Nuestra primera vez...

3.1K 49 2
                                    

Anthony, siempre estaba cuando yo necesitaba su ayuda, parecía estar detrás de mí todo el tiempo, observándome, podía sonar brusco, pensar que tienes a una persona constantemente, al acecho pero sabiendo que era él, me sentía más en paz, más tranquila, más serena,

Sus brazos, aún me sujetaban fuerte, sus manos seguían caminando por mi piel, aunque fuera encima de la camiseta. Deseé que me hiciera suya, pero no como una puta, no. Deseaba de verdad que me hiciera sentir esas cosas extrañas que sólo me podía hacer sentir él, deseaba que estuviera ahí, desnudándome poco a poco, sin la prisa de una fogosa primera vez entre los dos. 

Me apartó un poco, y nuestros ojos chocaron, su mirada tenía un brillo desconcertante, pero los míos se veían reflejados en ellos, así que yo también tenía aquella mirada, esa mirada que sólo puedes tener con una persona. 

Sus labios, se empezaron a separar, sabía que tenía mucho que decir, pero no iba a ser ahora, ahora no podía ser. Estampé mis labios con los suyos, sorprendiéndolo al principio, pero enseguida se dejó llevar, bajó las manos hasta mi espalda baja, y yo le agarré una mano, bajándola a mi nalga, y haciendo que nuestros cuerpos se juntaran más y más. Su boca sabía a Halls, y a mí me encantaba, él siempre olía rico, y se veía bien, era el gordito más bello, que yo había visto. Nos separamos por falta de aire.

Le confesé que lo había extrañado, y me calló con su dedo índice,pegándolo a mis labios. 

Podía notar el bulto en su entrepierna, pues aún seguíamos pegados, él estaba sonrojado, y apenado, yo estaba loca porque me hiciera suya.

Él no dijo nada, sólo cogió mi mano, y me hizo seguirlo. Pasamos por una multitud de gente, atravesando supermercados de varias puertas, para acortar el camino. Llegando a un edificio acogedor. Él pasó su brazo por mi cintura, dejándome pasar primero. 

Era un portal, un poco antiguo, pero bien conservado, no tenían ascensor, así que subimos unos tres pisos, por las escaleras. 

3ºA. 

Abrió la puerta, y me inundó un olor fresco, a un toque de menta y de ambientadores. A él. 

Su casa era preciosa, para ser un hombre sólo, mantenía bien la casa, era ordenado... y limpio.

Recuerdo cómo me miró cuando estaba enseñándome su habitación, como sentía que me desnudaba con la mirada. Tenía una cama de matrimonio, así que me tumbé en ella y empecé a hacer la croqueta en la cama. Me encantaban las camas grandes. 

Él se reía mirándome, hasta que su mirada se intensificó, y me tiró de mis piernas al borde de la cama, y se puso encima, besándome lenta y apasionadamente. Yo enredé mis manos en su cintura, comenzando a excitarme a maneras sobrenaturales, pero por primera vez, no quería perder la calma y estropear el momento. Quería que él marcara el ritmo. 

Él comenzó a incitarme, bajando con sus calientes besos, por mis pechos, torso, ombligo, repartiendo mordidas alrededor de éste, mientras con mis gemidos yo le hacía el amor en sus oídos intensamente, todo comenzó como un juego de bandas, en una lucha, por dominar el uno al otro, sus manos aferraban mis muslos, como si estuviera dispuesta a escaparme, su besos aumentaron en el mismo momento que el compás del mío cardio sonaba con el suyo por la habitación, ni siquiera me tomaré el tiempo de hablar de nuestra entrecortada respiración, porque sus besos, bajaron por mis piernas hasta llegar a mi palpitación. 

El corazón rebozando, su lengua abusando, mis gritos aumentando, todo estaba siendo perfecto, mientras corría mi panty al lado, yo hacía movimientos circulares con mis caderas, haciendo que me masajeara con su lengua, fueron, su manos, las que de repente me pararon, y fue su lengua la que entró, haciéndome perder el control, porque fueron sus hombros, los que use de trampolines con mis piernas, movimiéndome en su boca, dando saltos de placer, los espamos eran cada vez más intensos, mientras por primera vez, me estaba dejando llevar por el amor, y no por el placer. 

Entrelazó sus manos a las mías, encajando como si de un puzzle se tratara, haciendo, que me mantuviera ajetreada, mientras el primer orgasmo el lo recibía contento en su boca, y no sabía si era miel lo que escurrí, porque el lo saboreaba como si del más dulce néctar se tratara. En esos momentos de quién era no me acordaba, porque, eran fantasías las que estaba viviendo con su lengua, pero se convirtió en el paraiso, cuando el chico gordito, se paró al frente dejando ver una erección creciente y palpitante. 

No me lo pensé dos veces, cuando me adueñé de su paquete, haciendo un suave masaje...

********

Continuará...

Las Vivencias de Mía.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora