Un día en los zapatos de otra persona

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- ¡Arriba, arriba, dormilones!- escuchó el llamado de Grecia, apodo que habían acordado con ella.

Levantó la cabeza del cómodo cojín que había usado de almohada y miró a su alrededor. En frente, se encontraba Percy tendido en un colchón de una plaza, desperezándose, y a su derecha estaba Norte, el cual estaba cubierto de bolsitas de hielo para intentar bajar la fiebre.

- Buenos días, Alex, ¿Te gustan los huevos revueltos con tostadas?- le preguntó la azabache, que se había puesto al alcance de su visión.

Asintió y la otra le sonrió en respuesta, para luego volver a la cocina.

Sinceramente, los estaba malcriando. Anoche habían llegado al departamento, más o menos, a las siete, la joven se apresuró a cocinar y terminaron comiendo a las ocho, con tiramisú de postre. El wok que había hecho le quedó exquisito, sumándole la amena charla que se había dado.

Luego, arrojaron al poder nórdico al colchón más grande y cada uno tomó el que quiso, nunca se esperó que un poder antiguo fuese tan amable.

Grecia se fue a recostar ni bien se acomodaron, les dijo que podían quedarse hasta tarde, pero que a las nueve los quería arriba. Ahora les preparaba el desayuno, Alex sabía que se iban a entender.

Se levantó, se puso unas pantuflas de conejito, que la chica le había prestado, y se acercó al comedor, dirigiéndole una mirada de preocupación al vikingo.

- ¿Estás segura de que no puedes ayudarlo?- la otra la miró apenada.

- Lo lamento, hice lo que pude anoche, purifiqué una importante cantidad del veneno, pero no puedo hacer mucho más. No te preocupes, mi primo lo curará en un santiamén- le aseguró con una cálida sonrisa, buscando tranquilizarla.

- Buenos días...- habló, por primera vez en la mañana, Percy.

- Buenos días, Perseo- curiosamente, llamaba al hijo de Poseidón por su nombre, no por su apodo-. Va a ser mejor que desayunen bastante, nos espera un largo día en Atenas.

- Ya te he dicho que me llames Percy, Perseo suena raro- le pidió-. ¿Y qué son todas esas cosas que tienes que hacer hoy?

Grecia llevó una mano a su mentón, pensativa, para luego acercarse a la nevera y sacar una hoja que estaba sujeta de un imán.

- A ver... Sí, guiar un grupo de turistas por el Partenón, ayudar a la señora Crankie a plantar sus flores nuevas y cuidar a los niños de Bella- dijo mientras leía-. Todo eso antes de las doce porque le prometí a mi primo pasar el día con él, así que a desayunar.

Básicamente, los arrastró hasta el comedor, les sirvió a cada uno una considerable cantidad de huevos revueltos y dos tostadas, junto con un vaso grande de jugo de naranja. Por más que vivía en el Valhalla, uno de los mejores desayunos de su vida.

El departamento no era la gran cosa, una sala de estar espaciosa, que daba a un balcón con vista directa al Partenón, 'Para vigilar' supuso, una habitación y un baño.

Lo que lo hacía interesante eran las cantidades de fotografías que había por todos lados, en todas aparecía la joven con una enorme sonrisa y acompañada siempre, de niños, adultos o adolescentes. También tenía algunas en las que estaba rodeada de personas verdes, otras con lo que parecían sirenas, pero lo que le llamó la atención fue una foto de ella con el perro del inframundo que la acompañaba ayer.

Se sorprendió al no encontrarlo con ellos esa mañana.

- ¿Y el perro?- dio voz a sus dudas.

- ¿Te refieres a Rollie?- asintió-. Oh, él volvió al inframundo, no puede estar todo el día conmigo, se aburriría de sobremanera. Suele visitarme, independientemente del día, más a la tarde, cuando hay menos luz- le explicó.

La luna y el mar van juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora