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Se talló con sus manos hechos puños sorprendida de que ella estuviera a esa hora esperando por ella. Recordó las palabras de esa mujer. Sus palabras eran claras y tenía que hacer caso. Rápidamente entró a su habitación y cerró las cortinas de su ventana.

Era hora de dormir. Se acomodó en su cama, y se dispuso a cerrar los ojos. No estaba lista para hablar con ella después de todo ese tiempo pero estaba más que ansiosa por hacerlo.

A los minutos, piedritas se escucharon sonar por su ventana. Quiso levantarse pero las palabras de la mujer resonaron en su mente por segunda vez. No quería lastimar a Lisa con la verdad pero tampoco quería lastimarle de esa manera. Suspiró por que no tenía de otra.

- No. -Se colocó una almohada en la cara hasta que dejó de escuchar esas pequeñas piedras golpear su ventana. -Lo siento, en serio.

Se levantó de nuevo para abrir las cortinas de su habitación y que le entrara la iluminación por su ventana pero se encontró con una Lalisa sentada abrazando a sus piernas con la cabeza baja.

Su corazón empezó a palpitar fuertemente. ¿Cómo podía hacerle esto? Debía de alejarse de ella y estaba haciendo todo lo contrario.

Suspiró hondo, contó hasta tres y abrió la puerta. Lisa levantó su mirada y se encontró con aquellos ojos apagados.

Ya no eran aquellos ojos que brillaban por maldad, así como los había conocido. Ya no eran esos ojos que brillaban al verle. Sus ojos estaban llenos de neblina y tristeza.

Quiso abrazarle pero se sentía débil. Quería decirle cuánto la había extrañado pero su cuerpo no le funcionaba. Jennie se quedó quieta viéndola desde la entrada y Lisa sonrió por tristeza.

Sentía su corazón partirse en miles de pedazos... Lisa se veía tan apagada pero no tanto como Jennie. Tenia ojeras que adoraban todo el rostro de la tailandesa. Se notaba que no había dormido por días completos, sus ojos se notaban apagados, sus ojos estaban con puntitos rojos de tanto llorar, su sonrisa no era la misma que antes, su nariz estaba roja por el frío que hacía, su cabello estaba hecho un lío, y, si no la conociera, podría decir que no se había pasado un peine por su cabello por años.

Jennie no se veía mejor que Lisa. Llevaba un top negro dejando al aire sus cicatrices que su padre le hizo. Su cabello despeinado y sus ojos bañados en lágrimas. El aura de melancolía que soltaba y la tristeza que abundaba su solitaria habitación.

Ambas se quedaron viéndose fijamente sin decir nada. A Lisa le hacía feliz ver a Jennie al menos por una vez en mucho tiempo, le hacía feliz saber que estaba bien y no estaba tan hecha mierda como ella.

Soltó una risita, dio media vuelta para volver por donde había regresado pero una pequeña manita sujetó su brazo e hizo que se detuviera.

Era Jennie. La pequeña manita de Jennie sostenía con poca fuerza el agarre de Lisa. Se giró lentamente y se encontró con una Jennie viéndole con ojos cristalizados.

- Quédate aquí conmigo. -Susurró la coreana tan bajo que apenas pudo escucharle. -Te extrañé.

De un momento a otro, la energía volvía a Lisa. Una sonrisa de felicidad apareció en su cara. Se safó de su agarre y tomó su manita.

Unió sus dedos contra los de ella, tembló por su mano fría y podía jurar que Jennie estaba más fría que un muerto.

Jennie la hizo pasar a su habitación, se sentaron en la cama y Lisa rodeó sus manitas heladas contra sus cara para darle calor.

-Soplaba aire caliente dándole calor a la morena sin decir una palabra hasta que se atrevió hablar después de mucho tiempo. - Te extrañé también, Nini. -Dió un corto beso en los nudillos de la coreana y ésta rió.

Se quedaron así por unos minutos más. Los ojitos de Jennie comenzaron a fallar, un bostezo salió de su boca. Lisa hizo que Jennie se acurrucara en la cama. Se separó de ella por unos momentos y con la sábana, la empezó a cubrir. Jennie la miraba desde ese punto. Sus débiles ojos rogaban que Lisa se acostara a dormir con ella o al menos hasta que ella se quedara dormida. Hizo una seña con la palma de su mano indicandole que había un espacio a lado de ella y Lisa pareció entender.

Se metió entre las sábanas de forma que la cabecita de Jennie quedara recostada en el pecho de la tailandesa y poder sentir su piel contra su sudadera.

- Lo siento, Lisa. -Se disculpó en un susurro la coreana.

- Tranquila... ¿Sí? Duerme tranquila, te lo mereces. -Respondió la tailandesa al mismo tiempo que acariciaba lentamente el cabello de Jennie.

La coreana se comenzaba a relajar por los latidos del corazón de su tailandesa. Lisa, al darse cuenta, se sonrojó pero era demasiado tarde.

- El está latiendo por ti. -Dijo Lisa con tranquilidad en su voz.

La coreana sonrió enamorada. Tomó una de sus manos y la guió hasta su pecho. Su corazón latía de la misma manera que latía el de Lisa. La tailandesa sonrió emocionada y se acercó lentamente a los labios de Jennie para besarlos con delicadeza.

- El también lo hace. -Susurró la coreana en sus labios. - El siente cosas por tí, Lisa.

Odio a Jennie Kim. | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora