– ¡Despierta! – dijo Rebeca entrando en la habitación de Sakura y saltando entre las cobijas.
– ¿Qué demonios te pasa? Casi muero del susto – miró a su lado y notó que ya no estaba Andrew, era un alivio ya que hubiese sido bastante embarazoso.
– ¡Ya es tarde! tenemos que ir a arreglarnos, vamos, el chofer esta afuera esperándonos.
– Pero aun estoy en pijama.
– Igual que todas.
La bajó casi a rastras. La subió a la fuerza a la limosina y alzar la cabeza vio como Rebeca se metía y como las demás también estaban ahí, en pijama.
– Lo decías en serio – dijo Sakura.
Esta tarde es solo para chicas. Había dicho Rebeca sentándose en la limosina mientras el chofer arrancaba.
– Estas son tus ultimas horas de soltera Samy, me pregunto si estas muy nerviosa.
– Claro que lo estoy, siento como si me fuese a desmayar en cualquier momento.
– Eso no pasará, y si así fuera, por eso tienes damas de honor.
– A las que no he visto. A acepción de Sakura claro – dijo sonriéndole.
– Es su problema, nadie les dijo que no podían ir a visitarte, y en lo personal creo que estamos mejor así.
– Igual yo – se sinceró – son mis primas, y aunque las quiero, me agrada estar más con ustedes. Son más… son diferentes.
– Lo tomaremos como un halago – rió Brenda. Y todas la siguieron.
Aquel día tenia que ser perfecto. Pensaba una y otra vez Sebastian, iba a casarse con la mujer que más amaba en todo el mundo, con quien compartirá sus noches y días, y con quien quería formar una familia. Sacudió la cabeza. Se dio cuenta de que se estaba comportando muy melodramático y cursi en un momento así.
Caminaba por la recepción, viendo cada detalle, cada rosa fuera de lugar seria reportada. Andy corrió hacia él.
– Dan me quiere golpear.
– ¿Y ahora?
– Fue un accidente, ya se lo explique – dijo mientras se ponía detrás de él – estaba probándome mi traje cuando se me atoro mi manga, entonces al jalarla para poder sacar mi manita…
– ¿Manita? – dijo en tono de burla.
– Sí, manita. Le pegué en su nariz. – sonrió.
– ¿Seguro que no fue intencional?
– De verdad, es solo que me dio mucha gracia por que empezó a decir muchas blasfemias, groserías que ni siquiera sabia que existiesen.
– ¿Y te dio risa eso?
Se escucharon los pesados pasos de Dan acercarse.
– Vas a morir mocoso. Ni siquiera sabes el dolor que te proporcionaré.
– Fue un accidente.
– Claro, y por eso te reíste.
– Claro que me iba a reír, las que estaban ayudando con los trajes también se estaban riendo.
– A ellas no les puedo golpear, pero ten por seguro que no las recomendaré jamás.
– Vamos Dan – Dijo Sebastian – podrías no golpear a uno de mis padrinos el día de mi boda. No quiero que valla con la cara destrozada.
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Amor odio o paranoia
Romance¿Amor obsesivo? ¿Celos descontroldos? Ella fue puesta en un pedestal desde pequeña, por más de una persona ha sido amada desde su infancia, ahora de adulta se da cuenta que eso crea más problemas que los que le hubiera gustado tener.