Parte 2 - Trato

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Cinco segundos... ¿Qué tanto podía hacer con Jonathan en cinco míseros segundos? ¡No podía darse el lujo de seguir llamando a su stand a cada maldito momento que pasaba!

¿Y es que de qué le servía? Era un vampiro inmortal, tenía todo el tiempo del mundo. Todo lo que quisiera tener lo tendría y juraba que su stand, el día anterior, solo detuvo el tiempo durante cuatro segundos. Sabía que no se estaba volviendo débil, solo se estaba cansando, agotado de gritar el nombre de The World y usar su habilidad para frenar el paso de las agujas del reloj a cada maldito momento.

Plot.

La mujer que tenía en brazos cayó al suelo completamente pálida, con unas gotas de sangre acariciando su cuello.

Dio la miró por unos segundos antes de voltear y dar un vistazo a la habitación vacía.

¡The World! —grita, y en un instante Jonathan aparece dandole la espalda, con la vista fija en las manchas de sangre salpicadas en la pared —¿Qué sucede, Jojo?

—Sigues siendo el mismo —susurra Jonathan luego de un suspiro.

—¿Esperabas que fuera distinto? —se burló Dio, acercándose a Jonathan. —Mira hacia acá, Jojo.

—Esperaba muchas cosas de ti, como mi hermano, hace cien años —Jonathan volteó: Estaba al borde de la lágrimas con su expresión cargada de impotencia e ira —. Estaba equivocado. Siempre lo estuve pero...

—¿Pero? —Indagó. Vio a Jonathan abrir la boca para luego desaparecer. El tiempo volvió a ser y ahí se zanjó su conversación.

Oh, como lo odiaba: Lo odiaba demasiado. Sentía la relación que tenía con Jonathan era extraña, donde solo lo llamaba para hablarle y presumir y él pobre solo lo aguantaba por que no podía hacer nada más; Y eso que Jonathan seguía mirándole con brillo en sus ojos, con una sonrisa, con esperanza a pesar de haber hecho lo que ha hecho.

A los pocos segundos sintió su nariz sangrar. No era algo físico por que él no podía enfermarse por ninguna razón, eso iba más allá, en su espíritu, en su alma y es que, ¿cuántas veces había llamado a The World ya?

—Jonathan, sé que puedes escuchar — Dijo pasando su mano por su nariz para limpiar la sangre —. Yo, Dio, te propongo un trato: Te daré un cuerpo con una condición y esa es que no puedes apartarte de mi lado. Tienes hasta mañana para pensarlo.

Aunque verdad fue que Dio no uso su stand el día siguiente, ni los días que le siguieron a ese. Estaba dispuesto a obtener un sí por respuesta en vez de desgastarse y usar su stand para que Jonathan le rechazara su oferta.

Jonathan tenía que deberle la vida sí o sí de alguna u otra forma.

—¿Ya tomaste tu decisión, Jojo? —le preguntó al cráneo que estaba delante suya acomodado con cuidado sobre una almohada roja que estaba sobre una pila de libros.

Estaba en la parte más profunda de su biblioteca personal, en una habitación aislada, donde ninguno de sus subordinados tenía permiso para entrar, y el que lo intento no vivió para contarlo.

Y es que para Dio ese cráneo era una de sus posesiones más valiosas; Una que ni el oro, la plata, ni las reliquias más antiguas podían igualar.

Mientras tanto Jonathan miraba con dificultad los libros de las estanterías, la luz era casi nula. Ya se había acostumbrado a escuchar a Dio hablar sin poder responder ya que este no lo escuchaba ni lo veía.

Los últimos días le recordaron a cuando Dio no tenía su stand y no sabía que él estaba allí y le molestaba, se sentía olvidado, como si fuera un juguete roto al que nadie quiere ya, pero la razón de su verdadero malestar lo sentía en el corazón.

A pesar de estar muerto, podía sentir el dolor en los corazones de sus descendientes; Unos más intensos que otros pero ahí estaban batallando para sobrevivir. Era uno... No, dos de su linaje debatiendo entre la vida y la muerte en ese instante.

¿Cómo serían ellos? ¿Cómo era la niña que salvó en el barco y el niño que Erina había llevado en su vientre? ¿Cómo habían sido sus hijos? ¿Cómo eran los que ahora sentía? ¿Quiénes eran? ¿Cómo se llamaban? ¿Habían desarrollado el hamon? ¿Tendrían un stand como Dio?

Suspiro y miro al otro lado de la habitación, como si pudiera mirar más allá de las paredes y sintió como su corazón se estrujaba con el de un bebé que cargaba su sangre.

Dio parecía no notarlo o quizás no lo hacía a pesar de cargar con su cuerpo y él era más sensible a todo ello por el mero hecho de estar muerto. No lo sabía.

Volteo a ver a Dio, buscando alguna expresión en su rostro que le dijera que podía sentir a su linaje pero solo se lo encontró con los ojos cerrados, uniendo su frente con la del cráneo que sostenía con cuidado en sus manos.

Jonathan se quedó mirándolo, embobado, y cuando intento alcanzarlo, Dio dejó el cráneo donde estaba, se apretó el pecho con su mano y salió de la biblioteca.

Se mordió el labio, se quedó ahí por unos segundos, mirando su propio cráneo para luego seguir a Dio. De todas formas si se quedaba ahí sería arrastrado contra su voluntad a través de todo para llegar junto al rubio.

Y es que, sin saberlo Jonathan había tomado una decisión en el instante que decidió seguirlo.

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