𝐔𝐋𝐓𝐑𝐀𝐕𝐈𝐎𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 | ⁺¹⁸

Lastimame

—Cliente—, Yoongi escucha una voz amenazadora desde el otro lado de la puerta.

El omega se sienta abruptamente en la cama y se frota los ojos intensamente. En la pequeña habitación donde ha estado viviendo durante los últimos tres días, las ventanas están cubiertas con cortinas negras y no hay nada más que una pequeña cama y una cómoda. Lo trajeron aquí desde los apartamentos de Jungkook y no ha salido de la habitación desde entonces. Tres veces al día le llevan comida y obstinadamente guardan silencio ante cualquier pregunta que haga. Y ahora le exigen que se vaya. Yoongi sabe exactamente quién es su cliente. Estaba esperando esto. Desde que cruzó el umbral de esta celda, ha estado esperando que Jungkook lo llamara. Así que el omega no tenía miedo y casi no estaba nervioso. Hoy habrá terminado. Yoongi debe detener su tormento, debe ayudarse a sí mismo. Jungkook podría pensar que rompió el omega, que a partir de ahora todo saldrá como él quiere, pero está equivocado. Y el omega se lo demostrará hoy. Yoongi se levanta de la cama, saca unos jeans y una simple camiseta de su exiguo guardarropa y, poniéndose la ropa, se dirige a la salida.

Durante todo el camino a la mansión, el omega es valiente, imagina cómo le dirá a Jungkook todo lo que piensa sobre él y compone las palabras adecuadas. Pero tan pronto como el automóvil se detiene frente al edificio del Royal Group, Yoongi se adormece. Intenta decir al menos una palabra, pero su lengua no se mueve, y en lugar de «gracias» al guardia que abrió la puerta, hace un sonido inarticulado y se dirige al ascensor. El pánico comienza a subir hasta su garganta, cuando las puertas del ascensor se abren con un 'ding', aparentemente llegando al piso correcto. Por miedo, el omega comienza a sentir náuseas. Toma una respiración profunda y, habiendo reunido su voluntad en un puño, sigue al alfa que lo acompaña.

Jungkook camina por su enorme sala de estar con un vaso de whisky en una mano y un teléfono en la otra. Yoongi se detiene cerca de un pequeño casillero lleno de revistas inmobiliarias y trata de no mirar al alfa. Aunque es muy difícil. A pesar de todo el odio que hierve dentro de él, Yoongi tiene que estar de acuerdo en que este alfa es increíblemente hermoso y carismático. Está vestido con una camisa gris oscuro y pantalones negros ajustados con rayas finas a juego con el color de su camisa. Su cabello negro como boca de lobo cuelga en mechones desobedientes sobre su frente, y el alfa tiene que dejar a un lado su vaso para quitarse los mechones de los ojos. La mirada de Yoongi se ve perturbada por el suave «bien, bebé, lo intentaré». El omega se congela por un segundo, sin entender cómo palabras tan bonitas pueden salir de una persona tan malvada, vil y sin principios, y lo más importante, con qué tipo de ternura las pronuncia. A Yoongi le gustaría que alguien le hablara así, escuchar cada palabra y llamarlo «bebé». ¡Qué diablos! No. No Jungkook. Pero en general. El omega, al parecer, ya estaba olvidando lo que son el cariño y el cuidado humano. ¿Qué se siente al ser tratado con tanta amabilidad? Ante estos pensamientos, el omega se entristece instantáneamente y todo su espíritu de lucha desaparece. Jungkook termina de hablar y después de poner su teléfono en su bolsillo, va hacia el chico.

—¿Qué pasa con la cara triste como si fueras llevado a una ejecución?— El alfa se detiene frente a él y sonríe.

—No tengo nada de qué regocijarme—, gruñe el omega. —¿Por qué me llamaste?.

—Te extrañé—, sonríe el alfa.

—Lo siento, no estoy de humor para servirte—, Yoongi le da a Jungkook una mirada de desprecio y apresuradamente recoge los restos de su compostura, porque ve una oscuridad en la mirada del alfa cubierta con una fina capa de hielo.

—Así que levantaremos tu estado de ánimo, ¿qué vas a beber?— Jungkook pregunta con frialdad.

—Probémoslo esta vez con alcohol, ¿por qué no?— Yoongi camina alrededor de Jeon y va al bar. —Con una mente sobria, todavía no voy a mentir debajo de ti—. Yoongi se detiene en la barra, se vuelve hacia Jungkook y lo mira a los ojos. —Porque eres repugnante para mí.