𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒.𝟏

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Sukuna solo había sido capaz se verlo en sus sueños, pero sabía que se trataba de su pareja destinada. Una presencia sin Igual a pesar de que no podía ver su rostro. Él, el rey demonio, se sentía tan cautivado por ese sentimiento, por esa persona desconocida.

Tanto tiempo en soledad, incluso rodeado por sirvientes que juraban lealtad, no tenía realmente a nadie más que a su hermano menor, pero sabía que en algún momento Yuuji se cansaría de estar ahí y se iría, dejándolo de nuevo en esa Soledad infinita.

Sukuna anheló por mucho tiempo el trono de Rey demonio, se esforzó por llegar hasta ahí matando en el proceso a sus otros hermanos, así lo dispuso su padre, pero todo había sido parte juego del antiguo rey, sus hijos solo eran sus piezas de ajedrez.

Cuando Sukuna se dio cuenta de eso, había matado a todos sus hermanos a excepción de Yuuji, quien en ese entonces tan solo tenía un año de vida y era hijo de la concubina más favorecida después de su difunta madre. Él ya era tan sanguinario para matar a un bebé, pero no le haría algo como eso a la mujer que lo cuido después de que su madre murió.

En ese entonces Sukuna ya era lo suficientemente fuerte para afrontar a su propio padre. Se sentía tan enfurecido y con sí mismo también. todo el tiempo creyó que él era el favorito, pero su padre en realidad solo quería deshacerse de sus hijos.

Con todo el odio que Sukuna había desarrollado contra su padre, lo venció en un duelo a muerte, mofándose en su moribundo padre, ni siquiera sentía un poco de lástima de él, tenía tanto rencor y ni siquiera rechisto para matarlo por completo.

Pero después de tomar el trono, Sukuna se sintió que eso no era lo que en realidad imaginaba y tampoco lo que quería. ¿Esto era por lo que había luchado tanto? ¿Por lo que mató a sus hermanos y a su padre?

Fue un simple estúpido, se dejó cegar por querer tomar el poder.

No podía reparar lo irreparable, luego de convertirse en Rey, dejó ir a todas las concubinas de su padre, les dio lo suficiente para que vivieran cómodamente el resto de sus vidas, era la menos que Sukuna podía hacer.

La melancolía se volvió jodidamente abrumadora después de algunos años, intentaba llenar su vacío con omegas, aunque odiaba el olor empalagoso que desprendían, tenía un montón de personas queriendo estar en su lecho, pero al final del día volvía a sentirse solo, y en vez de perder su tiempo buscando alguna forma de no sentirse así, solo se dedicaba a asuntos de su gobierno como rey y que todo estuviera bajo control.

A veces se escapaba para descansar un poco de todo eso, había un lugar en especial al que le gustaba ir. Era fuera de sus tierras, entre el clan Zenin y el clan Fushiguro, ese lugar se encontraba frente a un lago, ni siquiera recordaba como lo encontró, solo recordaba que a Yuuji también le gustaba ir ahí.

Pero un día en el que se escapó de sus deberes, en aquel pasto verde, un ángel estaba acostado durmiendo. Parecía como si hubiera caído del cielo, su dulce aroma embriago a Sukuna.

El Alfa supo que era él, su destinado, era la primera vez que no se sentía disgustado por el olor de un Omega

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El Alfa supo que era él, su destinado, era la primera vez que no se sentía disgustado por el olor de un Omega. Después de todo lo malo que hizo, ¿aún merecía eso?

¿Porque está un Omega completamente solo en lugar como ese?

Cuando más se acercó, notó que se trataba solo de un niño de no más de doce años, nunca se atrevería, probablemente él y Yuuji eran de la misma edad. Tal vez el niño se había escapado al igual que él de sus deberes.

No se fue de ahí hasta que el pequeño Omega se despertó y se fue.

A Sukuna no le importaba esperar en realidad, solo eran unos cuantos años. ¿Pero cómo podría acercarse? Él Omega probablemente correría asustado al verlo, se contaban muchas historias malas sobre él. Era demasiado temido, incluso si se acercaba con buenas intenciones, todo se mal interpretaría.

Sukuna pensó que tal vez sólo debía amenazar a su familia para que lo casaran con él, no podrían negarse. Pero cuando le contó eso a Yuuji, recibió un regaño de éste.

Tal vez tenía razón, debería dar algo a cambio, así es como si padre obtuvo a sus concubinas.

Así que después de ese día, mando a algunos sirvientes y guardias a investigar, descubrió que era de la rama principal del clan Fushiguro. Sin esperar, Sukuna hizo un trato con ellos, prometió dar riquezas y protección al clan, y estos sin dudar aceptaron el compromiso. Había sido más fácil de lo que se imaginó.

Asunto arreglado.




(...)



El Alfa observó en las sombras durante algunos años a Megumi, a Sukuna no le gustaba llamarlo acoso, como decía Yuuji, él solo vigilaba a su pequeño omega de ahora dieciocho años para que nadie se lo quitara.

Lo vio crecer, en como se hacía más hermoso con el paso de los años, Sukuna no dudaba de que en realidad el omega era un ser celestial, siempre luciendo inalcanzable.

También lo vio convertirse en un omega fuerte, incluso igual de fuerte que un Alfa, y Sukuna se sentía orgulloso de eso, su omega no era una persona débil como muchos. No dudaba en que en el futuro le daría pelea.

El tiempo para Sukuna parecía volverse demasiado lento, la espera lo hacía entrar en desesperación. Pero la espera ya había terminado.

Incluso había hecho su palacio menos sombrío para que Megumi no se sintiera incómodo, hizo muchos arreglos para cuando el Omega viviera ahí.

—¿De verdad lo harás? —Yuuji apareció delante de él cuando se disponía a ir hacia el clan Fushiguro —. Va a odiarte Sukuna, ¿eso es lo que quieres?

Su hermano estaba en contra de su decisión, intento desde el principio en hacerlo cambiar de parecer, le había aconsejado que lo mejor era acercarse y ganarse su confianza, pero el Alfa estaba reacio a decir que el Omega aun así lo rechazaría. Prefería arreglarlo todo, si perdía esa oportunidad, perdería a su compañero, en esa vida, había pocas posibilidades de encontrarlo.

—Yuuji, no importa lo que digas. Megumi Fushiguro será mi esposo, así que no te escuchare, vete unos días con ese Alfa de cabello blanco con el que te has estado encontrando y no molestes. —el beta lo miró indignado y se fue, se había negó a asistir a la boda.

Sukuna vio como su hermano cerró con un azote la puerta corrediza. Él por supuesto no lo entendía, Yuuji encontró a alguien sin la necesidad de buscar, ni tampoco su pequeño hermano era temido como él, se encargó de que nadie lo conociera fuera de sus tierras.

Con un suspiro, Sukuna salió de su palacio con algunos de sus guardias y generales hacía el clan Fushiguro, donde se realizaría la ceremonia. El Alfa se sentía extremadamente nervioso, demasiado extraño en él, su aura siempre era segura e importante.

El rey demonio aceptó que cayó ante aquél omega, sin la intención de ser sostenido.








***

𝑺𝒆𝒍𝒇𝒊𝒔𝒉;➶𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora