Silenciosa felicidad

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Después de aquel ataque, a Andrew se lo tragó la tierra para Sakura y Dan. No lo veía, aunque sabían que se encontraba por los alrededores.

¿Cómo lo sabían?

Por pequeñas cosas que ocurrían a su alrededor. Salidas de todos que nunca mencionaban. Sakura y Dan se sentían agradecidos por eso. En definitiva no querían que alguno de ellos tomara partido, no mencionaron la violación, aunque Sakura había empezado a ir con un terapeuta cuando a mitad de la noche se despertaba gritando asustada.

Ese mes no había sido fáciles.

Sakura había pospuesto por tiempo indeterminado su exposición.

Dan llamaba a todas horas, y estaba muy poco tiempo en el trabajo y más en casa. Lo que tenía como consecuencia menor tiempo disponible en casa. Sin embargo, aunque haciendo un proyecto de esto o verificar contratos de aquello, los dos estaban juntos en casa.

Estaban más unidos que nunca en el plan emocional. Aquel primer mes ambos se conectaron de forma diferente. Hablaban sin parar, salian a comer o a cenar. Iban a algún lugar los dos los fines de semana. Sin embargo Dan sabia que aquel encuentro con Andrew había marcado irremediablemente a su esposa en el contexto sexual.

Dan deseaba a su esposa, era adorable todo el tiempo. Pero no podía si quiera insinuar que él la necesitaba.

Y mucho menos después de las primeras pesadillas.

No. Él no podía pedírselo. O si quiera insinuarlo.

Dan suspiró.

Esa era la cuarta semana de abstinencia.

En serio se había convertido en un adolescente. Ya no podía controlar sus erecciones. Y cuando estaba cerca de Sakura se le ponía dura con solo echarle un vistazo.

Era de lo peor.

Tenía que aliviarse por lo menos dos veces al día. Aunque la semana pasada habían sido necesarias 4 o 5.

Dios. Era horrible.

Abrió la puerta de su hogar esperando ver a Sakura leyendo.

No la encontró.

Dejó su portafolio en el sofá y se dirigió a su estudio.

-¿Sakura?

Nadie contesto.

Entró al estudio y miró un poco alrededor. La puerta del baño estaba entreabierta y se animó a mirar un poco.

Sakura se encontraba frente al enorme espejo, recién bañada, aun con unas pocas manchas de pintura en su tobillo, secándose el cabello.

Tuvo una erección al instante.

Ella miraba al espejo fijamente y frunció el ceño dejando caer la toalla que envolvía su cuerpo.

La erección de Dan se sacudió convulsivamente queriendo atención.

¡Dios! Esa sería la imagen que utilizaría para masturbarse en cuanto saliera de la habitación.

Los hematomas de Sakura habían desaparecido. Todo estaba como antes. Tal vez era lo que ella estaba revisando. Y Dan se sintió culpable por observarla como un imbécil pervertido.

Sakura se colocó de perfil y hundió su vientre.

Estaba igual que siempre.

No había engordado para nada.

Su figura seguía siendo esbelta.

¿Entonces porque Dan ya no la tocaba?

¿Era porque la consideraba sucia?

Dios… quería llorar solo de pensar que Dan  tuviese ese tipo de pensamientos sobre ella. Era cierto que el primer mes agradeció que no la presionara. Pero deseaba a su esposo.

Volteo para observar sus nalgas.

No se imaginaba porque Dan ya no quería tocarla.

Ahora parecía como si tocara a su hermana. Se sentía como cuando estaba con Sebastian. Como algo sumamente frágil y preciado, como siempre Dan le había tratado; pero no con ese deseo que siempre había caracterizado a su esposo.

Suspiró.

Acercó la cara al espejo.

Su rostro ya no tenía ojeras.

Las pastillas del terapeuta le habían ayudado muchísimo. Ya no tenía pesadillas a mitad de la noche y se sentía más relajada por la mañana.

Volteo un poco más la mirada y vio a Dan.

La estaba observando.

-¡Dan! – dijo mientras trataba de tomar la toalla del suelo.

Descubierto como un niño en una travesura Dan se puso de todos los colores imaginables en el rostro humano.

-Maldición. Lo siento Sakura – Dijo mientras cerraba la puerta.

Sin embargo Sakura ya estaba tomando la manija del otro lado.   

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Puuuuuues.... que opinan hehehehe

Besos y saludos. 

Amor odio o paranoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora