Capítulo I

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En lo profundo de aquel bosque perteneciente a la NGL, una hormiga quimera logró adquirir un tamaño igual al de un humano incluso más como para superarlo, aquella hormiga no era como cualquier otra, pues, se trataba de una reina que buscaba alimento para saciar su implacable hambre y después crear a su propio ejército para que le protegieran mientras ella traería al mundo a un rey.

La reina se encontraba escondida en una cueva comiendo cualquier tipo de ser vivo que estuviese a su alcance. Poco a poco fue creando soldados para que le sirvieran y le trajeran alimento sin necesidad de que ella se tuviese que mover, mientras más pasaban los días la reina cada vez más pedía comida que saciara su hambre, ya que próximamente daría a luz al rey que muy pronto gobernaría éste basto mundo. Su exigencia por la comida le llevó a sus hormigas soldados a cazar humanos empezando por dos niños que rondaban por aquel bosque.

Días después la reina había comenzado a construir su palacio hecho de barro, en donde sólo se sentaría en su trono y le daría de comer a su hijo; las hormigas aumentaron su número en creces convirtiéndose en un ejército, el cual fue dividido en varios escuadrones que serían liderados por una hormiga líder. Para estos momentos aquellas hormigas quimeras habían iniciado a indagar acerca de la comida favorita de la reina llegando así a la conclusión de que aquel alimento era identificado entre su misma especie a través de “nombres”, entonces fue ahí cuando la reina decretó que ellos podían escoger el nombre que quisiesen, pues, no quería ser molestada por cosas tan insignificantes que le desviaban de su prioridad hacia el rey, no obstante, cierta hormiga que poseía una apariencia humana convinada con la de un animal el cual era un zorro, se mantuvo cerca de la reina cuidándola.

—¿Otra vez aquí?, ¡ve a buscar más comida que pronto daré a luz al rey! —ordenó la reina telepáticamente con una voz molesta.

—Ya lo hice, ya le llevé al carnicero la porción de comida que me tocaba, por ende, decidí mejor venirla a ver, majestad —respondió el joven zorro con una gran sonrisa.

—De todas mis hormigas soldados, tú eres la más persistente en no irte de aquí cuando te lo ordeno —prosiguió la reina.

El joven zorro se rasco la cabeza tratando de pensar en algo para que las palabras de su reina no fueran ciertas —Bueno, no tengo cómo negarlo, pero a veces pienso que mi presencia hace que éste lugar no sea tan…silencioso —respondió sin ofender a su reina.

De pronto entró al lugar una hormiga de nombre Peggy que se arrodilló ante la reina para darle noticias no tan importantes para ella —¡Mi reina!, entonces ¿qué sugiere que hagamos? —preguntó con preocupación la hormiga de apariencia a la de un pingüino.

—Sólo evadan la zona si el enemigo es fuerte, busquen otra forma de encontrar comida, la reina no siempre les va a resolver la vida —habló metiéndose a la conversación el joven zorro, lo cual desconcertó al pingüino.

—¿Quién eres tú para responder por la reina?, sólo eres una hormiga soldado —comentó Peggy ganándose una mirada molesta por parte del zorro, pero seguidamente la cambió por una que le ignorara.

—Es sólo mi opinión, me da igual si la aceptas o no —prosiguió el zorro.

La hormiga pingüino estaba por hablar, pero la reina fue la primera en ganarle dándole como respuesta a su pregunta, que se encontraba de acuerdo con la opinión de aquella hormiga que aún no obtenía un nombre —Como usted diga, mi reina —se levantó y se retiró del lugar con un gesto pensativo, no obstante, al borde de estar ya afuera se detuvo y volteó a ver a la hormiga zorro, el cual le veía con un semblante sonriente, Peggy hizo un quejido y seguidamente se retiró.

—¿Aún no escoges un nombre como ellos? —preguntó de repente la reina hormiga, a lo cual el joven volteó a verle.

—Tal parece que no, majestad. ¿Por qué?, ¿eso es un problema para recibir órdenes? —respondió y cuestionó con inocencia la hormiga.

¿Él o Ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora