Paso 23

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La hora de la comida había llegado cuando desperté, las tres de la tarde. Nadie me llamó a desayunar, sentía hambre. La noche pasada había sido genial, las fotos publicadas en Facebook la delataban.
Me paré de la cama, tomé mi celular, tenía varias llamadas perdidas de María. Le iba a llamar cuando mi mamá llegó a mi cuarto para ver si me había despertado y, si ya lo había hecho, bajara a comer.
Estaba bajando los últimos escalones cuando me tropecé y caí. Me doblé la muñeca al intentar amortiguar el golpe. El dolor era fuerte, pero con el tiempo se redujo.
Desayuné y no le tomé mayor importancia a lo sucedido anteriormente.
Acompañé a mi papá a trabajar, pero al ver mi muñeca, estaba hinchada. Me asusté al verla de tal anchura. Le avisé a mi papá durante el recorrido, me preguntó qué me había pasado y le conté. De inmediato me llevó al hospital.
Arribando al hospital, llegamos a recepción, pasé rápido. Me acostaron en una camilla reclinable, algo vieja. Mi papá, asustado, llamó a mi mamá para que fuera.
Al cabo de unos minutos, llegó el doctor, era algo joven, de unos 30 años, por lo que creí que casi no tenía experiencia. Me atendió bien. Preguntó por lo que me había pasado, como cualquier otra persona lo haría y mandó a que me sacaran unas radiografías, para ver exactamente qué me había pasado.
Tardaron mucho tiempo tomándome las radiografías para tan sólo decirme que tenía un esguince de segundo grado, algo que se podía deducir sin tantos problemas.
Me pusieron una férula, no iba a poder usar tal mano para tomar ciertas cosas. La ventaja es que era la mano izquierda y no tendría tantos problemas para escribir.
Estuve en el hospital durante ocho horas, desde la una hasta las nueve, no había comido, así que, una vez que me dieron el alta médica, fuimos a comer-cenar en el restaurante del hospital. No había mucha variedad, ensaladas, sandwiches, cruasanes (cuernitos con jamón y/o verduras) y una que otra carne.
Elegí un sandwich de jamón con queso amarillo y, de postre, un pay de limón. No me gustó el sandwich, pero el pay, estaba exquisito.
Saliendo de ahí, regresamos a casa, había dejado mi celular cargando, lo chequé, tenía varias notificaciones de Facebook y varios mensajes de María, muchos de ellos eran tonterías, pero después leí un mensaje que llamó mi atención, parece que había tenido un accidente automovilístico con su papá. Según el mensaje, el responsable se había dado a la fuga. La única sobreviviente fue su mamá, por gracia de Dios.
Me envió María los datos del funeral y sepelio, el funeral era el mismo día a partir de las 10 de la noche, y el sepelio, a las 3 de la tarde del día siguiente. No quería faltar a tal importante evento, había fallecido uno de mis mejores amigos. Les comenté a mis papás acerca de ello y me dijeron que me llevarían, pero únicamente una hora, pues tenían que dormir.
Llegando, me enteré que María me había jugado una mala broma, todo era falso. Cuando llegué y pregunté por Daniel, nadie sabía nada de él. Fue cuando chequé los funerales que se estaban llevando a cabo en el momento y no estaba él. El enojo que sentí con María fue enorme. Le envié varios mensajes groseros hasta cansarme. Su maldita broma me jodió mi día aún más.
¿Por qué siempre seré yo el estúpido que cree todo lo que le dicen?

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2015 ⏰

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