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Jennie había estado muy pegada al grupo de amigas que Lisa era parte. Poco a poco le estaban quitando ese desprecio que le tenían y cada vez más se encariñaban con la morena.

Irene y Chaeyoung habían tratado de hacerle una maldad a Roseanne pero Jennie estuvo ahí para detener a sus amigas. Lisa al ver esto, le dejó un beso en su frente y le dió una sonrisa sincera. Poco a poco Jennie estaba logrando lo que quería, estaba obteniendo el perdón y el amor de la tailandesa, solo que... había un problema.

Kim Yerim. Esa pequeña mujer le había traído dolores de cabeza y por si fuera poco, Yerim estaba invadiendo su espacio personal.

Ambas sabían que no se caían bien pero se tenían que tolerar. El resto de chicas se ponían un poco incómodas con las miradas asesinas que estas se solían dar. Todas sabían que Jennie y Yerim no se soportaban y también sabian que Yerim quería algo más que amigas con Lisa, y eso era lo que a Jennie le molestaba.

En realidad estaba harta. Podía haber sido la misma hija de perra de siempre y hacerle la vida imposible pero ella había cambiado. Tenia razón, nada le costaba decirle a Joohyun, Jisoo y a Chaeyoung que se deshicieran de ella pero quería estar en paz y no tener problemas con la tailandesa. Le había costado mucho llegar hasta donde estaba y no lo iba arruinar.

Los demás estudiantes cada vez que veían a Jennie sonreir por la tailandesa y no por una maldad, temblaban, ya que era raro que Jennie Kim hiciera eso.

Caminaba por los pasillos en busca de Lisa, en su mano tenía un café de leche para la tailandesa, era su favorito y Jennie había acostumbrado llevarle uno por las mañanas ya que Lisa andaba dormida a esa hora. Estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se había dado cuenta que había chocado con una chica que nunca había visto en su vida. El café cayó sobre su chaqueta haciendo que se marchara, soltó un gruñido y con la mirada buscó a la responsable. Sin embargo, se encontró con una estudiante que nunca había visto en su vida, sus libros cayeron al suelo y la mujer iba a decir algo pero rápidamente se calló al ver con quien se había topado.

—Jennie Kim... -Respondió la mujer con la cabeza baja.- Lo siento, Jennie... no me fijé por donde iba, yo... lo siento, lo siento.

Jennie se quería reír, ya que le daba un poco de ternura aquella estudiante que se había puesto nerviosa al verle.

Tiró el vaso de café al cesto de basura, ya que todo se había derramado en ella, se agachó para ayudarle a recoger sus libros y se los entregó en la mano con una sonrisa plasmada en los labios.

La mujer levantó la mirada y observó como la chaqueta de la coreana estaba llena de café. Sintió como algo se le venia encima, ella misma había cavado su propia tumba, eso le pasaba por no fijarse por donde venía pero pero no fue así.

—Discúlpame a mi. Debería fijarme por donde voy. -Jennie hizo una pequeña reverencia sorprendiendo a la contraria.- Nunca te había visto por aquí, ¿Eres nueva?

—Y-yo... lo si-ento, arr-uiné tu cha-chaqueta. -Tartamudeó la peliblanca muy nerviosa.- Puedo arreglarlo.

—No te preocupes, en serio. Fue mi culpa, debería fijarme por donde camino. -La peliblanca bajó la mirada un poco avergonzada y Jennie preguntó por segunda vez.- ¿Eres nueva?

—Llevo aquí por dos años.

Ante esto se sorprendió, nunca en su vida la había visto en los pasillos. Y eso que se la habia pasado rondando en ellos molestando personas al azar.

—¿En serio? No te reconozco.

—Tiraste mi bebida sobre mi falda nueva el año pasado y pintaste mi libro de historia de negro. -Susurró avergonzada la mujer.-

Odio a Jennie Kim. | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora