Capítulo 1O.

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El aire era perfecto, el soleado día le ponía relajado por una parte, sabiendo que no estaría mucho más en aquél horrible lugar donde todo lo que comía era insípido y la soledad infinita.

Pero no más.

Lo único malo que contrastaba el grandioso día y lo ponía triste y de mal humor, era que fe verdad Christopher había cumplido con lo que había asegurado, y no había ido a verlo para regresar juntos a casa.

A su hogar.

Desde que Nick le había dicho que él lo llevaría y le entregó la ropa para cambiarse e irse lo más pronto posible, supo que nadie más iba a llegar. Y era consciente de que, de alguna forma, él había sido el culpable en sacar el lado orgulloso de Christopher, pero también sabía que no tenía la culpa de tener celos de aquél tonto peliverde, si parecía que el tipo quería quedarse como garrapata a su novio.

Simplemente hizo lo que su tóxica mente le ordenó.

Cuando estuvo dentro de la camioneta, Nick le dió una mirada penosa por el espejo retrovisor, antes de ponerse en marcha.

—Él está muy ansioso ¿sabes? —mencionó, como intentando justificar su ausencia según la comprensión del ojiverde— Quiere verte, es sólo que no sabe cómo reaccionar cuando está contigo, porque aún se siente frustrado por lo que hiciste.

—¿Porque maté a su cosa?

—A su hijo —corrigió—, y a tí te pusiste en peligro. Él dijo que te iba a proteger de todo —intentó recordarle—, pero no te pudo proteger de tí mismo.

Erick bufa, volviendo la mirada a la ventana con molestia por sus palabras, porque no es como si él fuese algún monstruo o loco al que tengan que mantener vigilado para no hacerle daño a nadie ni a sí mismo.

—Anda avanzando, ya sabrá él si quiere verme —aseguró, fingiendo desinterés—. La verdad es que me importa muy poco lo que el quiera, haga o deje de hacer.

Negando ante sus palabras, Nick puso el vehículo en marcha y avanzó.

Erick podía parecer cruel ante los ojos de muchos, o quizá de todos, pero en realidad era un tonto que necesitaba puro amor y caricias. La atención completa para él y, de alguna forma, el pensamiento de no tener hijos había llegado desde pequeño por esa razón. Sabía que el estar con alguien era porque él así lo iba a decidir, ya fuese noviazgo, matrimonio o lo que fuese, pero creía que el hacerse de un hijo robaría toda la atención de su pareja y realmente, no quería terminar siendo un cero a la izquierda para la persona con la que buscaba atención y amor.

El entusiasmo de pensar que volvería a verlo, era escondido bajo alguna máscara de desinterés tan hipócrita, que incluso le dolía la expresión seria en el rostro, pero claro que no era más que el dolor en su corazón, cada vez que recordaba las pocas posibilidades de volver a ser bien recibido por entre los brazos de su novio, aunque la esperanza se mantenía sin perderse o desvanecerse ni un poco, porque sabía que intentando ser "bueno", Christopher quizá le perdonaría.

La entrada a la gran mansión no pasó mucho después de 40 minutos, y Erick soltó todo el aire que retenía en su interior, esperando no encontrar a su novio con el estúpido chico de la semana anterior.

—Erick, mi padre...

—Si, claro —le cortó, apurándose a bajar al abrir la puerta, mientras Nick le veía confundido y una mueca yacía bien puesta en sus labios—, en un momento voy.

—No, él quiere que estés presente en la cena de ésta noche.

—Ah, sí, ahí estaré sin falta.

Niño sicario || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora