Capítulo XIII

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Durante todo el lapso hasta llegar a la cocina, Sutā jamás se había sentido tan irritado como hasta ahora, luego de estar escuchando a Shaiapouf como le gritaba y decía que no servía para nada; ¡era él quien sólo le hacía de inútil! No Sutā. En su cabeza solamente le rezaba a los cielos para que se callara y dejara de colmarle la paciencia, sin embargo, sumándole otra piedrita más a los problemas de este día, cuando el zorro dio un paso dentro de la cocina ¡todo era un desastre! Su reacción inmediata fue perplejidad absoluta; harina regada por todas partes, pequeñas llamas y el resto de algunas que consumían el material, ¡marcas por toda la pared! Y lo que es peor, ¡los muebles destrozados! Un completo caos y más dolores de cabeza diría Sutā.

¿Qué pasó aquí? Fue lo primero que él pensó al ver a sus dos sous chefs intentando limpiar el desorden cometido, y como si ellos le leyeran la mente, simplemente señalaron a la hormiga culpable que se situaba a su lado, pero ésta ni se inmutó y más aparte tuvo el descaro de reclamarles por ser tan impuntuales con la cena del rey.

—¡YA CÁLLATE! —expresó el zorro con fastidio y con notorias ganas de asesinarlo. Pouf quedó espectante y las dos hormigas sirvientes a la espera de lo que ocurriría a continuación, el joven zorro, harto de ver la cara de la mariposa, se masajeo su sien y le dijo —Si sólo estás aquí para reclamar mejor lárgate, ¡no quiero ver tu estúpida cara en mi cocina! ¡VETE DE AQUÍ, MARIPOSA INCOMPETENTE! —volteándose hacia él, todo el ser del zorro le indicaba que se fuera, lo estaba corriendo a la de ya y Pouf todavía se atrevía a espetar, recalcando que Sutā no era quien para hablarle de esa forma.

Dejándose dominar por la ira, Sutā reaccionó por la rabia fluyente en su cuerpo, dándole un puñetazo en el pecho de la mariposa mandándola hasta la pared más cercana. El golpe de impacto resonó por el pasillo haciendo que una nube de polvo y ligeros escombros salieran a flote, la silueta del guardia real quedó impregnada en esa pared; al parecer la hormiga zorro le había remendado el golpe sin utilizar siquiera una pizca de su Nen, los sous chefs quedaron perplejos ante las acciones de Sutā, no cabía la menor duda de que él irradiaba un completo enfado y lo dejaría salir con quien fuera que le estuviese molestando… se lo merecía, Shaiapouf.

Por otra parte, cierta hormiga de estatus mayor al de todas en el palacio escuchó con exactitud el estruendoso ruido creado, sólo necesitaba doblar en una esquina para ver de frente a sus dos guardias reales, uno en la pared y el otro en la entrada de la cocina. Se llevó un impacto cuando Sutā nuevamente parecía estar enfadado, pero por diversas circunstancias sólo figuró una sonrisa volteando a ver a Pouf.

Lo presionaste demasiado y ese fue el resultado. Pouf debo decir que te lo merecías —se dijo a sí mismo, Meruem. Acercándose a ellos se dio cuenta de la respiración agitada del zorro, intentaba calmar su enojo, pero no estaba dando ningún resultado, en cambio parecía estar empeorando.

Shaiapouf cayó al suelo luego de unos segundos, entonces se percató de la presencia del rey, —¿Majestad? ¿Por qué ha venido? Me disculpo si fue por el bullicio —dijo con voz entre cortada y tenue, pues su cuerpo resentía aún el golpe de Sutā.

Meruem le vio por el rabillo de su ojo ya que se encontraba enfrente y esquinado a él, posteriormente fijó toda su atención en el zorro que ya había conseguido tranquilizar su emoción negativa y le miraba con una profunda seriedad. Los dos tuvieron, por determinados segundos, esa ligera competencia de miradas hasta que el rey preguntó —¿Qué ocurrió aquí? —ya que se había girado para ver, otra vez, a Pouf.

Sin poder tener la oportunidad de responder a la pregunta de su alteza real, la hormiga zorro dijo —Gracias a Shaiacchi ya no hay más ingredientes. Me parece que su majestuosidad tendrá que cenar comida de quinta hasta que vaya al pueblo más cercano para comprar los suministros —, claramente se veía que Sutā continuaba enfadado, su voz se escuchó tan fría y seria como si quisiese imitar al rey.

¿Él o Ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora