Sopa misteriosa

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–  Me alegra que podamos salir juntos, cielo – dijo Andrew mientras conducían hacia el catering. Ella no contestó – me gustaría mucho comer algo. Muero de hambre – ella seguía viendo por la ventana sin prestarle atención. – después de esto tal vez podamos ir al cine o al parque. – seguía sin contestar y él se estaba irritando.

Había llegando y Andrew aparcó.

Le ayudó a abrir la puerta y salir. Se dirigieron por las escaleras a la recepción.     

Tres días después ante la empresa de catering, Andrew vio salir a Sakura de su auto. Llevaba vaqueros, una sudadera y el pelo recogido en una cola de caballo. No vestía para impresionar, estaba claro.

Pero la rodeaba un aura de determinación que le hacia prender chispas, aunque con menos intensidad, y eso era por él.

Planear una boda no estaba en su idea para pasar sus ratos libres, pero estar con Sakura era lindo. Era lista y sexy. Estaba deseando tocarla de nuevo, con ternura, como antes lo hacia.

Se detuvo ante él con la mirada agachada.

–  Estoy algo impresionada, si bien estos es muy diferente a como planeaba estar mi fin de semana.

–  “Si bien” – él enarcó una ceja - ¿estamos en una novela de Jane  Austen?

–  ¿Qué sabes tú de Jana Austen?

–  Cualquier macho inútil lo sabe todo de películas para chicas y de Jane Austen. Es requisito imprescindible. No solo he visto El diario de Bridget Jones dos veces, también he leído el libro. Pregunta lo que quieras.

Ella se hecho a reír, el sonido fue tan burbujeante y sexy que deseo tocarla, de arriba abajo. Un inesperado golpe de calor lo sorprendió por su intensidad.

Cuatro largas noches de celibato no hacían más que marcar la atmósfera sexual que les rodeaba.

Dio un paso atrás, tanto físico como mental, tenia que recuperar su confianza, nada de sexo tosco.        

–  Esta empresa tiene muy buena fama – dijo mientras iba hacia la puerta – según Criss, es comida buena que no solo se limita a ternera o pollo. Si la elegimos, podremos escoger el menú. O en nuestro caso, discutir de ello.

–  ¿Crees que vamos a discutir?

–  Cuanto con ello.

–  Soy unas persona muy condescendiente, pero tu eres difícil – dijo ella en forma de acusación, él abrió la puerta. –seré flexible con los platos, pero no con el postre.

–  ¿Qué del postre?

–  Con el que haya de postre – le sonrió forzadamente. No quería hacerlo enojar – es lo mejor de las bodas. Hay tarta y postre ¿Cuántas veces ocurre eso en la vida?

–  No seré yo quien se interponga entre una mujer y sus ansias de azúcar.

–  Guapo y listo – murmuro ella – impresionante – su actitud en el auto no había sido el mejor. Sabía que Andrew estaba enojado por eso, y quería que se le olvidara.

–  Lo sé – dijo él. Se presentó a la recepcionista.

–  Soy Zoe – dijo la mujer sonriendo – los esperábamos. Por favor, síganme.

Los condujo a una pequeña habitación organizada como comedor. La mesa para seis tenía dos cubiertos en los extremos.

Zoe espero hasta que se sentara y después señaló las cartas que había junto a los platos.  

Amor odio o paranoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora