Y entonces, me bebí tu recuerdo para que no volvieras a hacerme mal.
Me lo tomé al seco, y sentí el calentón como el tequila bajar por mi garganta.
A medida que descendía, mi laringe se calentaba y el alcohol a mi guatita llegaba.
Me embriagué esa noche, y la siguiente.
Y la semana entera, y el mes entero y el año quizás.
¿Y las mariposas?
Esto ya no es un sueño.
Las mariposas muertas caen.
De a una.
Recordando cada promesa sin cumplir.
Cada palabra sin amor.
Cada mentira que creí.
¿Qué debo hacer?
Si ya lo comprendí.
No pude hacerte feliz