Paso 17

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Cuando llegó el lunes, yo ya me había enamorado de María, quizás es poco tiempo, pero yo creo saber lo que necesito de ella y ella lo que necesita de mí.
Era otra vez lunes, día de escuela, tenía examen de Historia, había estudiado poco, pero sabía mucho.
Como cualquier persona, empecé nervioso el examen, pero no había de qué preocuparme porque después de todo conseguí la máxima calificación, 10. Fui el mejor de la clase, ni la misma Clara pudo hacerlo aún con su examen especial.
Me sentí lo mejor del mundo, pero se me pasó después de unos minutos, me estaba empezando a hartar de mí mismo. Hasta cierto punto soy un poco narcisista.
Acabando el examen nos tocaba recreo, me quedé con Clara, le conté acerca de mi amor que acababa de saber que existía por María, pensó lo mismo que todos, que era muy temprano como para enamorarme de ella. Le pedí unos cuantos consejos para pedirle que fuera mi novia, me dio muy buenas ideas. Una de ellas me gustó, pues no es tanto gasto, consistía en comprar unos cuantos Post-it y pegarlos en forma de corazón en su recámara, claro, para ello necesitaba un poco del apoyo de su mamá, que creo que eso lo tengo controlado.
Fui a la tienda a comprar tres paquetes de 200 hojas, 600 en total. Me tardé en hacer eso, pero probará que realmente la amo.
Empecé a trabajar desde las 4:34 p.m. para acabar hasta las 8:56, era una buena inversión de mi tiempo, todas las pequeñas hojas contenían cosas de ella que me gustaban, desde su forma de ser hasta los pequeños lunares de su cuerpo. Todo era perfecto.
Al terminar con mi gran obra, llamé a su casa, por suerte ella no contestó, fue su mamá, le comenté acerca de mi idea, sonaba muy ilusionada, me dio permiso e, incluso, me dijo que iba a preparar un pastel.
Me sentí feliz por tal respuesta, agradecí por darme la oportunidad de hacer feliz a su hija, me despedí y colgué.
Acabada mi llamada, envié un mensaje a Gabriela, le conté acerca de mi plan, ella también me iba a ayudar, iba a distraer un poco a María después de clases para luego llevarla a casa cuando todo estuviera listo, agradecí su apoyo y me despedí.
El apoyo de ellas era suficiente para mí, sólo debía pedir permiso a mis padres para ir a casa de María. Al principio no me querían dar permiso, pero después de tantas súplicas, tuvieron que acceder.
Ya estaba todo listo, solo quedaba únicamente dormir para que llegara el otro día sin darme cuenta.
Terminado mi día, ya tenía planeado el agregar otro espacio en mi corazón, uno que probablemente será el más grande, el de María.

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