Christopher esperaba que el chico le dijera algo, porque apenas se paró en la puerta, no había dejado de sonreír con alto ego, y ya comenzaba a molestarle.
Finalmente terminó soltando un suspiro y antes de desviar la mirada le escuchó decir:
—Ven acá niñita, te voy a enseñar algo.
Quizá no podía hacer nada "malo", pero definitivamente no iba a dejar que se burlaran más de lo que notablemente hacían.
Se levantó con los puños apretados y pidió con rudeza en la voz:
—No vuelvas a llamarme con apodos femeninos. Yo te conozco y sé de lo que eres capaz, pero tú a mí no, así que déjame en paz.
—¿Por qué? —el chico se rascó el mentón, fingiendo pensar en su respuesta— ¿Eres muy malo?
El castaño negó.
—Yo no soy malo —corrigió—, pero no seré bueno con quienes no son buenos conmigo.
—¿Y me conoces? —asisntió— Yo creo que no. Toda le gente cree conocernos, a mí y a mi padre, e incluso al pequeño Erick, pero al final todos son unos estúpidos borregos del gobierno, que saben lo que les quieren decir.
—Pero yo no hablo de las malditas noticias que dan los corruptos —aseguró—. Mi padre lo era todo, y por eso lo mataron, porque jamás fue como el resto. Nick Porter.
El chico rió con fuerza y se acercó a palmear la mejilla de Christopher.
—Será mejor que no hables tanto, plebe —advirtió sonriendo falsamente—. Aquí yo tengo paciencia, pero el jefe no, y seguro que ya sabes como va esto gracias a tu padre... —el castaño asintió, mirándole a los ojos algo nervioso, porque sí, podían matarlo de la manera que quisieran si seguía mostrándose así frente a todos—. Y ven conmigo, que es hora de que veamos que tan rudo eres... Quizá podamos verte como el hombre que crees ser.
Cerró los ojos unos segundos, contando en silencio, porque realmente odiaba a aquel chico.
Lo llevaron al campo de tiro, donde vió a Erick disparando sin mucha puntería, y a los otros hombres riéndose de él.
Era tonto.
Un arma se posó frente a él, y miró a Javier con negación, pero este la empujó sobre su pecho.
—Tómala, y dispara a cada uno de esos —señaló los tableros con figura humana a los que el ojiverde intentaba derribar—. Por cada uno que esté bien, te quitaré un apodo.
Christopher tomó el arma sin ganas.
El realidad no entendía cómo esperaba que los dejara en el piso, si cada uno tenía una base en el suelo.
Se encaminó hacia ellos y cargó la pistola. Apuntó, y disparó algunas veces a la parte baja, tirándo y escuchando como caía el primero.
Pasó con el segundo e hizo lo mismo, y así siguió con los demás, hasta que llegó al sexto, donde se encontraba Erick y este le miró, con asombro y algo más, pero no le tomó importancia a lo que quizá eran nervios, porque estaba concentrado en tirar lo que le habían pedido.
Y cuando cayó, se giró al chico que le había dado el arma, quien estaba más que furioso.
—¿Cómo es que sabes disparar? —susurró el ojiverde viendo a Nick acercarse, Christopher le sonrió levemente.
—Mi padre me enseñó.
—¡¿Qué carajo hiciste?! —gritó el otro chico llegando con ellos.
Sólo había hecho lo que le había pedido, por lo tanto no entendía por qué estaba tan molesto.
—Los derribé...
—¡No era literalmente, estúpido! —se quejó— Sólo tenías que disparar en el maldito ángulo rojo.
El castaño se encogió de hombros, sin mucho interés.
—A mí me dijiste claramente derribar —silabeó, sonriendo—. El estúpido no he sido yo.
—Muy gracioso idiota —el chico le miró muy mal, y luego pasó su mirada al ojiverde—. Erick, llévatelo antes que lo haga mierda.
El niño asintió y le tomó de la mano, corriendo con él rápidamente hacia la habitación que compartían.
Al llegar allá, ambos se sentaron en silencio sobre la cama, y el castaño tiro el arma que le habían dado bajo la cama, sin que el menor lo notara.
—¿Siempre tienes que hacer cosas que no les gusta? —preguntó nervioso el ojiverde y Christopher le miró.
—¿Qué quieres que haga? —el chico le tomó del rostro cálidamente y rozó sus narices, dejándolo un poco incómodo.
—Sólo no quiero que ellos te hagan daño.
Aseguró, acercando un poco más sus labios a los contrarios.
—A mí ya me han hecho todo el daño que podían —aseguró cerrando los ojos ante el contacto que sintió, y pronto la boca del menor ya se encontraba tirando de sus labios, besándolo como jamás él había besado a nadie, y es que literal, con ese niño había sido su primer beso—. No hay más por quitarme.
Concluyó cuando el ojiverde se alejó de sus labios.
—Y yo... ¿Puedo darte algo?
—Nada, Erick, eres un niño —opinó, mirándolo con pena, porque por más lindo que fuera, quince años no eran suficientes para desear algo suyo, y mucho menos con lo que había hecho—. Y me has quitado más de lo que alguna vez podrás darme.
Desconsolado, el niño se echó a su cama, y pronto dejó salir lágrimas silenciosas.
Era verdad que lo había lastimado, pero realmente esperaba que lo había hecho para no morir.
Él no había elegido estar ahí, simplemente había hecho cada cosa que podía para sobrevivir y, acabar con las vidas de aquellas dos personas tan importantes para Christopher había sido una de esas cosas.
Pero es que simplemente no quería estar solo y, creía que al menos, el chico le quitaría peso porque por él seguía vivo.
El castaño escuchó un sollozo ahogado salir de sus labios y, sabiendo que posiblemente él era alguien sentimental, suspiró, levantándose de su cama para ir a la otra y abrazarlo.
Al instante, Erick se acurrucó sobre él y, luego de algunos minutos se quedó dormido. Y el otro no paró de mirar su rostro relajado y tan bonito.
¿Cómo era que una cosa así de bella y pequeña tenía el corazón para hacer tantas barbaridades?
Era tierno.
Era lindo.
Pero, ¿por qué él querría meterse con alguien menor de una forma "romántica"?
Es decir, no sería un delito porque él aún no cumplía la mayoría de edad y, aunque lo fuera, estaba seguro que en ese lugar no les importaba pero, de alguna forma el chico debía tener un poco de inocencia, y esperaba que esa fuese la parte del corazón.
Aunque, de todas las cosas que podían obligarle a hacer, la que menos odiaría sería darle compañía y hacerle creer un poco que podía sentir algo con alguno de sus besitos.
Pero, sería mucho más que mentirle al niño.
Tendría que mentirse también a él, si lo que quería era no hacer alguna locura antes de tiempo.
Debía ganarse la confianza de todos, y luego se iría de ahí, a donde pudiera.
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Niño sicario || Chriserick.
Fanfiction"¿Jamás has imaginado una vida fuera de aquí? ¿Poder amar con libertad?" "¿No es así nuestro amor? Porque a mí me gusta, o quizá ya es la costumbre." "Sí, sólo que... Hh, a veces desearía no pertenecer aquí. Aunque bueno, nunca lo he hecho."