Capítulo 10

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VANESSA

—No me hables, sigo ofendido porque no me invitaste —dice Dirk y me rio.

—Pero fue algo improvisado —hago pucheros para que me crea y él rueda los ojos.

—Nena, no costaba nada mandar mensaje —hace un suspiro dramático—. Me quitaste la oportunidad de conocer a mi amor de mi vida —dramatiza y me rio.

—Dirk, el amor de tu vida no lo vas a encontrar en un antro —digo segura y le doy un mordisco a mi sandwich.

—No lo sé porque no fui —sigue en su plan de drama y le da un trago a su licuado rojo, la verdad no sé de qué es, pero no se me antoja—. Pero cuenta, ¿cómo te fue con ese chico que te vuelve loca?

—Me volvía loca —vuelvo a comer, porque si solo hablamos, se nos termina la hora de comer sin comer.

—Yo estoy seguro de lo que digo, amor —me regaña y picotea su ensalada.

—Te voy a contar —le cuento todo lo que pasó en su habitación, omito los detalles, en el antro, bueno, no es que pasó algo ahí, solo bailamos como los viejos tiempos—. Y ya, fue todo.

—Fue todo —dice imitando mi voz y le lanzo un trozo de lechuga y él la esquiva—. Algún té darás cuenta, beibi —dice y termina de comer.

Bueno, todavía no conozco al nuevo integrante del equipo de mi mamá, lo tiene bien escondido, pero me dice que es muy bueno y tampoco nos hemos cruzado, tal vez sí pero no lo conozco.

—Pero qué chico tan guapo —susurra mi compañero y hace una seña hacia el chico que está en una mesa—. Espero que sea el amor de mi vida —suspira sin dejar de mirar el chico.

El chico mira su celular, su cabello negro está desordenado, pero no le quita el toque sexy que le da, tiene una gabardina gris con puntitos negros, parece modelo de revista, de seguro es todo un don juan. La camarera le deja su café y él levante la cabeza para sonreír, ahí es donde casi me da un infarto.

—Pero qué caras —dice mi compañero.

—Es Adler —le digo y él se emociona.

— ¡¿Qué?! —se emociona de más y hace que todo el mundo nos mire, incluyendo el chico sonriente.

—Cállate —susurro, pero es demasiado tarde porque el chico llega a nuestra mesa.

—No sabía que te iba a encontrar por aquí, mami —me saluda con su típica sonrisa y yo se la regreso.

—Me va a dar algo —dice Dirk—. Qué sexy —susurra y rio.

—Dirk, él es Adler, un amigo —los presento y estoy segura de que Dirk le da un infarto.

—Puedes sentarte, Adler —le dice y el  chico toma asiento con demasiada confianza—. ¿Trabajas cerca de aquí? —pregunta con curiosidad.

—Sí, en el laboratorio Bayer —dice, los dos nos sorprendemos.

—Qué casualidad, nosotros también trabajamos ahí —dice mi compañero y yo solo asiento.

Amores InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora