•Capítulo 54: Thana•

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La terquedad era uno de sus mejores atributos cuando se trataba de trabajo, era eso que lo obligaba a seguir adelante aunque el resto del mundo creyese prudente parar. En aquel momento ni siquiera su terquedad consideraba bueno seguir adelante; lo único que lo motivaba era el eco del llanto rebotando en las paredes del laboratorio.

- Slug.. - la voz de Clemencia fue casi como un mensaje, un golpe de realidad; su tono era casi un susurro, una súplica por un final que, aunque se negase a aceptar, ya había llegado.

El llanto de la bebé solo aumentaba con el paso del tiempo, empezaba a sentirse como un reclamo, una orden que exigía una solución inmediata al problema. Quedaba claro que no estaba cómoda en los brazos de Demencia, quería a su papá, o al menos eso interpretaban los que estaban sometidos a su llanto.

- Detente Blue- le ordenó a la villana, dejando de comprimir el pecho del muchacho; ya habían intentado desfibrilar y le habían conectado a un respirador; habían hecho todo lo que los recursos les permitían, pero simplemente nada parecía funcionar- Es suficiente. La hora de muerte es a las dieciséis cuarenta y cinco.

La villana apretó los ojos, negándose a aceptar la realidad, retrocediendo un par de pasos para alejarse, para llorar sin afectar a Flug, que simplemente parecía dormir. Casi como si solo estuviese tomando una siesta tras la cirugía.

- ¡NO! - reclamó Demencia, alzando la voz sobre el llanto de la bebé, apretándola contra su pecho con una delicadeza algo brusca- ¡No puedes rendirte! ¡¿Qué va a pasar con ella...?!

Demencia dejó sus lágrimas correr, abrazando a la pequeña con cariño, susurrándole disculpas y palabras de aflicción que solamente Clemencia era capaz de escuchar. La unicornio se acercó a ella y, desatándole el cabello que llevaba trenzado para hacer más fácil todo, se dedicó a consolarla, a intentar calmar la culpa que parecía sentir en aquel instante.

- Slug ¿Qué hacemos? - inquirió la villana arácnida con voz pañosa, acercándose al moreno y apoyando una de sus manos en el hombro del muchacho, mirando en dirección a las dos alebrijes, que parecían más ocupadas en consolarse mutuamente que en calmar a la bebé- ¿En verdad piensas rendirte?

- No hay de otra- admitió con la voz apagada, respirando profundo, obligándose a tragar el nudo que tenía en la garganta y volteando a ver al castaño, ignorando las líneas rectas que mostraba el monitor- Supongo que Black Hat ya lo habrá notado, será mejor tener todo listo para presentarle a su hija.

וווו×

Black Hat, probablemente mejor que su propio hermano, entendía a la perfección lo frágiles que eran las criaturas ajenas a su mundo; se requería un toque, a veces incluso menos, para darles fin, eliminarlas permanentemente de la existencia. Aquellas que, además, perdían su alma, eran incluso más simples de erradicar.

Ellos mismos tenían cierta fragilidad, heredada de sus padres y una cualidad pasada entre generaciones; esa fragilidad exigía una fuente de poder adicional, un elemento que la mantuviese oculta de cualquier enemigo que considerase una buena idea hacerles frentes. Por ello reunían almas, para ser lo bastante fuertes y perpetuar su existencia.

Pero, y aunque odiase reconocerlo, el problema de su parcial eternidad, radicaba en la capacidad de desarrollar afecto hacia una de esas criatura efímeras, hacia una de esas almas pasajeras que, después de la muerte, se volvían parte de ellos. Siempre asumió que por eso sus padres lo convirtieron en un ente sin emociones claras, para evitar esa amargura que ahora se instalaba en su boca.

- Vas a llenar mi alfombra de sangre- murmuró White Hat, más como un modo de traerle nuevamente a la realidad que como un verdadero reproche hacia las heridas auto infringidas en las palmas del menor- Hacerte daño no va a traerlo de vuelta.

De Monstruos Y Humanos|Villainous|PaperHatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora