Capítulo 3

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GALA

Miro a mi nena alistándose para ir a la editorial, se acerca a mí con una sonrisa coqueta.

— ¿Me ayudas con el cierre? —se da la vuelta para ayudarla con el cierre del vestido, subo el cierre y le doy una nalgada.

—Listo, amor —vuelvo a darle otra nalgada.

—Eres una traviesa —se aleja para ponerse los zapatos.

Hago lo mismo, me miro al espejo y ahí estoy con una falda negra de tubo, una blusa rosa palo y mi cabello en un bonito chongo, que es lo contrario de Ayla, ella se peina de una forma desarreglada pero arreglada, le da el toque sexy y profesional.

—Sigue en el espejo, ahí te llegará el dinero —dice divertida, la miro a través del espejo y le sonrío.

—Ojalá así fuera —tomamos nuestros bolsos y salimos del departamento—. Nos vemos en la tarde —le digo y le dejo un beso, camino hacia mi auto y entro en él.

Puedo ver que nuestra nueva vecina baja apurada las escaleras, saluda a Ayla con una sonrisa tímida y mi chica no tarda en sonrojarse, la mira con una sonrisa coqueta, la chica le regresa la misma sonrisa y se acerca peligrosamente a ella hasta que sus labios rozan, comienzo a conducir, en el último mes he visto eso, es como su despedida o su saludo, no sé, Ayla al parecer piensa que no la he visto, que no sé qué tiene un amorío con la vecina, con esa imagen me voy al trabajo, llego y me siento en la silla de mi oficina.

—Gala, debes estar concentrada —me regaña mi jefa, no me di cuenta de que entró.

—Lo siento —susurro y empiezo de nuevo con la lectura, mi trabajo consiste en leer los libros que envían y dar reseñas en el nombre de la editorial.

—Te decía que necesito que me folles en el escritorio, ahora —me ordena y levanto rápidamente mi cabeza—. Necesitas concentración y una buena follada —dice divertida.

—Qué gran consejo, Aura —le digo divertida.

Entre nosotras hay amistad y trabajo, una que otra vez vamos por unos tragos con Ayla, pero la última decide quedarse más en el departamento que salir.

— ¿Para cuándo unos tragos? —me pregunta mientras se sienta en el borde de mi escritorio, cruza sus piernas tan firmes y con esas medias de encaje.

—Cuando quieras —le guiño el ojo de forma coqueta y ella se ríe.

—Mañana, ahora quiero que tengas sexo salvaje con tu novia, así que saldrás a las doce y ve a casa a preparar algo romántico —me guiña el ojo y sale de mi oficina.

Quisiera hacerle lo mismo a Ayla, liarme con mi jefa que me manda mil señales, pero no puedo porque amo, adoro a mi chica, malditos sentimientos.

AYLA

Llego al departamento y me encuentro con las luces apagadas, unas velas de olor a vainilla inunda todo el lugar con el aroma y la luz, me acerco al comedor y hay platos con comida, rosas rojas y un par de velas.

—Sorpresa, amor —siento sus manos rodeando mi cintura y su barbilla en mi hombro.

—Qué sorpresa —digo emocionada.

—Ponte cómoda, te espero —me deja un beso en la mejilla y voy a la habitación.

Escucho Sweettalk my Heart de Tove Lo, una de las canciones favoritas de Gala, presiento que esto es para algo más, siempre la pone cuando abre su corazón para mí, para nosotras, me pongo algo cómodo y camino hacia el comedor para encontrarme con mi chica sentada y sirviendo vino.

— ¿Qué tal tu día? —pregunta mientras me siento.

—Bien, ya voy a la mitad de una edición, creo que mañana lo termino por editar y el libro será publicado —digo orgullosa.

—Felicidades, bebé —comemos en silencio.

Gala está lavando los trastes y yo los seco con un trapo para eso, ella se encuentra en silencio algo que no es muy normal.

— ¿Pasa algo? —me animo a preguntar, ella me mira seria y un segundo después nos estamos besando.

Siento sus manos en mi cintura pegándome más a ella, pongo mis manos detrás de su cuello y las uno, le doy la bienvenida a su lengua en mi boca.

—Bianca —gimo el nombre, Gala, Bianca... Mierda.

GALA

Bianca, claro, la vecina italiana, me alejo de ella, la miro confundida y ella me mira avergonzada, respiro profundamente.

—Lo sé, Ayla —digo finalmente y ella me mira sorprendida.

— ¿De qué hablas? —pregunta jugando con sus dedos.

—Durante por un mes, te he visto con la vecina, qué casualidad que baja rápidamente las escaleras a la misma hora que según tú me voy, luego se sonríen y se besan —confieso—. Si quieres hacer un trío o solo follar con ella, dímelo, si te sientes atrapada en esta relación, dímelo —tomo su rostro con mis dos manos—. Si quieres experimentar solo dímelo —le digo sin dejar de mirarla a los ojos, los cuales están llorando a mares.

—No lo sé —dice entre el llanto—. No sé qué es lo que quiero —dice y sé hasta dónde han llegado.

— ¿Dónde? —pregunto y sé que sabe a lo que me refiero, quito mis manos de su rostro.

—En la cama —susurra bajando la cabeza.

—Si no sabes qué es lo quieres, mejor me voy —me mira con sus ojos llorosos.

—Por favor, no —suplica.

—Primero está mi amor propio y luego otras personas —digo caminando hacia la habitación, tomo una maleta y empiezo a empacar, escucho sus pasos y se detiene en la puerta.

—No me puedes dejar —dice con voz ronca.

Termino de empacar lo necesario, un conjunto para el trabajo, ropa interior y pijama, voy al baño y tomo mi cepillo de dientes y del cabello junto con mi bolsa de maquillaje, vuelvo a la habitación y Ayla sigue en el mismo lugar.

—Mañana paso por las demás cosas —digo tomando la maleta y caminando hacia la puerta de la habitación.

—No puedes irte —dice determinada—. ¡No puedes dejar esto solo porque sí! —grita, la aparto y sigo mi camino hacia la puerta principal tomando mi bolso con mis cosas, abro la puerta y antes de salir la miro, está sentada en el suelo llorando.

—Tú terminaste con esto, Ayla —digo sintiendo un nudo en la garganta y salgo.

Son las ocho de la noche, por lo que hay movimiento en el edificio, las puertas del elevador se abren y mágicamente se deja ver la vecina, entro y ella me hace espacio, mira mis maletas confundida, prefiere no preguntar nada y así lo dejo, se vuelven a abrir las puertas del elevador dando la bienvenida al recibidor, salgo con la maleta y mi bolso.

—Espero que le des consuelo a Ayla —le digo a la chica y salgo del edificio después de escuchar que nuevamente las puertas del elevador se cierran y como nadie viene detrás de mí, imagino que la vecina se fue a nuestro piso.

Amores InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora