Paso 10

103 5 1
                                    

Vi esa mirada otra vez, quizás no eran los ojos más bonitos del mundo pero eran los únicos que yo quería ver.
Lunes, día de ir a la escuela. Me levanté demasiado tarde, tanto, que sólo me dio tiempo de vestirme y cepillarme los dientes. Salí muy tarde de mi casa, a las 7:45 hora a la que, se supone, yo ya debería estar en la escuela. Terminé llegando 8:14, pésima hora, pues me tocaba con Berenice, que me regañó y no me dejaba entrar a clase.
Acabé la clase de Berenice fuera del salón de clase. Justo cuando yo ya estaba pensando en regresar a mi casa. Lo bueno es que no estuve esperando afuera tanto, sólo 16 minutos, solo.
Acabando su clase, le tocaba la hora a Griselda, profesora de Química.
Griselda era una maestra muy querida por muchos de mis compañeros, menos por mí, no me agradaba su manera de dar clases. Se me hacían muy tontas.
A mi parecer, soy todo un as en química, entiendo fácilmente los temas, lo que más me gustaba era la estequiometría.
Terminando la mitad de las clases, era hora de recreo. Me puse a charlar con Gabriela, le conté de lo sucedido con María la noche pasada. Ella ya lo sabía todo, le había contado María, le pedí consejo, no supo qué decirme, según ella, María ya llevaba desde hace un buen tiempo gustando de mí, sólo que no encontraba cuando decirlo, cuando encontró ese momento, lo hizo. Esperó a ser mi amiga para poder decirlo. No la vi en todo el día, según Gabriela, se había enfermado, pero yo no lo creí así. Llamé a María, no me contestaba así que le dejé un mensaje de voz el cual no creo que haya escuchado.
Terminando la escuela, le volví a marcar, pero esta vez parece que me colgaba cada vez que llamaba. Decidí no molestarla más, al menos en ese día.
Esperé el autobús, no pasaba, encontré a Daniel y su mamá me ofreció llevarme a casa, como lo dije, es un pan de Dios.
Llegando a mi casa, subí a mi cuarto y me dormí.
Me despertaron mis papás a las 5:37p. m. no había comido, así que comí con ellos. Comí unos camarones a la veracruzana (le había pasado la receta a mi madre), no me gustaron tanto esta vez, hasta creo que estaba tan malo el camarón, que fue por éste que me enfermé del estómago. No pude dormir bien aquella noche por los largos dolores estomacales.
En uno de esos momentos que desperté a causa de los dolores, me dio curiosidad por saber un poco más de la relación Gustavo-Rosa, así que los espié un poco. Resulta que Gustavo fue también novio de María hace mucho tiempo. Parece que jamás los conocí a fondo. Creo que cometí un error, pero lo hecho, hecho está.

99 PasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora