La historia siempre estuvo mal

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Ni bien llegaron, Grecia comenzó a recorrer toda la nave, asombrando a todos con su energética actitud. Cada tanto se acercaba a Norte para pedirle que la liberara, mas el nórdico seguía poniendo condiciones, a lo que el poder griego dictaminó de que, antes de atravesar la frontera, debía liberarla o no podría acompañarlos.

Alzaron vuelo una vez estuvieron listos, todos se encontraban en cubierta mientras oían a Percy y Alex contarles cómo la habían pasado ese día. Sus amigos se sorprendieron al escuchar lo dulce y amable que era la mayor, incluso Annabeth.

- ¿Cómo te encuentras, mi niño?- le preguntó el Poder Antiguo de Grecia a Magnus-. Me dijeron que pasaste un muy mal rato

El hijo de Poseidón acababa de reparar en que se encontraba un poco más pálido que lo usual, aunque estaba firmemente en pie y conversaba con ellos.

- Oh- aquella pregunta pareció sacarlo de sus casillas, era raro que un Dios se preocupase por un semidiós-, e-estoy bien, g-gracias por preocuparse.

- ¿Estás seguro?- quiso cerciorarse-. Puedo hacer algo de medicina para que recuperes un poco el color, si quieres, claro.

Amablemente, el rubio se negó y luego todos se largaron a hablar de lo maternal que se había visto Grecia, algo increíblemente adorable para la mayoría.

De repente, un destello rojo apareció en el pecho de la mencionada, a lo cual hizo una mueca casi invisible de dolor. Sin embargo, Percy sabía perfectamente que le dolía, porque empezó a dolerle a él también. Eran como unas punzadas directas a su corazón, se iban haciendo más fuertes a cada momento, a tal punto que lo hizo ponerse de rodillas y agarrarse el pecho.

Tanto los semidioses como los poderes antiguos se asustaron por esto, preguntándole qué le ocurría, empero él se encontraba incapaz de hablar en esos momentos, el dolor siguió aumentando.

- Tal como le pasó a Magnus, está sintiendo mi dolor- lo único que podía hacer era ver y escuchar la escena. El poder griego se acercó al nórdico-. Es por esto que necesito que me quites el conjuro- incluso ella se estaba agarrando el pecho-, los Dioses me permitieron estar despierta y evitaron que escapase con este conjuro, para mí no es nada, pero ambos sabemos que los semidioses no tienen la misma tolerancia al dolor que nosotros.

Habiendo escuchado todo que la mayor había dicho, Norte se lo pensó un poco y terminó accediendo, comenzando a murmurar algo en griego antiguo. El azabache pudo distinguir las palabras "concede" y "libertad".

De la nada, las punzadas se detuvieron y él pudo respirar libremente. Un sentimiento de euforia lo llenó, parecía como si dijera que la espera había valido la pena y que se había quitado un enorme peso de encima.

Se giró a ver al Poder Antiguo de Grecia, ignorando a sus amigos y novia que le preguntaban cómo se encontraba, si ya estaba mejor. Todos siguieron su mirada y notaron que Grecia se acercaba cada vez más a la borda, para luego dar media vuelta y mirarlos con los ojos llenos de lágrimas y una enorme sonrisa.

- Gracias- dijo y, sin más, se dejó caer de espaldas al vacío.

Sobra decir que todos los presentes se acercaron corriendo a donde se había arrojado, con el vikingo diciendo cosas como "No debí caer en su trampa" o sus amigos con comentarios del tipo "No sabía que tenía deseos suicidas".

Sin embargo, todos se quedaron con las palabras en la boca al ver que el poder griego volvía a elevarse y quedaba a su altura, intercambiando miradas para posteriormente ella aumentar la velocidad a tal punto que los había rebasado. La escucharon exclamar de alegría y elevarse hasta atravesar las nubes, a Percy no le quedaba duda, esa euforia era pura y exclusivamente por haber salido de la "jaula", tal y como había dicho Asclepio. No pudo evitar sonreír, aunque se encontrasen a punto de probablemente morir, era lindo saber que alguien estaba viviendo el momento de su vida.

La luna y el mar van juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora