Capítulo 1

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Sin duda el entrenamiento con el equipo era bastante más pesado de lo que parecía, sus músculos no paraban de arder por la fuerza que éstos debían ejercer para mantenerse bien equilibrada. Pero cada día se hacía un poco más fácil entenderlo y acoplarse a él.

Terminaba agotada por tantos ejercicios que tenía que hacer. El equipo de maniobras, entrenamiento cuerpo a cuerpo, la práctica de tiro. Pero todo eso no la alejaba de su pasatiempo favorito, arreglar cosas, lo que sea, le encantaba saber cómo es que funcionaban las armas, el equipo, los relojes, etc; su primer acercamiento que la llevó a desarrollar esta afición fue cuando su padre compró un nuevo reloj de bolsillo, a la chiquilla le daba curiosidad saber por qué las manecillas se podían mover o cómo es que sabían qué hora marcar. Muy mala idea.

Buena para ella, mala para su padre.

FLASHBACK

KAIA

Mientras mi madre y yo nos encontrábamos merendando llegó mi padre, muy entusiasmado, tanto que casi la puerta se cae por la fuerza ejercida al cerrar.

-Ve y sírvele a tu padre algo de comer- me ordenó mi madre. Mis padres no eran nada cariñosos conmigo, se limitaban a no dejándome morir y dándome de comer para que por lo menos les sirviera un poco la energía que la comida proveía. Y si no les hacía caso en alguna de sus órdenes o simplemente me olvidaba de un solo detalle hacían marcas con lo que estuviera a la mano para que aprendiera a "respetar a mis mayores".

Sin rechistar me dirigí hacia la leña que hacía de estufa para servir en un plato limpio lo que mi madre me había ordenado. Como la leña se encontraba justo al lado de la mesa podía escuchar todo lo que mi padre decía. Se notaba su entusiasmo  por su forma de hablar...no, más bien gritaba.

- ¿Adivina qué compré, cariño? – cuestionó mi padre sonriendo como nunca antes. Mientras yo me dedicaba a poner su plato en frente de él.

-Deja de jugar y ya dime que es- Mi madre era una persona con un carácter fuerte, por lo que la mayoría del tiempo parecía estar enojada con todo y todos.

-Ay vieja, haces todo muy aburrido pero mira- cuando dijo eso yo estaba lavando los trastos sucios que mi madre y yo habíamos ocupado al comer, por lo que tuve que girar disimuladamente para que no me reprendiera por "meterme en donde no me llaman". De la gabardina que mi padre traía puesta sacó algo brilloso, parecía plata hasta que lo abrió.

Mis ojos se iluminaron al observar tal aparato, tenía varios números alrededor, del 1 al 12 y al centro 2 grandes agujas los señalaban y por la lejanía no pude observar que había una tercera mucho más pequeña que se movía más rápido que las otras 2. Sin pensar bien mis acciones me dirigí hacia tal objeto, no había parpadeado en todo ese tiempo, estaba tan absorta en el que apenas sentí un dolor en mi mejilla por acercar una de mis manos.

De un momento a otro me encontraba en el suelo, con un tremendo dolor tanto en la zona del impacto como en el trasero que por tal cachetada me había propiciado mi madre. Y de nuevo de la nada sentí que mi cabello era jalado con gran fuerza que me hizo pararme de donde me encontraba tirada.

-¡¿Qué crees que estabas haciendo, inútil?!- preguntó "amablemente" mi madre.

-...-

-¡Respóndeme, no le estoy hablando a una pared, te hablo a ti, imbécil!-

-Y-yo n-nada.. sólo quería ver- respondí encogiéndome y cerrando los ojos porque sabía que vendría el siguiente golpe.

Ese día mi madre me mandó a dormir temprano con algunos moretones en los brazos. Y me mandó a dormir porque sabía que si me miraba por más tiempo probablemente no se aguantaría a golpearme más. Mi padre nunca hacía nada para defenderme, simplemente observaba los golpes, quemaduras y heridas que mi madre me dejaba.

Desperté muy temprano, como de costumbre, tenía que preparar de desayunar, comer y cenar para mis padres por lo que bajé las escaleras después de darme una ducha fría para dirigirme hacia la cocina, nuestra casa era bastante humilde, no tenía nada de especial sólo lo necesario, el comedor, la cocina, el baño y un par de habitaciones, agradezco que por lo menos tenía mi propio espacio pero más bien parecía que sólo colocaron una colchón en lo que anteriormente era el ático donde guardaban las cosas que no necesitaban.

>>Ahora tiene sentido<<

Preparé el desayuno pero como sé que les irrita que los despierte tenía que subir a abrir su puerta y que el olor de la comida los guiara a despertarse e ir a desayunar. Justo cuando subí el primer escalón por el rabillo del ojo vi que algo brillaba. Encima de una de las sillas se encontraba la gabardina de mi padre y del bolsillo colgaba el reloj.

Al principio dudé de si hacerlo o no, todavía dolían los moretones que me habían marcado ayer pero mi curiosidad me ganó. La puerta de su habitación se encontraba cerrada, estaban dormidos, no se iban a enterar así que lo hice.

Rápidamente me dirigí hacia la silla, tomé el reloj y lo abrí para ver las manecillas, ahí me di cuenta de la existencia de la tercera, quería tocarlas pero un vidrio me lo impedía, intenté ver si de algún otro lado se podía abrir, 

>>Lo encontré<<

. Del lado opuesto del que se abría para observar la hora se podía abrir. Al abrirlo podía jurar que mis ojos brillaron por todo lo que pude ver, círculos con algunos dientes pero podía ver que habían más cosas por detrás, vi que tenía varios tornillos y me quedé pensando 

>>¿Qué puedo usar para sacarlo?<<

Lo primero que se me vino a la mente es que necesitaba algo plano 

>>¿Una cuchara? No, ¿Un tenedor? No creo que sus dientes sean tan planos como para caber...¡Un cuchillo! <<

Corrí para llegar al cajón en donde los guardábamos y me llegué a mi "proyecto" para rápidamente ubicar el cuchillo de tal forma que pudiera hacer girar el tornillo. 

>>¡Listo!<< 

Logré separar la placa de metal que ocultaba todo el engranaje y demás elementos que tenía el reloj. Por la curiosidad lo desmonté todo, las piezas las iba dejando en la mesa sin ningún orden específico GRAN ERROR.

Me quedé observando cada una de las piezas, todas eran redondas por lo que saqué la conclusión de que de esta manera todo podía girar en sincronía, unos engranajes más grandes que otros hacían que las manecillas avanzaran a diferente altura, era sorprendente.

Era tanto mi asombro que no me percaté de que mi padre ya había bajado las escaleras hasta que habló.

-¡Niña insolente, ¿qué crees que estás haciendo?!- Me paralicé al escucharlo y voltee hacía donde los gritos provenían, nunca en mi vida lo había visto tan enojado, juré que casi se pone morado del coraje. Alcé mis manos cuando dirigió su mirada hacia las piezas.

Si mi madre era el demonio cuando se enojaba él era mucho peor, terminé con un labio abierto y más moretones de los que había inicialmente. Y no solo por haber abierto su reloj sino porque no supe cómo volver a armarlo. Desde esa vez no toqué nada de mis padres, había aprendido mi lección.

FLASHBACK

Al recordar todo eso una sonrisa apareció en mi rostro, no sé si porque mi curiosidad me ganaba siempre o por recordar lo fácil que fue armarlo con más edad y orden en mi trabajo. En el entrenamiento del ejército te enseñaban a cómo reparar tu equipo si es que lo llegabas a necesitar y era mi actividad favorita, sin duda que mis padres decidieran unirme fue una excelente solución para ambas partes, ellos se libraban de mí y yo seguía haciendo algo que me fascinaba.

Unsere Pflicht  | Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora