Capítulo 29

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Brown cumplía exactamente las palabras de su superior se había convertido en una molesta garrapata, tanto que tuvieron que darle un equipo de desinfección para que entrara al área de quirófanos, y aunque no estaba como tal dentro del área donde estaban operando al delincuente, si se encontraba en una sala aledaña que tenía un gran ventanal que daba a la sala de operación, por lo que no perdió ni un segundo de vista al detenido.

Siguiéndolo hasta la habitación donde se recuperaría una vez salió de quirófano y permaneció despierto a su lado toda la noche, no estaba dispuesto a defraudar a su jefe, después de todo, su mujer estaba esperando una criatura y necesitaba con urgencia un aumento.

Aunque como oficial su salario no era malo, tener una nueva boca a la que alimentar era un gran cambio, sin contar en todo lo que tenía que comprar para el bebé, y las costosas citas médicas que tendrían que hacer, realmente necesitaba un aumento.

A primera hora del día siguiente Conway entró por la puerta donde se encontraba Brown y el detenido que se encontraba durmiendo, el oficial dio un asentamiento de cabeza como saludo siendo contestado de la misma manera.

- Buenos días princesa – gritó el superintendente alarmando al paciente, la bala había dado en el hombro por lo que no había sido una herida mortal y los médicos ya le habían dado la autorización para que se lo llevara – de pie – ordenó el hombre mirando la exagerada mueca de dolor que mantenía en su rostro el líder de la mafia.

Al ver que el hombre no se movía y queriendo impresionar a su superior, Brown se acercó a la camilla retirando la sábana que se encontraba cubriendo al mafioso y sujetándolo con fuerza del brazo para que se pusiera de pie.

Entre quejidos exagerados el mafioso se levantó mientras amenazaba a los policías con que los demandaría, asegurando una y otra vez que estaban atentando contra sus derechos.

Ignorando las amenazas absurdas el superintendente salió de la habitación, dándole la señal a Brown de que se encargará de que el detenido siguiera el trayecto.

El delincuente seguía con su misión de sacar de las casillas al par de hombres que se encargaban de su traslado, quejándose por qué además de que lo habían levantado con brutalidad cuando aún se encontraba herido, no lo habían dejado recoger sus pertenencias, que incluían su teléfono móvil y su ropa.

- No necesitarás nada de eso a dónde vamos muñeca – aseguró el superintendente demasiado cansado de seguir escuchando la irritante voz de ese hombre.

- ¿A dónde me llevan? – preguntó el hombre olvidándose de la demanda que aseguraba iba a poner en contra de la policía.

- A qué visites un viejo amigo – contestó con una malévola sonrisa el mayor mientras que Brown se mantenía con la misma seriedad que lo caracterizaba.

- Quiero a mi abogado – pidió el sujeto un poco asustado, había escuchado cientos de historias dónde la policía detenía a un delincuente, pero el susodicho jamás llegaba a la federal y tampoco se le volvía a ver por la ciudad.

Ante la petición el superintendente soltó una estrepitosa carcajada que caló en lo más profundo del mafioso – un abogado – repitió el mayor golpeando sin fuerza el hombro de Brown para después limpiar las pocas lágrimas que había soltado – escuchaste Brown – comentó como si hubiera sido el mejor chiste que había escuchado logrando que el oficial también riera y que el mafioso tuviera una mezcla de miedo con rabia.

Después de eso el delincuente no se atrevió a pronunciar ninguna palabra, la incertidumbre de no saber qué iba a ser de él estaba por volverlo loco, siempre había tenido el poder, con tan solo un poco de dinero podía comprar al que sea y que en ese momento no fuera capaz de ni siquiera conocer a dónde lo llevaban comenzaba a desesperarlo de sobremanera.

SERENDIPIA || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora