A la mañana siguiente me desperté un poco rara. Tenía una sensación que nunca había sentido antes.
Me giré y Dante estaba dormido a mi lado. No podía juzgar a mi esposo, porque yo ya tenía mi juicio ganado cuando muriera y mi propio lugar en el purgatorio. Cada uno somos dueños de nuestros propios actos y nuestras propias consecuencias.
Me levanté corriendo de la cama y fui hasta el cuarto de baño.
Ahí, comencé a vomitar. Al parecer, algo de lo que comí el día anterior me sentó mal. O simplemente fue el hecho de no haber cenado nada la noche anterior.
―Estás bien ―escuché.
Me senté en el suelo y asentí.
―Habré comido algo que me ha sentado mal o fue simplemente que no comí nada anoche.
―Voy a decirle a Cosme que te prepare algo de comer mientras que llamamos al médico.
―Por favor, no llames al médico. Voy a estar bien.
―Vale. Pero si veo que estar otra vez vomitando, lo llamaré.
Asentí.
Después, mi esposo me ayudó a levantarme del suelo y nos fuimos a desayunar. Esperaba que me encontrase bien a lo largo de la mañana en el trabajo.
Tras desayunar; me duché, me lavé los dientes, me vestí y me marché para la asociación.A las once de la mañana, caminé al jardín de la casa donde estaba la asociación.
Cuando me percaté que Ángelo estaba jugando con otros niños, sonreí. Al menos me alegraba saber que yo era la motivación de ese niño a jugar con otros.
De pronto, le hice a Catalina un gesto y esta fue a buscar al pequeño para llevarlo a mi consulta.
Caminé para ir hasta allí y comencé a pensar en la vida que perdió Dante hace muchos años. Aun así, quería preguntarle si quería ser padre. Aunque fuera adoptivo,
Al entrar en mi consulta en breve, me relajé. Quería tratar a Ángelo como un niño que no tuviera problemas. Y tenía una edad en la que debí de terminar mi carrera de psicóloga.
Catalina entró. Dejó a Ángelo en mi despacho y se marchó enseguida.
Llevé a Ángelo a jugar con juguetes que tenía en la sala siguiente a la de mi consulta.
Cuándo este se sentó para jugar, le acaricié la cabeza y le dije en italiano:
―Ángelo, potresti raccontarmi cosa hai provato quando i tuoi genitori sono morti?
Pero el pequeño no dijo nada.
―Ángelo, ti ricordi te l'ho detto quando ci siamo conosciuti.
El niño asintió.
―Quello è. Dimmi cosa hai provato. Prometto che non dirò a nessuno niente di cui parliamo.
―Ho provato rabbia. Invidioso anche sapere che i miei amici avrebbero i loro genitori e io no. Perché stanno succedendo queste cose, signora? ―dijo.
―La vita è molto dura e difficile, a volte. Anche i miei genitori sono morti Ángelo. Ma non preoccuparti, mentre ti sto trattando, non ti succederà nulla.
―Lei sta bene, signora.
―Grazie piccolo Ángelo.
Aunque no sabía si eso era cierto del todo.
Continúe haciéndole preguntas al pequeño, mientras que seguía pensando en Dante.Tras dos horas jugando con el pequeño Ángelo y tratándole, vi que el niño solo era una personita que había perdido a sus padres. Solo esperaba que esto que le acababa de pasar, no le trajese consecuencias cuando fuera un adulto.
Regresé a casa un poco más tarde. Ya había oscurecido y estaba un poco cansada.
Entré en la cocina y Dante estaba cocinando. Parecía comida italiana. Una que olía demasiado bien.
Me senté en la mesa del salón y mi esposo me sirvió la cena. Al parecer se había tomado en serio lo de la salud y la enfermedad.
Pocos minutos después, los dos comenzamos a cenar y me sentía aliviada.
―Parece que te ha ido bien en el trabajo ―dijo Dante.
―Así es.
―¿Puedo saber el motivo?
―Sí ―dijo e hizo una pequeña pausa―: He tratado al niño del otro día. Hemos estado jugando y me he sentido niña de nuevo.
―Ya veo que opté bien en darte trabajo.
―Así es. Grazie Dante.
―No hay de qué.
Hicimos una pequeña pausa.
―¡Dante!
―Dime muñeca.
―No te has planteado en lo de tener hijos.
Dante paró de comer y me dijo:
―No. Pero tampoco quiero tenerlos.
―¿Por qué? A mí me gustaría ser madre.
―Por qué no pienso atarme a ninguna mujer.
―Conmigo estás atado. Estamos casados.
―Contigo solo es temporal. Y sé que cuando esto de Ambrose acabe querrás el divorcio.
Pero no le dije nada. Ya que sabía que era cierto. Que nuestro matrimonio era temporal.
Tras terminar de comer, me marché hacia la habitación. Tenía claro que no tendría un hijo y más como una persona como Dante. Al parecer, le atormentaba tanto su pasado, que se privaba de ser padre.
Me preguntaba como serian nuestras vidas después de que nos divorciáramos. ¿Me buscaría para divertirse o se olvidaría de mí? Bueno, si eso pensaba de tener hijos, me imagino que si se olvidaría de mí.
Cuando llegué a la habitación, me cambié y me puse algo cómodo para poder dormir. Estaba claro que tenía que dejar de pensar en todo lo que me había dicho mi esposo.
Me tumbé en la cama y me puse de lado.
A los pocos minutos, sentí la puerta de la habitación y olí el perfume de Dante.
Me hice la dormida. Quería evitar hablar sobre el tema con él. Al menos de lo que hablamos en el salón.
Cinco minutos después, lo sentí detrás de mí. Ya que me abrazó.
La luz desapareció y Dante no dijo nada. Mejor era así. Ya que no quería hablar con él de algo que parecía que no tendría futuro.
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El Purgatorio Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #2)
Teen FictionLa historia de Dante y Violeta continúa. Pero esta vez, el pasado estará más presente que nunca. Dante toma una decisión y ella acepta al instante. Y a partir de ese momento, él hará todo lo posible para protegerla de ese pasado que le perturba desd...