Extra 1

1.4K 121 40
                                    

Los hechos ocurren entre los capítulos 7 y 8. Esto es cuando Toro vende a Horacio al señor Torres, el cual se aprovecha de su inocencia y al día siguiente se lo lleva en el camión con los demás jóvenes.

**

Nadando esperaba pacientemente en la entrada de la sede, Toro le había informado que llegaría la mano derecha del jefe Jacob, quien trabajaba desde los santos, mientras que ellos se encontraban regados por el país, logrando ser una de las mafias más estables y organizadas.

En cada uno de los pueblos, había un encargado de la organización, en donde ellos estaban, Toro el jefe, quien tenía comunicación directa con Jacob y el que se encargaba de todos los asuntos importantes.

Habían pasado 20 minutos de la hora en la que llegaría el señor Torres y comenzaba a ponerse nervioso por la impuntualidad del hombre.

Como si lo llamara con el pensamiento una gran camioneta pick up color negra y un gran camión de cargas, llegaron al área.

- Buenas tardes – saludó Nadando, abriendo rápidamente la puerta del copiloto donde se encontraba el señor Torres.

- Buenas tardes Nadando – saludó de igual forma el hombre, bajando de la camioneta para enseguida estrechar a nadando entre sus brazos, quien lo tomó por sorpresa dejándolo un poco incómodo por la cercanía.

- Vamos el jefe lo espera – comentó Nadando, alejándose del hombre y guiando al individuo a través de la sede.

- Nadando – llamó el señor Torres deteniéndose cuando pasaron enfrente del almacén de armas.

- Dígame señor –

- ¿Quién es ese joven? – preguntó curioso señalando al pequeño Horacio que estaba dejando su arma y después salía del lugar, entrando enseguida en una habitación sin haberse dado cuenta de las miradas que lo observaban.

Nadando abrió sus ojos cuando observó a Horacio, y sintió la rabia en su interior cuando notó que el mayor mordía asquerosamente su labio inferior, manteniendo una sonrisa desagradable – no sé a quién se refiere señor – mintió Nadando, tratando de que el hombre se olvidara del pequeño joven, no era estúpido, conocía muy bien a Torres, a lo que se dedicaba y que le gustaban los jóvenes.

- Entiendo – contestó Torres sin quitar la sonrisa pícara de su rostro.

- ¿Qué es lo que entiende señor? – preguntó Nadando, siendo tan cortes como siempre, aunque en el fondo detestaba a ese hombre.

- Es tu puta ¿no? – cuestionó haciendo que Nadando abriera los ojos ante el comentario haciendo que sus mejillas que pusieran rojas, pero del coraje que estaba sintiendo, por la simple insinuación de que su pequeño niño hiciera esas cosas.

- Por supuesto que no – contestó inmediatamente mirando con seriedad el rostro contrario – Horacio es solo un niño – comentó sin pensar.

- Horacio – murmuró el hombre haciendo que nadando se auto reclamara internamente por no haberse quedado callado – ya que no es tu puta, no te molestara que sea la mía ¿no? – comentó Torres dirigiendo de nuevo su vista a la habitación donde había entrado Horacio.

- Señor Torres – llamó Toro posicionándose frente a los hombres dejando con la palabra en la boca a nadando, como si se trataran de grandes amigos, los dos de más alto rango dentro de la organización se abrazaron mientras reían a la vez que comenzaban a caminar rumbo a la oficina de Toro.

- ¿Cuánto tiempo viejo amigo? – alcanzó a escuchar Nadando que seguía sus pasos, aunque su mente aún estaba pérdida en los comentarios repugnantes que había soltado el mayor.

SERENDIPIA || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora