Capítulo Seis - El Fin de la Luna de Miel

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La luna de miel estaba llegando a su fin.
Había pasado una semana y aquella era la última noche que pasábamos en La Habana.
La mañana transcurrió tranquila y a mediodía nos metimos en el jacuzzi y comimos algo después.
Tras horas de relajación, Dante y yo nos fuimos hacia la discoteca a la que fuimos el primer día en La Habana.
Me había puesto un vestido tan corto, que notaba mientras bailaba sola, como Dante se enfurecía.
En segundos, mi esposo llegó ante mí y me agarró por las muñecas inesperadamente.
De pronto, comenzó a sonar una canción muy lenta y sensual.
Dante comenzó a relajarse, cuando su cuerpo se pegó al mío para bailar esa canción.
Cuando mi esposo me agarró por las caderas, noté como su miembro reaccionaba al tacto de mi cuerpo.
La canción que estaba sonando, hacia que ambos volviésemos a la pasión que tanto nos llamaba desde que nos conocimos.
Aún seguía preguntándome que sentía por él. Pero estaba claro que solo era la pasión que desataba sobre mí, cuando nuestros cuerpos se unían.
Dante me dio un giro inesperado y nuestras miradas se juntaron.
Pude notar que mi esposo tenía un brillo especial. O era la de un hombre enamorado o era la de un hombre que estaba a punto de estallar por conseguir uno de mis orgasmos.
Me sentía flotando en una nube. La música cubana era un cante celestial para mis oídos. Y uno muy bonito, que en un futuro se las pondré a mis hijos. Y justamente esas mismas que estaba escuchando desde que llegamos a la ciudad.
Un giro inesperado de Dante me hizo despertar del mundo en el que estaba. Pero otro, hizo que me besara inesperadamente. Y me dejé llevar por ese beso.
Cuando mi pierna rozo con su entrepierna, noté como Dante había conseguido una buena erección. No sé como lo lograba, pero sabía que yo lograba excitarlo más de lo que pensaba.
Tras horas sintiéndome la esposa de Dante Lombardi y no su sumisa, nos marchamos de aquella discoteca.

Llegamos al hotel.
En la habitación, Dante me arrastró mientras que veía como mi esposo se quitaba la camisa de seda que se había puesto para esa última noche en la ciudad.
―Ponte de rodillas ―me ordenó.
Le obedecí.
Sabía que para obtener mi recompensa, debía de obedecerle yo.
Dante fue detrás de mí y comenzó a tocar mis pechos.
Y llevando en segundos sus manos hacia el escote, Dante rasgó mi vestido con mucha fuerza.
En segundos, el sujetador salió de mi cuerpo. Y estaba sumida en la pasión en la cual Dante me envolvía. Aún seguía sin explicarme como lo lograba. Lo único que podría explicar todo esto de nuestro éxtasis, era que nuestros roces había provocado el deseo de ambos.
Cuando estaba con Román, nuestro deseo no llegaba a tanto como lo hacía con mi esposo. Era lógico que con él no pasara tiempo como lo hacía con Dante. Pero aun así, nos queríamos.
―Dame tus manos ―ordenó.
Le obedecí en el instante. Ya que sabía que si le desobedecía, podría recibir un castigo.
Mi esposo ató mis manos a la espalda y esperé a que él comenzase a darme la pasión que tanto había reclamado en aquella discoteca.
En segundos, Dante me ayudó a ponerme en pie y recorriendo mi cuerpo lentamente con besos, hizo que aquella pasión se encendiera más.
En breve, bajó mis bragas al encaje y me ayudó a quitármelas. Y en segundos, las dejó a un lado.
Poco después, sentí círculos sobre mi sexo. Supe que mi esposo estaba comenzando a lamer mi clítoris.
Intente apartarme de su cara, pero Dante me agarró enseguida por las caderas y continuó chupando mi sexo. Hundiendo más su cara sobre mí.
Gemí. Lo único en lo que pensaba en aquellos momentos, era en correrme.
Tras segundos gimiendo y a punto de caerme de culo por intentar de conseguir un orgasmo, Dante paró de lamerme el clítoris. Como siempre, él sabía cuando estaba a punto de llegar al clímax y correrme, tenía que parar para correrse conmigo.
Él se puso de nuevo de pie y me llevó hasta la cama. Donde me puso a cuatro patas y me encorvó para penetrarme.
Sin saber que me iba a hacer, mi esposo comenzó a tocarme el sexo lentamente. Y en segundos, comenzó a sacar y meter dos dedos en mi vagina.
En varios segundos, Dante paró de hacerlo y no sentí nada. Hasta que en segundos, noté algo frío sobre mi vagina. La cual esta comenzó a vibrar. Mi esposo supo que el vibrador era mi punto más débil en el sexo.
En minutos, noté un dolor agudo sobre mi ano. Y en breve, las embestidas comenzaron a aparecer.
Gemí más seguido y más fuerte. Más de lo que ya estaba haciendo. Podía notar cómo me podía hundir en el más profundo deseo en esos momentos.
Dante sacó su polla de mi ano y las vibraciones cesaron de mi sexo en segundos. Pero el dolor de mi ano pasó a mi vagina y las vibraciones continuaron pocos segundos después en mi clítoris. Haciendo que por cada segundo, acabara dilatándome más para llegar al clímax y correrme.
Mientras mi esposo embestía, continúe gimiendo. Estaba a punto de llegar al clímax y me encantaba como Dante lo hacía.
Una palmada en mi trasero me sacó de mis pensamientos.
Noté en sus embestidas que ambos llegamos al clímax y que yo estaba a punto de correrme.
―Junto ―dijo―. Espera a mi orden, Violeta.
Gemí para decirle que había captado lo que me había dicho.
Un gemido que salió de pronto de los labios de Dante, me sacó un poco del clímax. Pero volví enseguida. Ya que supuse que mi marido estaba a punto de correrse. Pero sus embestidas se transformaron en embestidas lentas.
―Dámelo nena ―volvió a decir―. Dame lo que es mío.
Ahí volvió a moverse más rápido y volvió a decir:
―Voy a correrme. Vamos Violeta. Juntos. Es una orden.
Y ambos nos corrimos.
Dejamos que el silencio fluyera. El orgasmo había sido tan brutal, que no podía creer lo que mi cuerpo sentía en esos momentos.
Mi esposo se desvaneció por completo sobre mi cuerpo y yo lo hice sobre la cama en pocos segundos.
En minutos, Dante me quitó las ataduras de las muñecas y se tumbó a mi lado.
Entendí que aquel último orgasmo que había recibido, era mucho mejor que el de la noche de bodas.
En segundos, me abracé a mi esposo e inhalando su perfume, me quedé profundamente dormida.

El Purgatorio Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora