Una sorpresa agradable

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Tardaron dos días en llegar a la zona que el poder egipcio afirmaba que se encontraba el poder nórdico, pero, por alguna razón, se lo veía extrañado.

Finalmente, Carter le preguntó la razón de su desconcierto.

- Es raro- dijo mirando al horizonte-. No puedo decir con exactitud su ubicación.

Los adolescentes presentes se preocuparon de sobremanera, ¿No lo sentía? ¿Ahora cómo lo iban a encontrar?

- Concuerdo con Faraón- aportó Roma-. Es como si su aura se expandiese mucho y es difícil descubrir su ubicación exacta de esta manera- le explicó a magos y semidioses.

- ¿Osea que no podrán encontrarlo?- habló Magnus.

- Nunca dije eso. Andando, Faraón.

Y, sin más, ambos saltaron por la borda a pleno vuelo. Todos se dirigieron rápidamente al costado por donde habían saltado, para luego relajarse al ver que tomaban vuelo.

- Volveremos en un rato y, si tenemos suerte, con el poder nórdico- les informó el moreno.

- Está bien, tengan cuidado- dijo Annabeth.

- Somos poderes antiguos, somos más que capaces de cuidarnos solos- volvió a hablar el poder egipcio.

A medida que volaban, notaron que no era que se habían equivocado con la presencia, si no que esta era tan fuerte que abarcaba una zona enorme, lo cual hacía difícil localizar la fuente.

- Hay que admitirlo- soltó Roma-. Para ser unos bárbaros, esto fue muy inteligente.

- Tienes razón, pero será mejor que no los llames "bárbaros" delante de ellos.

Cada vez se iban adentrando más a un espeso bosque. Se veía que hacía mucho que alguien no pasaba por ahí.

- Propongo que bajemos- dijo Faraón.

Su acompañante asintió y, juntos, comenzaron a descender. Una vez en tierra, Roma se estiró cual gato y miró al moreno extrañado, ya que no había dejado de levitar.

- Los pies de un faraón no han de tener contacto con la suciedad- habló a modo de respuesta.

- Claaaaaro, porque el desierto es el lugar más limpio del mundo- ironizó el otro.

Tut(vamos a llamarlo así sin su consentimiento) lo miró irritado y luego puso los ojos en blanco. "Parece un adolescente" pensó Roma.

A medida que avanzaban, los árboles se veían más fuertes y antiguos, con un ligero toque de magia en ellos. Eso explicaría por qué los mortales no se habían acercado hasta allí en estos siglos.

De repente, justo frente a ellos, escrito literalmente en piedra apareció el sigo de Odín, el Dios de todos los dioses nórdico. Ambos poderes se miraron y asintieron, ese debía de ser el lugar. Comenzaron a seguir la pared de roca hasta que hallasen su fin. A medida que avanzaban, encontraban más símbolos y Roma pudo nombrar un par de ellos: el símbolo de Thor, el de Frey, el de Freya, entre otros.

Luego de un rato de recorrer esa pared, los llevó a la entrada de una cueva. Se veía que era profunda, ya que, por más que fuesen apenas las tres de la tarde, el sol no llegaba a alumbrar más que diez metros dentro de la cueva.

- Más vale que se encuentre allí- refunfuñó Farón.

- Por qué nos esconden solamente en lugares bajo tierra y oscuros?- dijo el poder romano haciendo un mohín-. ¿No podrían escondernos en algún templo que haya sido especialmente hecho para nosotros?

- No seas idiota, es claro que no podían o acaso olvidaste que nosotros "no existimos"- dijo el moreno más irritado que antes-. Si los dioses se hubiesen molestado en hacernos altares y templos los mortales no hubiesen tardado ni un segundo en descifrar lo importantes que éramos, además sabes tan bien como yo que nuestra existencia se escondió del resto del mundo por temor de que los traidores y rufianes nos utilizasen en contra de nuestras culturas.

La luna y el mar van juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora