Capítulo 4

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KAIA

Cuando regresamos a las puertas de Liberio un gran número de personas nos estaban esperando. Al otro lado de las puertas sólo se podían ver caras expectantes, emocionadas por recibirnos, bueno, no a todos. Cuando las abrieron los soldados corrieron, algunos gritaron y otros – por sus heridas – tuvieron que ir más lento pero sus familiares y amigos no dudaron en ir hacia ellos a recibirlos con un abrazo. Y por supuesto que el llanto de felicidad no podía faltar

-Cariño, que bueno que has regresado.

-¡Por aquí!

-¡Abuelo, abuela, he vuelto!- Zeke llegó con sus abuelos e inmediatamente su abuela lo tomó en sus brazos.

-¡Falco, Colt!

-¡Ahí están! ¡Mamá, papá!

-Reiner

La verdad todavía tenía una pequeña esperanza de que mis progenitores vinieran a saludar pero esta vez no fue distinta. >>¿Qué esperabas?<< Sentí una mano posarse en mi hombro y voltee a ver quién era, había sido la abuela Jaeger.

-Mi niña, ¿No quieres venir a comer con nosotros?- tenía esa mirada dulce de siempre. No era la primera vez que me invitaba a su casa. A veces me sentía incómoda porque pensaba que lo hacía por lástima pero sus ojos no reflejaban más que amor, más nunca lástima.

Antes de poder responder un sonido me alertó.

-¡BA-BANG!- un gritó simulando el sonido de un arma al detonar me hizo saltar un poco. Mientras los soldados heridos y traumados se cubrieron por el trauma y por el gran ruido, el imbécil de Koslo se echó a reír. >>¿Qué tan hijo de puta tienes ser?<<

Con la rabia en mis pasos me dirigí hacia la zona que el imbécil se encontraba para reclamarle, aunque era mi superior no podía dejar que trate así a esta gente, sólo los que hemos sobrevivido lo suficiente para observar la cantidad de muertes y traumas que la guerra deja puede entender el dolor físico y mental que podían estar sufriendo estos soldados y que aparte un idiota los tenga que escoltar es una reverenda mierda.

Me posicioné a un lado de Falco para sonreírle y guiñarle el ojo >>No te preocupes, yo me encargo de él<<Creo que lo entendió porque levantó ligeramente las comisuras de sus labios

-Señor Koslo, se ve cansado, si gusta yo me encargaré de llevar a estos soldados al hospital- tenía que actuar con inteligencia y calma, sino esto se pondría peor, ya que todos los que se encontraban recibiendo a sus familias entre risas y lágrimas de felicidad habían observado toda la escena.

-Como sea, llévatelos- se acercó demasiado a mí y me susurró –y gracias por preocuparte por mí, hermosa, aunque tengas sangre de demonio sigues siendo un bombón, uno puede pecar y nadie se enteraría- miró hacia mis pechos y lo último lo dijo en un hilo de voz que hubiera preferido no escuchar y finalmente me guiñó el ojo. Desde la noche anterior había estado bebiendo bastante por lo que el olor a alcohol de su aliento se fue junto con él.

Hice una mueca de disgusto >>Cerdo, cerdo, cerdo<< y negué con la cabeza para dar un gran suspiro y regresar mi vista hacia donde uno de los soldados se encontraba de rodillas con la frente tocando el suelo y con las manos se protegía la nuca. Me bajé hasta su altura y con la voz más dulce que pude le hablé para que no se espantara y me atacara.

-Señor, ya no se encuentra en peligro, ¿Me permite tocar su hombro?- Como respuesta recibí un asentimiento con la cabeza por lo que procedí a tocarlo.

Unsere Pflicht  | Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora