Parte 7 - Reencuentro

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El mundo es demasiado pequeño. Tiene la seguridad de que cuando mira el cielo puede ver las mismas estrellas que él, cada una presumiendo un brillo propio.


Él es pequeño, increíblemente pequeño por que cuando estira su mano puede tapar la luna con sólo un dedo. Pero él, Dio, también es fuerte y poderoso capaz de destruir las ruinas que aguantan el pasar de los años, capaz de traer a los muertos a la vida y vivir todos los años que quiera.

Pero él también es débil por que aguanta escondido en la sombra temiendo tocar los rayos del sol, por que sin sangre que beber no puede vivir y la ausencia de Jonathan en su existir le impide estar en paz.

¡Había prometido que estaría ahí y no está! Aquel balcón nunca se había sentido tan grande en todo el tiempo que estuvo allí. El edificio está hecho escombros, las joyas y los libros de su biblioteca fueron robados y los restos de su investigación ya no están. Solo queda polvo, mugre y manchas de sangre seca adornando los suelos y las paredes.

¿Egipto siempre había sido tan frío por las noches? Nunca había sentido tanto, ni siquiera recordaba poder sentirlo antes y las ropas que robó a un hombre rico no son suficientes.

Suspira.

¿Acaso él aún respira? Su garganta se siente seca a pesar de beber la sangre de una prostituta que en ese mismo instante adorna el suelo con su cuerpo muerto, y sus ojos vacios reflejan la luz de la luna.

"El poderoso Dio" se dice a sí mismo y se pregunta, "¿cómo puede sentirse así?"

Así de míserable y vacío, cosas que niega a admitir en voz alta: Él es capaz de aprenderse el idioma que le venga en gana, capaz de resolver millones de problemas y llegar más lejos que el entendimiento humano... Pero él, Dio, se siente un inútil.

Quiere todo o no quiere nada; Él no quiere a medias, no quiere a veces. Quiere a Jonathan a su lado por que el mismo se había dicho que con el hombre a su lado sería invencible y ahora mismo está solo, sin Jojo. Se había dicho que le daría todo aquel hombre tan fuerte que logró vencerlo y dio a luz al linaje que le había derrotado aquella mañana.

Intentaron matarlo y no termina de comprender por qué sigue con vida después de exponerse a los rayos del sol al amanecer pero, si el destino se comporta así con él, aprovechará cada oportunidad y cumplirá con su firme deseo de tener en la palma de su mano aquello que más quizo.

[...]

—Jonathan.

—Dio.

Bendita sea esa noche en que escuchó su nombre ser pronunciado de los labios de Jojo.

Jonathan le mira con los ojos bien abiertos, desde la cama, despeinado y con las manos apretando firmemente las sábanas. Casi parece haber visto un fastasma gracias a su piel pálida y ojos brillantes. Entonces el corazón en su pecho golpea con fuerza.

Se pregunta cómo es él, Dio, a los ojos de Jojo.

No sabe qué cara está haciendo pero tiene la certeza que para Jonathan es lo de menos. Su silueta en la ventana, con el aire frío removiendo tanto su cabello como las cortinas debe ser una imagen suficiente para el otro.

—Estas vivo —Afirma.

Jonathan lo mira con la boca abierta, con la palabra en la punta de la lengua, incapaz de decir nada y cuando toma el aire suficiente para articular, su mano resbala y cae de la cama, de rodillas como si hiciera una reverencia ante él.

—¡Dio...!— Grita y, si fuera capaz de decir algo más, no tendría la oportunidad de ser escuchado puesto que Dio cubre sus labios con un beso.

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