Capítulo III

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Lejos de la guardia real, Sutā se dirigía hacia la reina hormiga para distraerse un poco de lo que había sucedido con Shaiapouf, no obstante, durante su camino a su destino varias cuestiones y dudas pasaron por su mente.

¿Por qué la gatita se comportó así cuando esa mariposita le comentó sobre mí?. ¿Y si también atraje la atención de ella?. ¿Por qué mandó a que me mataran?… —fueron una de las cuantas preguntas que se hizo internamente el joven zorro. Casi para llegar a su destino, la pared situada a un lado de él por donde caminaba empezó a quebrantarse hasta romperse, lo cual ocasionó que Sutā se cubriera los ojos a cusa del levantamiento del polvo y los pequeños escombros. Se había formado una nube de tierra que al disiparse dio la imagen de un ser rojo con apariencia corpulenta y bien trabajada —Pero ¿qué…?. ¿Quién demonios es ese? —se preguntó en sus adentros el joven zorro observando aquella figura parada en medio de un enorme hoyo que había hecho él mismo.

—Pero que aburrido, ¿dónde se supone que estoy?, todo aquí se parece —fueron las palabras que escuchó Sutā de aquella hormiga, la cual parecía estar perdida o eso era hasta que notó la presencia del zorro y se encaminó hasta él —Oye tú, ¿sabes dónde estoy? —preguntó el ser de apariencia roja mientras se rascaba la cabeza desviando la mirada para ver a su alrededor.

La hormiga-zorro, sorprendida por lo que estaba presenciando analizó la situación tratando de indagar quién era el que se encontraba al frente de él —Probablemente sea el tercer guardia real faltante, porque dudo mucho que sea alguna otra hormiga, pues a éste tipo no lo había visto antes —pensó. Mantuvo la calma mientras le veía atento —Éste es el pasillo que da hacia la reina, pero si buscas a los otros dos guardias reales tendrás que regresar por donde viniste, luego dar vuelta a la izquierda, te sigues recto y das vuelta a la derecha, a partir de ahí es todo recto —comentó mientras terminaba de sacudirse toda la tierra que le había caído encima.

—Gracias… —respondió la hormiga casi por irse, pero detuvo su paso al recordar que aquella hormiga-zorro le había mencionado a la guardia real —¿Cómo supiste que estaba buscando a la guardia real? —preguntó girándose para ver a Sutā.

El joven zorro viendo a la hormiga decidió responder con un comentario bien sacado de la manga —¿Ah?. Bueno… acabas de romper una pared sin importarte nada, sólo la guardia real sería capaz de hacer eso —Sutā no estaba dispuesto a decirle que ya sabía que él era parte de la guardia real, puesto que creía que probablemente se pudiese meter en algún problema.

Pensativa la hormiga con apariencia corpulenta —Eso tiene mucho sentido —expresó volviéndose a girar para poderse ir —Gracias otra vez. Me voy —se despidió caminando por donde vino hasta que su silueta desapareció entre lo obscuro del nido.

Viendo a la hormiga irse, posó una de sus manos a modo de estarse rascando la cabeza —Cielos… al menos el último guardia real resultó ser más buena onda —mencionó en un suspiro el joven zorro —En fin, será mejor que vaya con la reina, tal vez hablar con ella me dé un diferente punto de vista acerca de la guardia real, ya que por lo poco que vi me causa un conflicto, pues si ellos son así me pregunto ¿cómo saldrá el rey? —comentó hacia la nada con un tono de voz bajo dejando de hacer lo que estaba haciendo. Ignorando a la hormiga corpulenta que ya se había ido, Sutā se retiró del lugar siguiendo su camino. Una vez llegando a su destino, saludo a la reina hormiga como si fuesen íntimos amigos.

—Nunca cambias… —expresó la reina acostumbrada al trato que siempre le daba Sutā, por lo cual él aprovechó para comentarle a la reina hormiga sobre la guardia real, lo que sorprendió a la misma ya que la hormiga-zorro no era mucho de hablar acerca de ellos, de hecho, ni siquiera se interesaba por saber del tema —¿Acaso te has encontrado con ellos? —cuestionó su majestad.

¿Él o Ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora