Capítulo 19

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Al ver sus ojos no pudo hacer otra cosa más que llorar, no podía controlar las intensas lágrimas que mojaban sin parar sus mejillas sonrojadas, necesitaba sorber de vez en cuando su nariz, que ya estaba irritada, para poder sentir que respiraba y cubría sus manos con la manga de su sudadera para limpiar algunas de sus lágrimas, aunque de nada servía ya que cada vez las lágrimas eran más abundantes.

Horacio no sabía qué hacer "¿Qué fue lo que hizo para que el contrario llorará?", solamente veía al mayor llorar y no sabe por qué, pero no le gustó verlo así, se sentía mal por haberlo hecho llorar quizás no fue buena idea dejarlo entrar, sólo quería que el chico dejará de llorar y se sentía impotente al no saber que hacer así que hizo lo mejor que sabía hacer, llorar él también.

-No llores – pidió el rubio limpiando sus lágrimas cuando observó al otro llorar también – perdona es que me siento muy feliz – reconoció el mayor acercándose un poco, pero sin llegar a incomodarlo – hace mucho que estaba buscando a alguien y al fin lo encontré – sonrió el chico, aunque aún sus mejillas brillaban por las lágrimas.

Horacio tan solo levantó su mirada para observar la cara de ese chico, tratando con todas sus fuerzas de recordar su cara, sus cabellos rubios y esos ojos azules que le transmitían tanta seguridad, sin esperar aprobación ni pedir permiso corrió a sus brazos abrazándolo con fuerza, no sabía porque necesitaba sentirlo cerca, sentirse protegido a su lado y sentirse querido.

Gustabo se quedó paralizado por un segundo, pero al segundo correspondió el abrazo cuidando de no lastimar su espalda, sintiendo como el menor recargaba su cara en su hombro y se aferraba con fuerza, como si tuviera miedo de soltarlo y para que negar si él se sentía igual, con temor a perderlo otra vez, porque estaba seguro de que él era su Daniel.

Y de nuevo las lágrimas se hicieron presentes en ambos jóvenes, Horacio por la mezcla de emociones que llegaban como huracán arrasando todo en su interior, exhausto de la difícil vida que le toco, confundido de la posibilidad de que su padre sea otro y de tener un hermano, angustiado por el pequeño Tonet que lo quería como si fuera de su familia, entristecido por la reciente muerte de John y furioso con todos esos hombres que le hicieron tanto daño y que dañan a tantos chicos como él, mientras que por el lado de Gustabo lloraba de la felicidad de tener de nuevo a su hermano, triste por todo el sufrimiento que tuvo que pasar su pequeño y lleno de rabia con todos los hijos de puta que le pusieron una mano encima.

Pasaron los minutos y ambos permanecían juntos, abrazándose como cuando eran pequeños, en aquellas noches donde el menor sufría de alguna pesadilla y se acurrucaba entre los brazos de su hermano que no dudaba en apapacharlo y eliminar todas esas sensaciones negativas que deja un mal sueño.

Poco a poco Gustabo sintió como la fuerza del agarre del menor iba disminuyendo y su respiración se hacía más pesada, cuando se dio cuenta el menor se había quedado dormido, estaba tan cansado que ahí de pie con tan solo el cuerpo de su hermano como soporte, cayó rendido ante los brazos de Morfeo.

Sin ninguna dificultad el rubio levantó al chico en sus brazos y lo acomodó sobre la cama, cuidando de que su espalda no resultara lastimada con las mismas sabanas y como cuando él tenía 8 y su pequeño 5, lo arropó dejando un beso en su frente.

Procurando no despertarlo abandonó la habitación cerrando tras él la puerta, permitiéndole a su Dan descansar lo más que se pueda, ya tendrían todo el tiempo del mundo para estar juntos.

Al llegar a la sala su tía Michelle seguía hablando con su progenitor aparentemente del operativo que se realizaría la mañana siguiente, pero al percatarse de su presencia guardaron silencio y lo miraron atentamente.

-Se quedó dormido – avisó sentándose en el sofá individual que estaba en la pequeña pero acogedora sala.

- ¿Cómo te fue? – preguntó la pelirroja esperando con ansias saber cuáles fueron las impresiones que tuvo el rubio con respecto a Horacio.

- Es él – contestó emocionado y soltando un par de lágrimas más que rápidamente limpio, estaba seguro de que de seguir llorando se quedaría seco.

- Gustabo no creo que sea buena idea que te hagas tantas esperanzas – comentó Conway levantándose por un trago de whisky, lo necesitaba para poder controlar sus ganas de correr a abrazar a Horacio, él también se sentía seguro de que era su Daniel, pero no quería alimentar las esperanzas de Gustabo y luego verlo sufrir por la decepción de unos resultados negativos – podría no ser él – dijo después de rellenar su vaso y dar un sorbo del líquido.

- Papá es él – afirmó el rubio mirando con tristeza a su padre – es Daniel – comentó buscando la mirada de Conway, pero el hombre cobardemente huía de ella – confía por una vez en mí por favor – susurró y esas palabras fueron las que partieron el corazón del mayor rompiendo en llanto.

Gustabo se levantó con algo de calma acercándose a su padre, quien lo jalo cuando estaba lo suficientemente cerca para apresarlo entre sus brazos, después de 13 años, padre e hijo volvían a sentir el calor familiar de sus brazos rodeándose mutuamente, al fin volvían a estar juntos.

Michelle aprovecho la cercanía de ambos hombres para salir del departamento, este era su momento de reconciliarse, de al fin volver a ser una familia, de perdonar todos sus errores y empezar de nuevo como la familia que son, debían de estar bien entre ellos para poder ayudar a Horacio, por qué si Gustabo estaba seguro de que era Dan, era porque lo era.

Se separaron hasta que los dos hombres se sentían seguros y no hubo necesidad de palabras, los dos sabían cuánto se amaban y que después de todo están ahí uno al lado del otro, porque así es la familia, así es su familia, y ahora teniendo a Dan de nuevo en su vida todo iba a mejorar.

-Viejo – llamó Gustabo riéndose al escuchar un gruñido de parte de su padre por el mote que le daba – tengo tanta hambre que podría comerme una vaca entera ahora mismo – reconoció el menor tratando de aliviar el ambiente tan extraño que se había creado, después de todo ninguno de los dos estaban acostumbrados a lo sentimentalismo ni a ser cariñosos – ¿pedimos algo o qué? – preguntó el rubio claramente no tenía la intención de irse de ese departamento, quería estar lo más cerca posible de Dan.

- Nah, no te preocupes – comentó Conway dirigiéndose a la cocina – yo cocino – hablo sacando algunos productos del frigorífico para comenzar a preparar algo rápido.

- bueno, pero solo si es real food – aceptó el rubio sentándose en uno de los bancos que había en la isla mientras le mandaba algunos mensajes a Greco avisándole que no llegaría a casa – que yo no como porquerías eh – advirtió siguiendo en su labor de mensajearse con su pareja.

- Lo recuerdo – confirmó el mayor sin observarlo picando algunas verduras para la cena.

- Bueno viejo te diría que te ayudo y esas cosas – comentó el joven levantándose y caminando nuevamente rumbo al sofá donde se dejó caer – pero si no quieres llamar a los bomberos por una emergencia mejor no lo hago – reconoció, sacándole una sonrisa a su padre ante la declaración.

- Entonces ni siquiera te acerques capullo – pidió el hombre siguiendo con su labor.

El resto de la noche pasó con tranquilidad realmente ninguno de los dos tenía mucho que decir después de la escena reconciliadora que tuvieron ese día así que únicamente se dedicaron a cenar.

Al solamente contar con dos habitaciones el departamento y puesto que uno de ellos ya estaba siendo ocupado por Horacio, Conway le cedió el suyo a Gustabo quien se negaba rotundamente a ocuparlo asegurando que no sería la primera vez que dormía en un sillón, pero como siempre tuvieron una pequeña riña entre ellos para decidir quién dormiría en la habitación y quien en la sala.

Al final, después de que Conway le comentará que iba a necesitarlo con todas sus facultades para el operativo, el menor terminó aceptando dormir en el dormitorio, despidiéndose de un corto "buenas noches" se recostó después de quedarse solo en calzoncillos como acostumbraba a dormir pensando en todo lo que había pasado ese día.

En como en un solo día cambio por completo su vida, no solo recuperó a su hermano sino también a su padre, aquel hombre que cada día se distanciaban un poco más y hace unas horas lloraban como niños abrazados uno contra el otro, sin duda ese día había resultado maravilloso y con una sonrisa en su rostro durmió plácidamente, esa noche no despertó en ningún momento gracias a las pesadillas, al contrario soñaba con un nuevo comienzo al lado de los hombres que amaba con todo su ser.

SERENDIPIA || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora