Mi primera vez (3ª Parte)

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Me quedé en su pecho abrazada por largo rato, con mi oído pegado a  él escuchando sus latidos, sintiendo su aroma y su calidez.
Pensé que se había dormido y quería jugar un poco con sus sueños, así que bajé la mano acariciando su torso, buscando su polla, la cual me sorprendí al encontrar aún erecta, por el largo rato que había pasado.
Apreté sintiendo aún más su dureza y comencé a masajear hacía arriba y abajo despacio.
Empezó a gemir despacio y yo no aguante el deseo de acelerar un poco más y que me siguiera regalando el placer de oírlo y estremecer todo mi cuerpo.
Estaba a punto de montarme sobre él cuando me paró con sus manos, enredando me en sus brazos y dejando mi cuerpo inmóvil encima de su cuerpo.

—Pensé que dormías. —Me sonrojé al ver sus ojos mirándome fijamente.

No dijo nada, solo me miro y acercó sus labios hasta los míos devorándome hasta que nos quedamos sin aire.
Me puso debajo de él con delicadeza mientras besaba mi cuello bajando a mis pechos mordiendolos, succionándolos, haciéndole chupetones y dejando múltiples marcas por todo mi cuerpo.

—Q-quiero más bebé.

—¿Cuánto lo quieres perra? —Su voz era ruda, dominante, me encantaba.

—Mucho bebé. —Dije entre gemidos.

—No te escucho muy convencida... Tal vez debería parar. —Su risa malévola le sentaba muy sexy.

Empecé a buscar su polla con mi coño, moviendo las caderas debajo de él, pero sentía como se apartaba mientras se le escapa la risita triunfal.

—Por favor... Te quiero a ti, más de lo que he querido a nadie nunca.

Sus ojos quedaron fijos en los míos y por su mirada deducía que no se esperaba esas palabras, ni yo misma las esperaba, sólo salieron y ya.

Sentí como bajaba su cuerpo lentamente y empezó a jugar con su polla en  mi entrepierna paseandola de arriba abajo haciendo que pierda la paciencia. Empecé a arañar su espalda y bajé las manos hasta sus nalgas arañandolas también  y apretandolas con mis manos.
Empezó a besar mi cuello y dejarle chupetones que me volvían loca.

—Te deseo Anthony, hazme tuya, quiero ser tuya.

Noté su sonrisa en mi cuello y se irguió levemente mirándome a los ojos.

—Ten cuidado con lo que deseas pequeña.

Se puso aún más cerca de mi entrepierna haciendo que sintiera su polla en mi entrada  poniendo su mano alrededor de su falo haciendo que su polla golpee mi coño varias veces mientras gemía sin poder evitarlo, haciendo que me desespere por segundos sin poder contener los espasmos de mi cuerpo involuntarios, haciendo que mis tetas boten y  choquen contra su torso una y otra vez causando aún más placer en mí. 

—Pídeme que la meta perra, dime "Por favor Amo métela." —Me ordenó. 

Yo me quedé un poco perpleja ante su petición, pero no pude evitar morder mi labio ante la situación. Siempre había sido yo la del control, ¿qué estaba pasando?
Empezó a jugar más haciéndo presión en mi entrada con su polla, y no pude contener más las ganas de sentirlo dentro de mí. 

—Por favor Amo, métela muy dentro de mí, hazme tu perra. —Supliqué. 

Él me miró con una sonrisa fanfarrona y subió una de sus manos hasta mi cara, apretándola y acercándose más a mí. 

—Así me gusta putita, que seas obediente. 

Su mirada era tan fija e intensa que no esperé que se moviera de repente haciendo que su polla entrara en mi cavidad de golpe provocando que gima fuerte apretando mis manos contra su brazo y el colchón arañando ambos al mismo tiempo. 

Las Vivencias de Mía.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora