La vida después de la muerte no es posible, es simplemente algo que nunca podría suceder y sin embargo, lo hace: Él estaba muerto y ahora está ahí, preguntándose a sí mismo si alguna vez aquel que conoció cumplió su palabra y adquirió la fuerza necesaria para su existir.
Había pasado una larga semana, ese día era lluvioso y aún así las ventanas frente a él estaban abiertas permitiendo que el agua empape su rostro; Un pequeño ejercicio que lleva haciendo los últimos días tratando de llevar su estado al siguiente nivel y respirar al ritmo correcto para terminar de curar sus huesos rotos.
La fundación SpeedWagon se niega a dejarlo ir a su suerte hasta descubrir su relación con Dio, por que aparecer de la nada, desnudo, en el hogar de un vampiro no es nada normal, y aunque quizá exagerado, no muestra signo alguno de violación.
Joseph había identificado al hombre como su abuelo, y eso no ayudaba en nada, se supone que el hombre estaba muerto desde hace un siglo y aparte no tenía cuerpo. ¿Qué demonios había pasado? ¿Y de dónde demonios había salido su cabeza?
Dio no les respondería si pudiese, y Jonathan no podía aunque quisiese.
Sacó la cabeza de fuera de la ventana largando un suspiro y entonces esa fue la primera vez que dijo algo que nada tuvo que ver con Dio.
—Erina...
—Jonathan —Respondió ella con una risita. No era la misma joven que recordaba pero seguía siendo la misma mujer, con el mismo porte y esencia. Esa anciana de ojos brillantes era la misma que en su juventud. —Creí que no dirías nada.
—Eri... E... Na... Di-o.
Ya nada volvía a salir, era como si fuera olvidado hablar de un segundo a otro y no entendía nada.
Erina se acercó a él y con gentileza puso sus delicadas y arrugadas manos sobre sus hombros pero aún así no pudo sentir su roce, ni su calor: Nada.
—¿En qué estás pensando? —Le susurra y Jonathan se pierde en el dulce sonido de su voz. ¿Qué sería de él si ambos hubieran vivido su tiempo?, si Dio no hubiera aparecido en sus vidas... ¿Qué sería de ellos?
Jonathan lleva su propia mano a su hombro buscando el tacto de ella y no encuentra nada. No hay nada. No puede sentir a la mujer que amó y se pregunta cómo Dio pudo sentir aquella vez su tacto en su mejilla.
—Sabes —Erina suspira volviéndose a la cama junto a la ventana donde está Jonathan —, George, nuestro hijo, era idéntico a ti y se caso con Elizabeth, aquella bebe del barco...
Jonathan voltea a verla y se encuentra a Erina llorando tristemente en silencio y se siente incapaz de moverse para abrazarla y es fútil intentar decir cualquier palabra de consuelo.
—Joseph es muy inteligente pero es muy impulsivo. —Y a cada palabra Jonathan tiene que hacer un esfuerzo en poder escucharla. La voz de Erina es cada vez más débil y aguda, rompiéndose en pequeños pedazos. —Y, Jojo, fue difícil para mí... Pero aún así.
Jonathan la mira e intenta alcanzarla, tocar su mejilla con su mano y verla a los ojos, cosa que no logra hasta que ella termina de hablar.
—Aún así —Repite —, gracias Jonathan. Por todo.
Entonces su mano atraviesa a Erina, y como si ella fuera humo, se disuelve su figura en el aire hasta que no queda nada de ella más que sus palabras resonando con eco en su cabeza.
En ese mismo instante siente como sus brazos y pecho se recuperan lentamente, como sus huesos rotos dejan de estarlo y no encuentra otra forma que volver a mirar por la ventana y, en su cabeza, agradecerle a Erina por ser ella, por hacer que encuentre el ritmo correcto de respiración, por verlo aunque sea una última vez y Jonathan no puede evitar el pensar en Dio.
Gracias a Dio pudo verla nuevamente.
¡Gracias a Dio está vivo!
Pero gracias a Erina tiene motivos para vivir la vida.
Mira su mano vacía y solo siente frío y vacío. No hay nada realmente allí y aún así espera encontrar algo, cualquier cosa: Un indicio, una señal de lo que debe sentir por qué no sabe que demonios está sintiendo. ¿Qué le hizo Erina a su corazón con tan pocas palabras?
Nada responde a su pregunta y solo le llega otra cuando una foto es depositada sin tacto en su mano abierta.
—¿Qué es esto viejo? —Escucha la voz de Joseph a sus espaldas pero es incapaz de dar la vuelta y darle la cara al ver la foto.
Era una capilla, algo antigua, donde una vez fue con Dio, aunque él realmente no estaba presente. Allí Dio se hizo amigo de un sacerdote mientras el rondaba por los jardines cercanos.
Quiso preguntar que era aquello, luego recordó una vez que Dio hizo lo mismo y, con paciencia, le había explicado que era y cómo sucedía.
—¿Lo conoces, verdad?
"Toma otra foto" Escribió en el tablero que antes le había dado un médico.
—¿Qué? ¿Para qué? —Joseph le miro confundido. Jonathan le mostró el tablero nuevamente y al verse en una disputa que no iba a ganar, resignado, fue a buscar otra cámara para romper junto con Hermit Purple.
Llegó a las dos horas con una foto de una casita de campo con una mujer sosteniendo a un bebé de cabellos negros en sus brazos, y en su confusión, Jonathan fue su salvación.
"Una persona no muere hasta que la olvidan, y esos lugares lo recuerdan"
—Pero Dio no es una persona. Ni siquiera es humano.
"Pero su memoria sigue viva, su voluntad sigue viva."
O al menos eso cree como verdad.
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En el Mundo
Fanfiction"La primera vez que Dio uso su stand pudo ver al fantasma de Jonathan, más desea traerlo a la vida. Unos segundos no son suficientes para él." 🚨Jonathan x Dio [Jonadio/Diojona] 🚨Spoilers de Stone Ocean. 🚨La idea original viene de un doujinshi d...