Capítulo VI

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Minutos más tarde, las cinco hormigas ya se encontraban tras pasando la puerta principal del palacio perteneciente al líder supremo Ming Jol-ik, sin embargo, su visita no había sido bien recibida, pues, los soldados que protegían aquel lugar les bloquearon el paso y los acorralaron; el capitán, quien lideraba a su equipo, era un usuario Nen de bajo nivel si se le comparaba con el rey hormiga. Él exclamó algunas palabras que les importó muy poco a las hormigas, lo cual no le prestó mucho interés, dado que él mantenía su ego hasta por los aires.

—Pero mira nada más, que considerados son ustedes por recibirnos, humanos. Aunque…¿no les parece un poco grotesco esta bienvenida? —comentó de pronto el zorro, viendo el ambiente que se empezaba a hacer cada vez más tenso.

El líder de los soldados sonrió burlesco y egocéntrico —Si valoran sus vidas darán un paso hacia atrás, pero no les aseguro que en el camino sea igual —advirtió generándole una sonrisa emotiva a Sutā.

—Ohh eso suena a que de todas formas no mataran, qu…

—¿Terminaste de parlotear o esperas que te siga escuchando un segundo más? —interrumpió como si nada el rey ante el comentario que daría el zorro.

La hormiga de prendas naranjas suspiró despreocupado a lo que dijo su rey —Ahs, pero que poca paciencia tiene, Meru-chi —alegó en un murmullo que a duras penas Meruem le pudo escuchar, por lo que el mismo se molestó, ya que por lo poco que llevaba conociendo a Sutā, le quedaba más que claro que él siempre daba un comentario sobre lo que pensaba.

De un momento a otro, el rey hormiga decapito a los soldados al frente de él junto con su líder, sin embargo, dichos humanos no eran a los que quería decapitar, pues a quien verdaderamente quería lanzarle el ataque, era al zorro que le había esquivado con rapidez agachándose una vez que vio el movimiento de su cola —Tch, tuviste suerte. Omite tus comentarios si no quieres acabar como ellos —expresó con un semblante molesto y serio, el rey.

Cuando la hormiga de prendas naranjas se puso de cuclillas para esquivar el ataque de su majestad, por inercia cerró los ojos colocando sus manos sobre su cabeza para que la sangre no le manchara su cabello, por lo cual, una vez que escuchó el comentario de Meruem, abrió levemente sus párpados para llevarse la imagen de varios cuerpos humanos tirados en el suelo desangrándose —Uff, eso estuvo cerca, por poco y no la libro —se dijo internamente aliviado, Sutā; se levantó ignorando completamente lo que le había dicho el rey, no obstante, cierta mano felina se posó en su hombro acaparando su atención —¿Eh?, ¿Princesa?, ¿sucede algo? —preguntó volteándose para verla de frente.

—No hagas que el rey se enoje por tus osadas acciones. Recuerda, sólo eres una simple hormiga de segunda que no pertenece naturalmente a la guardia real; tu vida permanece latente gracias al rey. Deberías pensar más en lo que haces —comentó con firmeza y en forma de sermón, Pitou.

Por un momento, a Sutā le importó un bledo lo que dijo la hormiga-gato y sólo se mantuvo admirando el gesto firme que mantenía la felina mientras le dirigía dichas palabras —Incluso teniendo esa expresión, tu belleza sigue prevaleciendo a la de una flor, princesa. Eres increíblemente hermosa —fueron las palabras que salieron de los labios del zorro mientras se mantenía observando, minuciosamente, cada detalle de Neferpitou. Aquellas palabras sorprendieron a la hormiga-gato, por lo que su reacción inmediata fue ruborizarse y desviar la mirada.

La actitud de Pitou cambió a una nerviosa —Q-que disparates dices. ¡Sólo has lo que ordene el rey! —expresó avergonzada alejándose de Sutā para no verle a la cara. Él emano una sonrisa ladina perdiéndose en la figura de la felina hasta que pronto sintió una fuerte aura Nen, que ya muy bien conocía.

Los otros guardias reales se asombraron y admiraron aún más a su alteza real, pero por otro lado, la hormiga zorro ni se inmutó como era de costumbre, simplemente se limitaba a observar el panorama del lugar ignorando completamente lo que hacía el rey, puesto que, lo único que hacía era comerse el Nen de los humanos —Pero que bonito lugar, muy espacioso y callado. Me encanta —mencionó como si nada, el zorro, llamando la atención de los presentes en el lugar. Para estos momentos Meruem ya había terminado de comerse aquella persona que poseía Nen, por lo que presto un ligero interés a lo que había dicho la hormiga zorro.

¿Él o Ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora