Capítulo 13.

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23 de noviembre por la mañana, Erick recordó que Christopher cumplía sus diecinueve años, así que feliz se apuró a vestirse y luego corrió a preparar alguna cosa extraña con la intención de crear un rico desayuno para su novio mientras éste dormía.

Por supuesto que era raro, pero tenía un buen sabor.

Y sí, un tipo sin corazón como él también era amante de lo romántico, así que le valía un carajo si alguien se burlaba de que estuviese pensando en llevarle a Christopher el desayuno a la cama.

Al subir las escaleras de regreso escuchó como la voz del chico preguntaba por él suavemente, como si acabara de despertar. Y así era, al entrar a la habitación lo encontró con su cabello un tanto alborotado, los labios rosas y las mejillas sonrosadas debido al calor que se creaba con todo lo que utilizaban para cubrirse al dormir.

Con una mano el ojiverde sostuvo la bandeja que tenía contra su cadera mientras con la otra cerraba la puerta de nuevo y al volver a mirar al castaño, éste le sonreía tiernamente con notable sueño.

Normal en él, puesto que levantarse temprano no era para nada lo suyo y las 7:00 era mucho para su aguante.

—Buenos días, Chris —saludó acercándose con cuidado hasta el borde de la cama y con su mano libre tomó del mentón al castaño, preguntando—. ¿Qué se siente ser un viejito?

Antes de obtener una respuesta le besó como jamás nunca había hecho. Suave y delicado, como si por primera vez fuese él quien imaginaba que Christopher se podía romper con apenas un roce.

Christopher sonrió extrañamente al sentirlo alejarse y abrió los ojos, desviando la mirada como queriendo entender la razón de aquél cambio en sus besos

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Christopher sonrió extrañamente al sentirlo alejarse y abrió los ojos, desviando la mirada como queriendo entender la razón de aquél cambio en sus besos.

—¿Y bien? —insistió Erick.

—No soy tan mayor y, además a tí ya te falta poco también.

—Aún soy un bebé.

—Mi bebé —espetó Christopher removiéndose sobre la cama para intentar tomar la cintura del menor, haciendo regar un poco el café que le había preparado Erick—. ¡Ups!

Erick sólo hizo un gesto de desagrado y se alejó para colocar la bandeja en el mueble frente a la cama. Apenas lo hizo, gateó sobre la cama hasta quedar a horcajadas de su novio, le tomó las manos y las llevó hasta su cintura, soltándolas hasta que se encontraron firmes en el agarre.

—Feliz cumpleaños, Christopher.

Se lanzó sobre el cuello del castaño, abrazándose como si no hubiese un mañana para alguno de los dos, y Christopher, emocionado y sorprendido por lo bonito que había comenzado su mañana lo apretujó con fuerza, besando cortamente su hombro.

—¿Ya te he dicho que te amo?

—Algunas veces —rió Erick, ladeando un poco la cabeza cuando se miraron—. ¿Vas a decirlo otra vez?

—Te amo demasiado —soltó, dando satisfacción a Erick—. Te amo y quiero pedirte que busques dentro de tí lo más pacífico que haya, para vivir tranquilos aún con ésta vida loca porque, a pesar de todo yo quiero estar contigo hoy y siempre.

Erick le miró casi un par de minutos en silencio, expectante y avergonzado, no quería hacerlo pero claramente necesitaba preguntar lo que desconocía.

—Chris... —comenzó, paseando su dedo índice por la mejilla de Christopher— ¿Cómo uno sabe que ha encontrado paz en uno mismo?

—¿Jamás la sentiste, antes de venir aquí?

—Cuando uno nace pobre, entre la violencia, la marginación y la delincuencia no puede conocer eso —admite mirándole a los ojos—. Ver a papá irse en la oscuridad y saber que aunque ya no pudiera verlo llegaba de la misma forma a casa para ganar el dinero suficiente para mamá y para mí, mientras ella rezaba para que él volviese a casa a salvo no era lindo en ningún aspecto. Al principio no sabía por que ella siempre parecía tan nerviosa por nuestra seguridad, pero cuando comencé a crecer y a escaparme a la calle me dí cuenta.

Christopher suspiró.

—No te volveré a mencionar lo de mis padres de ahora en adelante por más enojado que esté contigo —propone—. Pero tú debes olvidar que hubo cosas tristes con tu familia, sólo busca lo poco o mucho que llegaron a hacerte feliz y piensa que si algún día me largo de aquí, tú irás conmigo, porque habrá una gran vida llena de triunfos y completamente libre esperando a por nosotros.

—¿Por nosotros? —dudó— ¿Tú y yo, juntos?

—Siempre estará bien así, ¿no es verdad? Sólo tú y yo por el resto de nuestras vidas.

—¿Y para estar contigo debo abandonar éste lugar? ¿Es un requisito? —Christopher le miró confundido y en silencio— No quiero irme y tú tampoco deberías, mucho menos mencionarlo con tanta esperanza sabiendo que alguien puede escucharte.

—Sólo tú me escuchas ahora, ¿piensas delatarme?

Erick se quedó en silencio.

Para él era clara la respuesta: jamás lo delataría; pero estaba seguro de que tampoco lo dejaría huir tan fácilmente sabiendo que lo perdería.

No quería dejarlo ir, y no quería que Christopher lo dejara a él.

Sin responder sacó la sudadera que le cubría y su pants, botándolos ambos en el suelo al bajar por el plato de hot-cakes que había preparado, llevando consigo la mermelada y volviendo a la cama.

—Chris, tengo un regalo para tí.

—¿Ah sí? —suspiró, dejando de lado su conversación anterior— ¿Y de qué se trata?

—¿Qué te gusta más? —sonrió malicioso— ¿El sexo o la comida?

Christopher le miró unos segundos en silencio y terminó formando un puchero.

—Ambos.

Mordiéndose el labio Erick comenzó a dejar pequeños puntos y espirales con la boquilla de la botella de mermelada desde sus mejillas hasta el borde del elástico de sus bóxers y, sonriendo mirando los ojos de Christopher deslizó tal prenda y dejó caer un chorro de mermelada sobre su miembro.

—¿Quieres jugar? —preguntó seductoramente, notando en la mirada de Christopher cuan bueno era el regalo, sabiendo que posiblemente ya comenzaba a formarse bajo las sábanas aquél bulto que ya conocía— Sólo tienes que combinar tus dos cosas favoritas.

Christopher no perdió demasiado tiempo y comenzó a lamer sin censurar sus deseos las mejillas del ojiverde, bajando hasta donde hubo la última gota de mermelada.

Christopher no perdió demasiado tiempo y comenzó a lamer sin censurar sus deseos las mejillas del ojiverde, bajando hasta donde hubo la última gota de mermelada

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—¡Cumple muchos más! —gimió Erick entre sonrisas, sintiendo los dientes del castaño rozar levemente su punta.











¡Al fin!


Voten y comenten bebés♡.
Se me ha ido la práctica de escribir.

Ristopherdiel🌈
🐒🐈🐥

Niño sicario || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora