Capítulo 25

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VANESSA

Despierto en los brazos de Adler, me muevo para salir de la cama y lo hago con éxito, camino hacia el baño para bañarme.

—Buenos días —me saluda cuando llego a la cocina.

—Buenos días, Ebba —la miro y se sonroja.

—Eh... No... Qué pena —dice incómoda y nos reímos.

—No escuchamos nada —le aseguro y ella se ríe, me deja una taza de café.

—Perfecto, pero qué noche más salvaje.

—De algo sirvieron las clases —me burlo.

—Afirmo —se ríe y al fin noto los ingredientes para hacer hot cakes.

—Manos a la obra —digo y nos ponemos a cocinar, antes de que los chicos se despierten.

— ¿Crees que ellas terminaron como nosotras? —pregunta mientras calienta la parrilla.

—Y fueran las primeras —mezclo la harina.

— ¿Follaron?

—Ya esperaba la pregunta —rio y pongo la cantidad suficiente de la mezcla en la parrilla formando un perfecto círculo—. Lo único que terminó follada es mi boca y mi entrepierna por su lengua —le guiño el ojo y ella se ríe.

—Qué directa —vuelve a reír.

—Tú preguntaste —le doy vuelta al hot cake—. Ve cortando la fruta.

—A la orden —dice como soldado.

—Si quieres impresionar a tu chico, recuerda que los trozos deben estar perfectos —me burlo al ver los trozos enormes y me rio—. Wey, mejor danos la sandía entera —ella me fulmina con la mirada y más me rio.

—Al parecer nuestras chicas se despertaron alegres —aparece Samuel y la abraza por la espalda, le deja un beso en su cuello—. Pero estoy de acuerdo con Vanessa —se burla y ella le da un golpe con el codo.

—No sé de qué te quejas, si cuando estoy en cuatro, no te quejas de nada, Sam —dice angelical.

— ¡Ebba! No quería saber eso —la miro dejando un plato con demasiados hot cakes en la mesa—. ¿Es rico hacerlo en esa posición? —intento sonar seria, pero me rio.

—Demasiado —confiesa y Samuel se ríe.

—El chiste es —mira a Adler que está en la entrada de la cocina y sonríe—, que el chico se mueva muy bien, digo, no es para presumir.

— ¿Me estás diciendo que no sé coger? —se acerca a mí y me deja un beso en la mejilla.

—Eso parece —me burlo—. Ya está todo listo para desayunar.

—Estoy pensando seriamente en que Vanessa se mude con nosotros —dice tomando asiento.

— ¿Por qué solo ella, Sam?

—Por saber cocinar, mi querido arte —se burla y ella golpea su hombro.

—Pues cuando quieras coger, dile a Vanessa —gruña y me rio.

Amores InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora