Capítulo Doce - Ángelo y Dante se Miran por Segunda Vez

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A la mañana siguiente, me desperté con olor a café.
Al levantar mi cabeza de la almohada, me percaté que mi esposo no estaba a mi lado. Por lo tanto, me volví a tumbar sobre la almohada.
La puerta de la habitación se abrió y Dante apareció con una bandeja en la mano. Pero no levanté mi cabeza sobre la almohada. Aún seguía enfadada con él. Así que no le dije nada.
Sentí como colocó la bandeja en el tocador mientras que le escuchaba decir:
―Violeta, tienes razón. No puedo dejar que mi pasado destruya a mi futuro.
Hizo una pequeña pausa:
―Me aterra ser padre o si lo voy a hacer bien. Es por eso por lo que ayer reaccioné de esa forma.
Me giré en la cama y le dije:
―Sí piensas que yo no estoy asustada, estás muy equivocado. Ayer antes de enterarme de que estaba embarazada, tenía la idea de adoptar a un niño que ha pasado la misma situación que yo. Y cuando llegué a casa me encontré con que estaba embarazada del hombre que me secuestro e hizo de mí lo que quiso sin que yo tuviera opción.
―¿Y sigues pensando en adoptar ese niño? ―preguntó.
―Sí.
―Pues quiero estar a tu lado con todas las decisiones que tomes. Ya que quiero estar en tu futuro al lado de ese niño que esperas y que es mío. Eres mi esposa y debo de confiar en ti. Aunque me aterre la idea de tener un bebe en brazos. Y te confieso que me paso lo mismo con aquella mujer.
Me levanté de la cama y le dije cambiando de conversación:
―Voy a ducharme e irme a la asociación.
―¡No vas a desayunar!
―No tengo hambre.
―Deberías de alimentarte. Al menos para que nuestro bebé nazca sano y fuerte.
―No tengo ganas. Es más, si me apetece, ya comeré algo en mi despacho.
Caminé para ir a la ducha y dejé a Dante solo. Aunque esto último que habíamos hablado me dijo que él quería continuar con nuestro matrimonio, nada cambiaba mis planes. Pero yo aún no tenía claro lo que sentía hacia a él y más cuando él solo se aferraba a su pasado, como a su vez vivir un futuro que todavía no había llegado para los dos. Un futuro que ahora estaba en medio un bebe que era no deseado por su parte y por mi parte. Bueno por la mia si, pero por la suya no.
Tras terminar de darme la ducha y vestirme; me marché hacia el despacho.
Mientras que conducía, comencé a recordar aquello. El bebe que perdí de Román por culpa de la bipolaridad de Ambrose. ¿Qué hubiera sido sé ese bebe si hubiera nacido y se hubiera criado junto a su tío? No quería ni imaginarme como hubieran ido las cosas a su lado. Si ya de por si iban peor, lo hubieran estado más. Ese niño que crecía en mi interior, no se hubiera merecido tener una vida que iba a torcerse por culpa de un alcohólico y un drogadicto. Ya que Ambrose cuando terminó por matarlo, estaba hasta arriba de alcohol y drogas.

A media mañana, Catalina se presentó con Ángelo en mi despacho. Pero me dirigí hacia la puerta y fui junto con el pequeño a caminar para llegar al jardín. Quería hacer una terapia diferente con él.
Me senté con el pequeño en una manta en el jardín y comenzamos a jugar con algunos juguetes que parecían ser sus favoritos.
―Ángelo, ti piacerebbe avere nuovi genitori che ti riempiranno di amore e felicità? ―le pregunté.
―Sì. Ma chi mi adotterebbe, signora.
―Vorresti che quella famiglia fossimo io e mio marito?
Él asintió.
―Sono contento di vedere che l'idea ti piace.
―Non hanno figli? ―preguntó.
Vi a Dante detrás de Ángelo y me asusté al ver que reacción podría tener mi esposo ante la pregunta que nos había hecho el pequeño. Pero solo le respondí con la mejor respuesta que había en esos momentos.
―Perché siamo un matrimonio recente. Ma sai una cosa Ángelo, se ti adottassimo, avresti un fratellino o una sorellina così non ti sentiresti solo.
―Con quello che sei l'uomo che vuole rubare mia moglie. Ebbene, vi dico una piccola cosa, mi piacerebbe molto darvi alcuni consigli per conquistarla.
Dante me guiñó un ojo y le dije:
―Gracias Dante.
―Sabes que quiero mi recompensa, nena ―me susurró.
―¿Qué haces aquí? ―pregunté.
―He venido a buscarte para ir a comer. Pero ya veo que estás ocupada.
―Podemos ir si quieres. Pero Ángelo será nuestro invitado.
―Tengo que consultarlo con mi madre, Violeta. Sacar un niño del centro es un poco arriesgado.
―Por mí pueden llevárselo, así se distraerá un poco de este ambiente ―escuchamos―. Pero me lo tienen que traer cuando terminen de comer.
Entonces le hice una señal a mi esposo y le dije a Ángelo:
―Piccolo, ti piacerebbe venire con me e mio marito a mangiare.
―Posso andare, signora con i capelli bianchi ―le preguntó Ángelo a la madre de Dante.
Ella asintió.
―Catalina, prepara il piccolo Ángelo. Dante e Violeta lo porteranno a mangiare fuori dalla casa adottiva.
―Va bene, signora Lombardi.
Y Catalina se llevó al niño para ponerle una ropa adecuada para poder salir de la casa de acogida.
Tras esperar media hora a qué Catalina llevara al niño ante nosotros de nuevo, nos marchamos al restaurante al que mi esposo quería llévame a comer y el cual invitamos a Ángelo.
El niño se lo pasó genial jugando con Dante. Y mi esposo disfrutó mucho comiendo con Ángelo y después de comer, jugando con él en un parque cercano al restaurante.
Mientras que ellos jugaban, sentí una sensación muy extraña. Algo que hizo que me faltase el aire.
Devolvimos al pequeño a las cinco de la tarde y yo decidí de marcharme con mi esposo en su coche, mientras que Cosme se llevaba el mío para la casa.

Al llegar pocos minutos después, sentí paz en Dante. Supuse que por fin había encontrado lo que tanto añoraba.
―Mis empleados tienen el día libre. Incluso Cosme. Que después de dejar el coche, se ha marchado. Tú y yo estamos solos y podemos hacer lo que queramos.
Me fui a la habitación y decidí ponerme un vestido muy corto que provocase el deseo de mi esposo.
En el closet, escogí un vestido picardías muy llamativo y muy escotado.
Cuando me lo puse, bajé de nuevo al salón.
Dante me miró en pocos segundos.
Me acerqué a mi esposo.
En segundos, le besé intensivamente. Eso hizo que Dante me levantase la pierna hacia su cadera y la pasión se apoderase más de mí. Pero ni siquiera noté su erección.
Mi esposo me frenó enseguida y me dijo:
―Violeta, no puedo.
―¿Por qué? Pensé que querías...
―Lo haremos. Pero ahora necesito pensar en lo que ha pasado hoy.
Entonces sonreí. Ya que sabía que estar con Ángelo a Dante le ayudaría a cambiar de opinión a lo de ser padre.
―Entonces, ¿eso significa que pensaras en lo de adoptar a Ángelo?
Él asintió.
―Voy a quitarme esto ―dije.
―Quédatelo. Me gusta que te hayas puesto esto para mí.
Asentí.
Entonces Dante tomó el control y me volvió a besar.
Tras ese beso, mi esposo me llevó ante la chimenea y allí, pusimos dos mantas. Uno para el suelo y otro para ponérnosla por encima.
Y ambos hablamos, hasta que Dante pidió comida italiana a casa.
Un poco más tarde, él y yo nos tumbamos en el suelo y nos quedamos dormidos juntos al calor de la chimenea.

El Purgatorio Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora