Capítulo 5: Tocan la Puerta.

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-Oye...-parpadeé y me encontré a Ryder frente a mi. Parecía preocupado y confundido por lo que había pasado en el elevador, definitivamente no esperaba que lo empujara y de mi reacción tampoco.

No conteste y me dirigí a mi departamento.

Entre y cerré la puerta. Camine dos pasos y me sentí triste.

Liam

Tus recuerdos me lastiman tanto.

Me acerqué al pequeño balcón de la sala y salí. Admirando la noche y recibiendo aire.

Tenía lágrimas atoradas en los ojos. Cerré los ojos y suspiré.

¿Que sucedió?

Sentí que me miraban y mire a mi derecha.

Ryder estaba ahí. Tenía un suéter café con gorro y su cara había cambiado, no era de alguien con alta autoestima, se veía afligido, probablemente culpable.

Entre de nuevo a mi departamento y cerré las puertas.

Pase mis manos por los ojos y fui a la cocina por agua.

Tome el vaso entero y tocaron la puerta.

Deje el vaso en la barra y me acerqué a la mirilla.

Ryder.

¿Qué demonios quiere?

Puse la cadena por si acaso y abrí.

-¿Se te ofrece algo?-dije.

-Que aceptes mi disculpa.-dijo.

-Cómo si los tipos como tú... pidieran disculpas.-dije entrecortada apunto de cerrar y metió la mano.

-Tal vez aparento otra persona.-dijo moviendo sus brazos.

-Lo que aparentas no fue respetuoso.-Quise cerrar pero no me dejaba.

-Lo sé, suelo ser así con muchas chicas pero ninguna me ha hecho sentir tan culpable como tú lo estás haciendo, en su mayoría aceptan mis coqueteos porque es obvio que soy como un dios frente a cualquiera. Aunque no intentaba coquetear contigo porque no eres rubia.

-¿De que me hablas?-pregunté, ahora no me interesaba escuchar de su vida.

-Sé que luzco muy intimidante y algo así como un fuckboy pero en realidad no soy así.

-Eso diría un fuckboy.-intente cerrar la puerta de nuevo pero no pude.-¿Qué?

-Digo la verdad...-fruncí el ceño. Intente cerrar otra vez.-...en serio lo siento.

Demasiado insistente.

-Bien, te perdono, ya quiero dormir.

Le cerré la puerta. Le di la espalda, no escuche que se fuera y revise la mirilla.

Seguía ahí.

-¿Qué haces?-alargue.-Pareces acosador.-dije casi susurrando.

-Ah, perdona... ya me iba.-dijo culpable y se fue.

Rodeé los ojos y me fui a dormir.

...

En la tarde del siguiente día estaba calentando de nuevo. Sonaba Redbone de Childish Gambino cuando tocaron la puerta. Interrumpían el calentamiento.

𝐀𝐜𝐢𝐚𝐠𝐨 𝐁𝐚𝐥𝐥𝐞𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora