Capítulo V

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El lugar se volvió cada vez más tenso, puesto que, ninguno de los dos estaba dispuesto a darle el gusto al otro, no obstante, las miradas asesinas de la guardia real no tardaron en hacerse presente empezándose a volver más fastidiosas. No me pude contener e hice una mueca seguida de un suspiro deshaciendo mi postura firme para darle el gusto a Meruem de disculparme. Repentinamente las palabras de hace un rato, dichas por la gatita, resonaron en mi cabeza, por lo que no lo resistí y emane una sonrisa divertida —Me disculpo por mi actitud, majes… —de pronto sentí un fuerte golpe darme en la mejilla, al darme cuenta, había sido la cola del rey, la cual en su proceso de impacto me había sacado algo de sangre.

—Ni siquiera lo sientes, entonces ¿por qué te disculpas?; me haces ver como un completo rey estúpido que siempre exige que se disculpen con él por cosas tan sensatas como éstas —mencionó con seriedad empezando a caminar hacia mí para pasarme de largo.

¡Ahhhhhh!, ¡¿pues quién te entiende, Meruem?!; ¡contigo ya NADA se sabe porque sino va madrazo!.

Aquel golpe sólo hizo que ladeara la cabeza, así que volteé a ver al frente poniéndome cabizbajo soltando un suspiro —Bueno…en eso lleva la razón —pronuncié en un murmuro. Los cuatro me pasaron de largo volviéndome a quedar al final del grupo; seguimos caminando y el lugar se escuchaba en un completo silencio, a excepción de las aves e insectos que hacían ruido en el bosque y las ventiscas de aire que pasaban cada cierto tiempo, de ahí en fuera todo lo demás era aburrido —Mmh…¿y si hago una tontería?…nah, capaz que Meru-chi o Shaia-chi me matan sino es que lo hace la gatita —pensé mientras seguía caminando —…A mal paso más vale continuarlo —me dirigí sigilosamente hacia el rey y cuando por fin estuve cerca, le tomé de la mano con rapidez y salí disparado como bala mientras le sujetaba —¡Unas carreritas hasta el otro lado. A que no nos alcanzan! —expresé a los cuatro vientos.

Voy a valer madres por ésta estupidez.

Cuando por fin me detuve, le solté la mano y me di la vuelta llevándome la sorpresa de que había agarrado la mano equivocada. Me oculté la boca con ambas manos con expresión sorprendida y a su vez condenada —Me equivoque, no eras tú al que quería agarrar —comenté.

—No me digas, no me había dado cuenta —respondió irónico la mariposita —¡Dime ¿qué demonios querías conseguir con esto?! —pos de ti nada. No tardó mucho en salir de sus cabales el señor mariposa, empezando a ladrar de aquí allá por lo que había hecho.

—¿Ya puedo hablar? —cuestioné como perrito regañado.

—¡No! —contestó molesto el aquí presente prosiguiendo con sus ladridos hasta que llegaron los demás —¡Majestad! —expresó nervioso arrodillándose ante él, pero como yo no lo iba a hacer, la mariposita me obligó a ponerme de rodillas. Pouf estaba por comentar algunas palabras siendo interrumpido por míster “si haces esto te mataré, si haces aquello también te mataré y si no haces nada te mataré”.

—Sutā, ¿por qué razón saliste corriendo? —cuestionó con su típico semblante serio, la hormiga.

Sentí la mirada, de reojo, amenazadora de la mariposita, a la cual le hice caso omiso haciendo lo que quise, lo cual fue levantarme del suelo y responderle la dichosa pregunta a Meru-chi —Fue un acto de impotencia a causa del aburrimiento, majestad. Solamente buscaba divertirme y hacer que usted también se distrajera; mi acción fue una completa osadía ante mi rey y por lo mismo le pido que me disculpe, alteza —ahora sí, pa' que vea que sí lo siento y no lo hago sentir estúpido.

—Ahh… —expresó el rey valiéndole un comino lo que le dije, luego mostró un semblante pensativo —Tienes razón, también estaba comenzando aburrirme. ¿Cuánto falta para que lleguemos? —me dirigió la mirada esperando mi respuesta.

¿Él o Ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora