.
Antes de meterme en la cama, recordé lo que pasó con Ambrose. Su cara en el juicio y sus falsos testimonios. Le di gracias a sus padres por demostrar en el juicio que sus testimonios eran falsos. Pero también le di las gracias a Román. Quien me cuidaba desde donde estaba.
Ahora le pedía a él y a mis padres que este matrimonio que iba a contraer no fuera peor que esa relación. Mis sentimientos aún estaban confusos y esperaba que con el paso de los días descubriese que sentía por Dante.
Miré hacia la cama y Dante me esperaba sentado en la cama.
Entré en segundos en la cama y me abracé a mi futuro esposo.
Antes de terminar de tumbarnos en la cama, Dante cogió mi mano y me pudo un anillo en el dedo.
―Si vamos a casarnos, haremos las cosas bien y con un anillo en la mano ―dijo―. Espero que mis padres comprendan esta decisión tan rápida que hemos tomado, cuando aún no nos conocemos mucho, Violeta.
Asentí.
Terminé de abrazarme de nuevo a él. Como si en realidad fuera un guardaespaldas.
Ambos nos echamos hacia abajo en la cama para tumbarnos y en segundos, terminé por abrazarle más fuerte.
El latir de su corazón iba más despacio cuando estábamos juntos. Parecían cantos que no dejaban de sonar. Parecía una armoniosa melodía que no paraba de sonar en ningún momento.
―Claro que te castigaré y te follaré muchas veces. Pero ahora descansa. Necesitamos pensar en esta decisión que acabamos de tomar.
Dante apagó la luz de la habitación para poder dormir. Al menos debía de intentarlo.

El Purgatorio Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora