Capítulo 5.

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Quizá el comenzar a hacer lo que le pedían cerrando los ojos para no ser testigo de como se volvía un asesino servía bastante, porque aunque terminaba sintiéndose pésimo ya no lloraba.

Erick a veces le miraba con orgullo y él odiaba esas miradas.

Simplemente no necesitaba que alguien se sintiera orgulloso de él por acabar con la vida de alguien, porque más bien, él mismo sabía que era una mierda.

De cualquier manera, no perdía las esperanzas sobre que algún día lograría salir de ahí, o que alguien lo salvaría, porque aún no entendía que no había habido una búsqueda de él cuando sus padres murieron.

Ya había pasado un año.

Al ver que comenzaba a hacer de forma más rápida cada cosa, los jefes comenzaron a tratarlo un poco mejor y a Erick, como siempre, premiándolo.

Les habían cambiado a una habitación más agradable en la planta alta del lugar, con grandes ventanales de cristal y una vista increíble. Todo por no tener sentimientos.

Y claro, Christopher iba como pilón en esa habitación,  porque más que nada era para el ojiverde.

Por suerte, también tenían ya la libertad de recorrer el lugar a su antojo, porque ya eran –aunque uno muy bruto y el otro un llorón– de confianza.

Y por ello, Christopher agradeció infinitamente a los matones con los que vivía y, aunque ellos aceptaron sus agradecimientos, terminaron por hartarse de su boca imparable y el jefe terminó por preguntar:

—¿Por qué tanto escándalo con eso?

El chico sonrió, abrazando por la cintura al ojiverde y acariciando su barriguita.

—Porque así Erick tendrá un lugar más adecuado para pasar el embarazo, y eso me hace feliz.

Tomados por sorpresa, todos comenzaron a preguntar y el menor maldijo, porque jamás tuvo la intención de que alguien, además de Austin supiera de su embarazo, porque realmente no tenía planeado que duráse mucho.

—¿Estás embarazado? —le preguntó Nick y él negó con mala cara— Christopher, ¿lo está?

Orgulloso, el chico asintió, apretándolo más hacia su cuerpo.

—Si, y soy muy feliz.

Erick no entendía sus razones para estar tan emocionado con un bebé y, aunque para el castaño seguramente era muy importante, a él le valía una mierda lo que fuera que tenía dentro.

No podía esperar mucho tiempo, porque se desarrollaría y sería mucho más difícil.

Lo que él no tenía en cuenta era que Christopher en parte estaba aceptándolo porque sabía que lo quería y no quería hacerle daño, además, sí comenzaba a quererlo también.

Pero él no pensaba ni un poco en lo emocionado que estaba el chico con su embarazo, y no le importaba entender que además de haberle arrebatado a su familia, ahora iba a hacer lo mismo con lo que veía como la posibilidad de una nueva.

—Puta madre —murmuró ante la confirmación del chico.

Se zafó de su agarre y, dándole una mala mirada corrió hacia su habitación.

—Parece que a él no lo hace tan feliz —se burló Nick y el castaño hizo una mueca porque, aunque sabía que era así, esperaba que se acostumbrara pronto, porque un hijo de ambos seguro sería lo más bonito del mundo, y no quería que al nacer lo tratara mal—. Ve con él, Christopher. Tendrás suerte si ese bebé nace, porque Erick es aún muy pequeño para tenerlo.

—Yo lo voy a cuidar para que las cosas salgan bien.

—¿Cómo? —preguntó el jefe, elevando una ceja.

—Voy a hacer yo el trabajo sucio —aseguró bajando la mirada, porque no era algo que quería—. Y luego haré todo lo que sea necesario.

Todos ahí se miraron sonrientes y Nick rió, cuando el castaño ya estaba por irse.

—Ojalá se embarace seguido para que tengas los huevos así de puestos.

Christopher simplemente bufó y corrió a la habitación, encontrándose a Erick pateando cualquier cosa y soltando maldiciones, así que se apuró a abrazarlo por la cintura.

—¡Suéltame, idiota! —le gritó el ojiverde.

Su ceño se frunció ante aquello, porque el chico nunca le había gritado y mucho menos llamado de una forma ofensiva.

Lo giró hacia él y, tomándolo del cuello lo besó con profundidad. A los segundos, sus lenguas estaban chocando entre sí, y, satisfecho por la correspondencia sonrió alejándose de los labios del contrario.

Así, decidió pasar lentamente las manos por su rostro.

—¿Qué pasa niño? —preguntó, haciendo bufar al menor.

—¿Qué pasa? —repitió con molestia— Acabas de decirle a todo el mundo que tengo una mugre aquí adentro.

—No lo llames así, Erick —rogó mirándolo con tristeza y dejó un pico en sus labios, con la esperanza de que eso al menos funcionara un poco—, es un bebé de ambos. ¿Sabes? Siento tanto haberlo dicho ahora, pero es que estoy muy feliz y no sé cómo controlar mi bocota. Me gusta saber que hay algo de los dos en tí, y amo la idea de que algún día llegarémos a ver cuan hermoso será. No quiero que seas de los padres malos cuando nazca, cariño.

Erick sonrió.

En parte le hacía feliz que le dijera cariño pero, por otro lado, le divertía el hecho de que es chico le pidiera eso, porque definitivamente no habría forma de serlo.

—No lo seré, créemelo.

—Vale, sí, te creo.

El ojiverde se abrazó de su cuello y estiró sus labios para atrapar los del contrario, besándolo apresurado, mientras el otro intentaba seguirle el rítmo.

Cuando el chico le había tomado con fuerza de la cintura él bajó las manos por su torso y, sin esperar mucho más, las adentró en la ropa del castaño.

—Erick... —fue callado con un corto beso y le miró con atención, sintiendo las caricias a su miembro— no sabemos sí...

—Shh —volvió a interrumpir, sonriendo—. Házme disfrutar ¿quieres? Estoy caliente.

Christopher asintió y se dejó hacer, cuando sus pantalones cayeron al suelo junto a su ropa interior.

El menor se arrodilló frente a él y comenzó a mover una mano sobre su pene, sosteniéndose con la otra en su cadera.

Cerró sus ojos disfrutando de cada movimiento, porque definitivamente era muy agradable.

Le gustaba todo del chico, claro que sí.

Sintió su húmeda lengua pasar por el pliegue de su pene y la punta de este fue engullida y succionada por los labios del menor.

—Ay Erick —gimió bajo y el chico levantó la mirada, conectándola con la suya—. Mételo todo, cariño.

El ojiverde, obediente comenzó a meter de a poco lo que podía, hasta que sintió una pequeña arcada y echó hacia atrás la cabeza.

Así comenzó a mover su boca, recibiendo también leves embestidas del chico, que entraba y salía de ella.

—Suficiente —espetó con una sonrisa, alejándose, viendo al castaño negar—. Claro que sí, ahora fóllame.

Niño sicario || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora